Cuando la presión eclesial de base es escuchada
El nuevo obispo auxiliar de Chile, Carlos Irarrázaval, no llega a ejercer su cargo.
| Alejandro Fernández Barrajón
El día 27 de mayo, escribía en este blog una carta al nuevo Obispo auxiliar de Chile, Carlos Irarrázaval, por sus desafortunadas declaraciones en contra de la ordenación de la mujer y de la ocultación de los abusos contra los niños en la iglesia. Hoy celebro la noticia de que este presbítero no haya llegado a ejercer su cargo de obispo auxiliar en una iglesia tan herida y golpeada por los abusos sexuales. Ha sido aceptada su renuncia cuando ni siquiera había pasado un mes de su nombramiento.
Las dos frases que levantaron la alarma frente al recién nombrado obispo auxiliar eran éstas:
-"En la última cena no había ninguna mujer en la mesa y eso tenemos que respetarlo” (Con respecto a la ordenación de la mujer)
-“Un arroz recalentado no sirve para nada” (Con respecto a los abusos)
No soy tan ingenuo como para pensar que mi post haya influido en la renuncia de este obispo. Probablemente ni siquiera me haya leído. Pero sí soy consciente de que este post ha sido muy comentado por la organización chilena “Mujeres iglesia Chile” que se ha puesto en contacto conmigo y me han escrito una bellas palabras de agradecimiento por mi posición en este tema. “Algo -me dicen- , que no hacen los presbíteros de Chile”
Muchas gracias Alejandro. ¡Qué alegría que nos animes! Tu carta al Obispo auxiliar de Santiago ha sido un buen apoyo. Nos confiamos a tu oración. Un abrazo con mucha esperanza.
Berni Zambrano rscj,
De ahí ha surgido un interés mutuo de esta asociación por lo que escribo en mis libros y de mí hacia ellas por su acción valiente y comprometida en la iglesia de Chile.
En un comunicado muy prudente, como siempre son los comunicados del arzobispado, se dice:
“Con fecha de hoy comunicamos que el Santo Padre ha aceptado la renuncia del Pbro. Carlos Eugenio Irarrázaval Errázuriz como Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Santiago, oficio eclesiástico para el que había sido electo.”
Todo esto suscita en mí algunas reflexiones que quiero compartir:
- 1) Está llegando un tiempo en que los laicos han de tomar iniciativas serias y decisivas para examinar el paso de nuestra iglesia cuando sea torpe o desencaminado. Cuando fuimos bautizados se nos ungió con el óleo santo que nos convertía en sacerdotes (a todos) profetas y reyes. Es el tiempo del protagonismo de los laicos, de su profetismo, y contra el mal del clericalismo que impera en nuestra iglesia.
- 2) Las mujeres han de tomar una iniciativa cada vez mayor porque mayor es su marginación en el seno de la iglesia. En este sentido, alabo y me siento muy unido a la asociación “Mujeres Iglesia Chile” que ya llevan más de tres años luchando por los derechos de la mujer en la iglesia.
- 3) Que los esfuerzos de movilización, concienciación y trabajo conjunto son, a la larga, útiles y consiguen sus fines. La renuncia de este presbítero, aun sin llegar a ejercer su cargo como obispo auxiliar de Santiago de Chile, es una buena prueba de ello.
- 4) La iglesia es, sobre todo, pueblo de Dios y no solo jerarquía. Y esta dimensión de ser pueblo de Dios en marcha ha de ir tomando más cuerpo y más presencia en la sociedad. Más aún en este tiempo donde no contamos con líderes eclesiales de prestigio en nuestras iglesias locales y en el que la jerarquía está bastante desacreditada, en general.
- 5) Sólo hay una iglesia, pueblo y jerarquía, pero ésta no puede ocupar un protagonismo desmesurado, porque pierde vitalidad y presencia en la sociedad y la comunidad se ve deformada: mucha cabeza y poco cuerpo. Es bueno que la cabeza disminuya para que crezca el cuerpo y se bombeé más el corazón.