He tenido la experiencia de estar en la frontera de México  con EEUU en un momento en que el drama migratorio estaba en un momento muy dramático. Mis amigos, Víctor, Gregorio y Patricia, tuvieron la delicadeza de acompañarme a ver esa realidad cuando la zona no era muy segura. Se cortaba en el ambiente la tensión y la violencia entre los migrantes, simplemente por conseguir lo más necesario para vivir: un poco de alimento o algo de comida.

Estábamos en la frontera de Tijuana. Una larga alambrada separaba los dos países y se introducía en el mar. Allí esperaban los migrantes latinos, llegados de honduras, El Salvador,  Guatemala y del propio México, una posibilidad muy remota de saltar el muro con concertinas, vigilado al otro lado por guardias norteamericanos, perros adiestrados y vehículos todo terreno que circulan una y otra vez.

Viven en instalaciones muy precarias, servicios de madera, tiendas de campaña, al lado del mar… Atrás quedan ya muchos cadáveres que no han conseguido llegar hasta aquí y otros que han muerto intentando cruzar este mismo muro. Allí mismo pude ver cómo estaban escritos algunos nombres y  algunas cruces en su recuerdo. 

Este drama  no solo afecta a los adultos, también muchos niños se han quedado por el camino, ya sea cruzando el río Grande, ya debilitados por los esfuerzos inhumanos que sus padres y ellos mismos han tenido que hacer por el delito de soñar con una nueva vida y alejarse  de la violencia y la miseria que viven en sus propios países. Es una situación de “lesa gravedad”, mientras el mundo mira para otro lado.

No hace mucho tiempo los cadáveres de tres migrantes hondureños, dos hombres y una mujer, se encontraron en la playa de Agua Dulce, en el estado de Veracruz, en la desembocadura del río Tonalá,  al naufragar la pequeña y frágil lancha en la que viajaban. Y esta escena se repite con frecuencia.

En otro accidente, un migrante salvadoreño y su hijo de siete años se ahogaron al intentar cruzar de Guatemala a México a través del río fronterizo Suchiate. La lluvia torrencial y la agresividad del agua fueron los cómplices necesarios. Fue necesario un día entero para poder localizar sus cuerpos en el Estado de Chiapas.

Hay muchas personas intentando saltar la verja para pasar a EEUU y poder soñar con una vida mejor. Son los latinos -yo lo he visto en Nueva York- los que hacen en EEUU los trabajos más duros y serviles que los norteamericanos no quieren hacer. Hasta ahora se ha mantenido el título 42 que permite que los migrantes sin documentación sean expulsados de manera inmediata.

El jueves, 23 de mayo, finalizaba el título 42  y esto está provocando una afluencia masiva de migrantes a la frontera con EEUU desde México.  Los migrantes serán detenidos o puestos en libertad, mientras sus casos pasan por el tribunal de inmigración. Ya han llegado cientos de tropas estadounidenses para apoyar las labores de control en la frontera y los trabajos de la Oficina de Adunas y protección de la Frontera.

La situación de los migrantes va a empeorar considerablemente. Alegan las autoridades que no es para desfavorecer la inmigración sino para proteger la salud pública. Los inmigrantes podrán ser expulsados de manera inmediata, en caliente, sin poder acogerse al derecho de asilo, algo que garantiza la Ley de Refugiados  de 1980.

Ahora EEUU quiere evitar una presencia masiva de inmigrantes en la frontera y darse tiempo para preparar a su personal de Aduanas y equipos de emergencia para atender a todas las personas que busquen asilo en el país con motivo de la supresión del título 42, que serán muchas. Una nueva caravana de migrantes se dirige ya al río Suchiate, frontera entre México y Guatemala, rumbo a los EEUU. Los inmigrantes que no tengan una base legal para quedarse en el país serán expulsados inmediatamente, a pesar de la eliminación del título 42. Sin embargo- y aquí está la explicación de esta avalancha-  las personas con base legal para quedarse, podrán tramitar su solicitud de asilo.

Hasta ahora las oenegés y organizaciones de derechos humanos se quejaban de mecanismos abusivos en la protección de los Derechos humanos y exigían un trato más digno para las personas, que no migran por capricho sino para escapar de situaciones muy duras donde los derechos humanos están seriamente amenazados. Mucho más ahora que están creciendo las corrientes políticas populistas y dictatoriales que amenazan seriamente la libertad de los pueblos hispanos, aunque tengan algunos apoyos en nuestro país, en virtud de asuntos económicos e ideológicos interesados.

Es una vergüenza que haya políticos españoles actuando de consejeros de estos gobiernos populistas y cobrando pingües ganancias de ellos, pero no se van a vivir allí, si tanto admiran esas políticas,  sino que viven en España donde tienen asegurada su poltrona y sus sueldos suculentos. Es de una hipocresía que clama al cielo.

 Se espera la llegada unos 200.000 inmigrantes en los próximos meses  a la frontera sur de Estados Unidos.

El derecho a pedir asilo de las personas no puede ser ignorado en la comunidad internacional por ningún motivo. La personas ha de estar siempre por encima  de las ideologías y las circunstancias de cada momento.

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