La cara y la cruz de la vida
Cuantas veces nos hemos preguntado: ¡por qué Señor, por qué!… Demasiadas veces no llegamos a entender, demasiadas veces son los más cercanos los que más dolor nos producen y ante la impotencia, levantamos nuestra mirada para encontrarnos con la suya para preguntarle: por qué Señor.
Él tampoco entendió por qué los suyos, los que más quería, le traicionaron y también, como nosotros, levantó la mirada al cielo para preguntar: Padre, ¿por qué?
Ahora es el momento de descalzarnos, de hacer silencio ante el misterio del dolor, pero a tu manera Señor, sin rendirnos…
Feliz Pascua de resurrección a todos los que compartimos este minuto. Recordad que la cruz siempre nos tiene que llevar a la vida. No nos quedemos en el viernes santo, ¡sigamos caminando hasta encontrar la luz, la plenitud que tanto añoramos!...