Acababa de aterrizar en Brasil. Había dormido buena parte de las más de 10 horas de viaje. Necesitaba dormir y, en general, volar me ayuda a despegarme de las cosas que tengo que hacer en la tierra. Desayuné con un amigo. Le dije que me sentía descansado y listo para asistir a nuestra conferencia. Y él me dijo: 'no, vete a descansar porque dormir por encima de las nubes está bien, pero no es suficiente: hay que dormir por debajo'. Entonces me fui a descansar: tenía razón.

No estamos hechos para vivir por encima de las nubes, como los dioses paganos. Su sueño se agita por la ausencia de la tierra. Cuando dormimos no debe faltarnos la tierra bajo nuestros pies. Mientras que el cielo está siempre sobre nuestras cabezas, incluso cuando estamos sobre las nubes. No hay forma de quitarnos el cielo de la cabeza. Pero sí podemos echar de menos la tierra bajo nuestros pies. Nuestra casa está hecha de tierra, como nuestro cuerpo. Es mejor, pues, que nos caigamos de las nubes. Ay de nosotros si olvidamos esto y nos convencemos de que podemos vivir en ella.