Con el paso de los días he aprendido y he visto y escuchado a la gente decir un año menos de vida y con nostalgia recuerdan su pasado, y no sabemos cómo conectar el pasado con el presente y nos enfocamos en los momentos más dolorosos y en las pérdidas, pero estos momentos son oportunidades que nos han acercado a Dios y nos han enseñado lecciones importantes, reconociendo que las bendiciones actuales son fruto del pasado, el pasado debe ser visto como clave de bendición, podemos compartir esas bendiciones con otros, ya sea a través de testimonio o palabras de aliento, o simplemente con una actitud de gratuidad para con Dios, el texto de  Jeremías 29:11: nos dice, “que bien me sé los pensamientos que pienso sobre vosotros –Oráculo de Yahvé –pensamientos de paz, y no de desgracia, de daros un porvenir de esperanza”. Jeremías nos recuerda que incluso en tiempos difíciles Dios tiene planes de bien para cada una/o.

Es así como vemos en Isaías la promesa del Mesías, Isaías 9:6-7.

6.Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado, y la soberanía reposará sobre sus hombros; y se llamará su nombre Admirable Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. 7. El aumento de su soberanía y de la paz no tendrán fin sobre el trono de David y sobre su reino, para afianzarlo y sostenerlo con el derecho y la justicia desde entonces y para siempre. El celo del SEÑOR de los ejércitos hará esto.

En Isaías encontramos la promesa del Mesías, quien viene a traer un Reino de paz, justicia y misericordia. Adviento es hacer memoria, de su llegada al mundo, y nos invita a reconocer que Dios siempre obra en lo humilde, en lo pequeño.

Navidad no es solo un evento histórico de su llegada al mundo, es un acto de amor y de redención, que elige a personas comunes para cumplir sus grandes propósitos; adviento nos invita a ser receptivos, dispuestos acoger su mensaje y la importancia de nuestras acciones y ayuda, podemos ser instrumento de su amor y misericordia.