La realización personal cuestionada en el atardecer de la vida
Para muchas personas, el desarrollo de sus aspiraciones y deseos constituyó no solamente un valor-clave sino una deseo permanente, a veces al servicio del orgullo que instrumentalizó a otras personas o quizás destruyó otros valores fundamentales del mismo individuo.
Por ello, en la etapa de la serenidad, la del atardecer entre los 65 y 75 años-, es la ocasión propicia para revisar y hasta cuestionar lo que fuera un deseo obsesivo, permanente y polarizador por muchos años: la realización personal.
Así se explica que en la penúltima etapa de la vida, surjan éstos u otros interrogantes parecidos: ¿mereció la pena luchar tanto y tanto por “mi” realización personal a costa de otros valores y deberes que descuidé? ¿Fue mi actitud-una respuesta egoísta que sacrificó a personas que tanto me quisieron? Y si ahora tuviera 30 años ¿cómo enfocaría mi realización personal en armonía con mis responsabilidades familiares y sociales?”
Quizás, alguien dirá, que tardíamente reflexionó nuestro protagonista, sesentón o setentón Y que ahora de poco le servirá recordar con nostalgia las situaciones, positivas o negativas, personales o del trato con otras personas con las que convivió. Y quizás acierte, aunque sea tardíamente, con la identidad y fundamentos de una auténtica realización personal.
Alguna situaciones positivas y negativas
Antes de reflexionar sobre el tema, será oportuna una descripción de personas con o sin la pretendida realización. Así podremos comprobar que la realización es decisiva como parte de la felicidad que encontramos en:
-la madre viuda satisfecha al comprobar cómo sus hijos, gracias al sacrificio de tantos años, son unos profesionales extraordinarios y con familia estable;
-el padre obrero que, gracias a su esfuerzo y muchas privaciones, logró el bienestar de toda su familia. Y más todavía: supo armonizar el progreso en su profesión con su paternidad responsable;
-los hijos que lograron con su responsabilidad y constancia, terminar los estudios y situarse bien en la profesión que les gusta;
-la persona anónima que maduró en valores y responsabilidades ante la sociedad y en su religión: el niño se ha convertido en persona madura;
-el profesional que triunfa como médico, empresario o político. Persona con vocación y que triunfa en sus tareas;
-el creyente que encuentra en la práctica coherente de su fe un apoyo decisivo para superar dificultades personales y para ayudar al prójimo;
-la persona consagrada a Dios y al servicio del prójimo, fiel a su vocación en ambientes adversos a los valores-clave de su vida.
Por el contrario no se siente realizado o quizás se considera infeliz quien:
-derrochó dinero y posibilidades terminando abandonado y en una vida de miseria ;
-gozó en su familia de toda clase de comodidades pero no del amor, la paz y el diálogo;
-padeció una enfermedad grave y con pocas posibilidad pare recuperar la salud;
-quedó frustrado como educador, incapaz de transmitir ciencia o valores a lo alumnos;
-aceptó una profesión que no le va o no le gusta, ni se siente con capacidad. Rinde lo mínimo y es una persona “cansada” y sin ilusión;
-abandonó su vocación religiosa y los ideales de servir al prójimo. Al final de su vida reconoce su incoherencia.
-pisoteó los derechos ajenos, como el comerciante que engaña, instrumentaliza para conseguir su “bienestar”...Pero no es feliz aunque consiguiera todos los triunfos;
-creó con ilusión una familia pero quedó sin trabajo, con muchos hijos y con una hipoteca que no puede pagar;
-puso su felicidad en consumir, divertirse, pasarlo bien, pero sin preocuparse del prójimo ni de sus compromisos familiares. Al final, se siente como persona inútil y muy desgraciada
Identidad
La realización personal equivale al amor a sí mismo e incluye el proceso de quien lucha por el desarrollo de sus facultades y el logro de sus aspiraciones personales para mejor situarse en la vida. Tal realización comprende el logro de los objetivos trazados según las aspiraciones y metas desde la juventud. Una de ellas consiste en la posesión de una fuerte personalidad que se manifiesta en el desarrollo integral del hombre, en la plenitud consciente de todas las cualidades físicas, psíquicas y espirituales, bien armonizadas e integradas entre sí; con recta independencia en el pensar, en el sentir y en el querer.
Nos encontramos ante un derecho de quien desea llegar a la plenitud del ser humano como expresión del hombre que se ama a sí mismo, lucha por cuanto necesita y desea, tanto para sí como para su familia y para su entorno social.
Fundamentos
¿En qué se fundamenta la realización personal?
En el amor a sí mismo como exigencia de la naturaleza que impulsa a cada individuo a conseguir cuanto necesita para su desarrollo personal y el de las personas con las que está vinculado. La misma naturaleza promueve el deseo de conservar y desarrollar la personalidad con los bienes necesarios para una vida digna según posibilidades. Por lo tanto, buscar el bien de la propia persona es un impulso natural irresistible y una exigencia incuestionable del amor a sí mismo.
En la felicidad
Consciente o inconscientemente, toda realización apunta a la felicidad. Con una palabra o con otra, la felicidad resume la realización positiva de las personas en sus principales aspiraciones y valores. Desde una perspectiva o desde otra, ser feliz es el ideal de vida que se esconde en la lucha por conseguir fines totales o parciales. Lograr la felicidad, liberarse, ser feliz, pasarlo «lo mejor posible», gozar de la vida, amar y ser amado, realizarse o salvarse según la propia fe.., son términos que expresan una dimensión básica de la persona.
Pero felicidad relativa. Al hablar de la felicidad no nos referimos a la absoluta, imposible en esta vida porque siempre existe alguna carencia o la presencia de algún mal. Tratamos más de una felicidad relativa, la ocasional, si es posible. Si habláramos con precisión, solamente existe momentos felices, gracias a las esperanzas que mantienen el ánimo, o las ilusiones que compensan en la adversidad y las satisfacciones que alegran un poco la vida. La felicidad como fruto de estos factores es uno de los valores que sostienen la vida de la persona. Ahora bien, seremos felices en la medida en que se cumplan nuestra realización personal, nuestras ilusiones y esperanzas, especialmente en la medida en que amemos y seamos amados. Tengamos en cuenta que para el creyente cristiano, la absoluta felicidad se consigue en el cielo, cuando pueda “ver”, y comunicarse amistosamente con Dios “cara a cara”.
Sí, valor clave es la realización personal pero la auténtica, con muchas exigencias. Tema por analizar.
Por ello, en la etapa de la serenidad, la del atardecer entre los 65 y 75 años-, es la ocasión propicia para revisar y hasta cuestionar lo que fuera un deseo obsesivo, permanente y polarizador por muchos años: la realización personal.
Así se explica que en la penúltima etapa de la vida, surjan éstos u otros interrogantes parecidos: ¿mereció la pena luchar tanto y tanto por “mi” realización personal a costa de otros valores y deberes que descuidé? ¿Fue mi actitud-una respuesta egoísta que sacrificó a personas que tanto me quisieron? Y si ahora tuviera 30 años ¿cómo enfocaría mi realización personal en armonía con mis responsabilidades familiares y sociales?”
Quizás, alguien dirá, que tardíamente reflexionó nuestro protagonista, sesentón o setentón Y que ahora de poco le servirá recordar con nostalgia las situaciones, positivas o negativas, personales o del trato con otras personas con las que convivió. Y quizás acierte, aunque sea tardíamente, con la identidad y fundamentos de una auténtica realización personal.
Alguna situaciones positivas y negativas
Antes de reflexionar sobre el tema, será oportuna una descripción de personas con o sin la pretendida realización. Así podremos comprobar que la realización es decisiva como parte de la felicidad que encontramos en:
-la madre viuda satisfecha al comprobar cómo sus hijos, gracias al sacrificio de tantos años, son unos profesionales extraordinarios y con familia estable;
-el padre obrero que, gracias a su esfuerzo y muchas privaciones, logró el bienestar de toda su familia. Y más todavía: supo armonizar el progreso en su profesión con su paternidad responsable;
-los hijos que lograron con su responsabilidad y constancia, terminar los estudios y situarse bien en la profesión que les gusta;
-la persona anónima que maduró en valores y responsabilidades ante la sociedad y en su religión: el niño se ha convertido en persona madura;
-el profesional que triunfa como médico, empresario o político. Persona con vocación y que triunfa en sus tareas;
-el creyente que encuentra en la práctica coherente de su fe un apoyo decisivo para superar dificultades personales y para ayudar al prójimo;
-la persona consagrada a Dios y al servicio del prójimo, fiel a su vocación en ambientes adversos a los valores-clave de su vida.
Por el contrario no se siente realizado o quizás se considera infeliz quien:
-derrochó dinero y posibilidades terminando abandonado y en una vida de miseria ;
-gozó en su familia de toda clase de comodidades pero no del amor, la paz y el diálogo;
-padeció una enfermedad grave y con pocas posibilidad pare recuperar la salud;
-quedó frustrado como educador, incapaz de transmitir ciencia o valores a lo alumnos;
-aceptó una profesión que no le va o no le gusta, ni se siente con capacidad. Rinde lo mínimo y es una persona “cansada” y sin ilusión;
-abandonó su vocación religiosa y los ideales de servir al prójimo. Al final de su vida reconoce su incoherencia.
-pisoteó los derechos ajenos, como el comerciante que engaña, instrumentaliza para conseguir su “bienestar”...Pero no es feliz aunque consiguiera todos los triunfos;
-creó con ilusión una familia pero quedó sin trabajo, con muchos hijos y con una hipoteca que no puede pagar;
-puso su felicidad en consumir, divertirse, pasarlo bien, pero sin preocuparse del prójimo ni de sus compromisos familiares. Al final, se siente como persona inútil y muy desgraciada
Identidad
La realización personal equivale al amor a sí mismo e incluye el proceso de quien lucha por el desarrollo de sus facultades y el logro de sus aspiraciones personales para mejor situarse en la vida. Tal realización comprende el logro de los objetivos trazados según las aspiraciones y metas desde la juventud. Una de ellas consiste en la posesión de una fuerte personalidad que se manifiesta en el desarrollo integral del hombre, en la plenitud consciente de todas las cualidades físicas, psíquicas y espirituales, bien armonizadas e integradas entre sí; con recta independencia en el pensar, en el sentir y en el querer.
Nos encontramos ante un derecho de quien desea llegar a la plenitud del ser humano como expresión del hombre que se ama a sí mismo, lucha por cuanto necesita y desea, tanto para sí como para su familia y para su entorno social.
Fundamentos
¿En qué se fundamenta la realización personal?
En el amor a sí mismo como exigencia de la naturaleza que impulsa a cada individuo a conseguir cuanto necesita para su desarrollo personal y el de las personas con las que está vinculado. La misma naturaleza promueve el deseo de conservar y desarrollar la personalidad con los bienes necesarios para una vida digna según posibilidades. Por lo tanto, buscar el bien de la propia persona es un impulso natural irresistible y una exigencia incuestionable del amor a sí mismo.
En la felicidad
Consciente o inconscientemente, toda realización apunta a la felicidad. Con una palabra o con otra, la felicidad resume la realización positiva de las personas en sus principales aspiraciones y valores. Desde una perspectiva o desde otra, ser feliz es el ideal de vida que se esconde en la lucha por conseguir fines totales o parciales. Lograr la felicidad, liberarse, ser feliz, pasarlo «lo mejor posible», gozar de la vida, amar y ser amado, realizarse o salvarse según la propia fe.., son términos que expresan una dimensión básica de la persona.
Pero felicidad relativa. Al hablar de la felicidad no nos referimos a la absoluta, imposible en esta vida porque siempre existe alguna carencia o la presencia de algún mal. Tratamos más de una felicidad relativa, la ocasional, si es posible. Si habláramos con precisión, solamente existe momentos felices, gracias a las esperanzas que mantienen el ánimo, o las ilusiones que compensan en la adversidad y las satisfacciones que alegran un poco la vida. La felicidad como fruto de estos factores es uno de los valores que sostienen la vida de la persona. Ahora bien, seremos felices en la medida en que se cumplan nuestra realización personal, nuestras ilusiones y esperanzas, especialmente en la medida en que amemos y seamos amados. Tengamos en cuenta que para el creyente cristiano, la absoluta felicidad se consigue en el cielo, cuando pueda “ver”, y comunicarse amistosamente con Dios “cara a cara”.
Sí, valor clave es la realización personal pero la auténtica, con muchas exigencias. Tema por analizar.