La cara y la cruz de la vida

Un año más parece que en estos días el Evangelio recobra más fuerza que el resto del año, y es que para los cristianos, éste es el momento más importante, el momento de la cruz. Pero también de la vida, de la luz, de la esperanza. La vida tiene su cara alegre, gozosa y por supuesto, sus momentos de cruz, de miedo, de incertidumbre. ¡Nadie nos dijo que fuera fácil ser seguidores de Jesús! Por eso, hoy más que nunca, necesitamos, aunque sólo sea por egoísmo, creer que de verdad el Evangelio merece la pena. Él se hace débil en nuestra debilidad, humilde en nuestras humillaciones. Sintió como lo hemos sentido nosotros tantas veces la incomprensión, el fracaso, el dolor…y es que la vida nos puede en demasiadas ocasiones…
Cuantas veces nos hemos preguntado: ¡por qué Señor, por qué!… Demasiadas veces no llegamos a entender, demasiadas veces son los más cercanos los que más dolor nos producen y ante la impotencia, levantamos nuestra mirada para encontrarnos con la suya para preguntarle: por qué Señor.
Él tampoco entendió por qué los suyos, los que más quería, le traicionaron y también, como nosotros, levantó la mirada al cielo para preguntar: Padre, ¿por qué?
Ahora es el momento de descalzarnos, de hacer silencio ante el misterio del dolor, pero a tu manera Señor, sin rendirnos…
Feliz Pascua de resurrección a todos los que compartimos este minuto. Recordad que la cruz siempre nos tiene que llevar a la vida. No nos quedemos en el viernes santo, ¡sigamos caminando hasta encontrar la luz, la plenitud que tanto añoramos!...
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