El arzobispo de Homs relata su experiencia con el pueblo sirio durante trece años de guerra Jean Abdo Arbach: “¿Permanecer en nuestra tierra o marchar? Este es el dilema de los cristianos de Siria”

Jean Abdo Arbach
Jean Abdo Arbach Flama

El arzobispo grecocatólico melquita Jean Abdo Arbach nunca olvidará las circunstancias en las que tuvo que tomar posesión en la archidiócesis de Homs, Hama y Yabrud, en Siria, a finales de 2012. Mientras se libraban los primeros enfrentamientos armados de una de las guerras más sangrientas del Próximo Oriente en lo que va de siglo, la primera dificultad con que se encontró Arbach al llegar a Yabrud fue que la sede episcopal había sido convertida en un centro de operaciones del grupo Estado Islámico y en hospital de guerra

“Celebré la primera misa en un sótano y alquilé una casa donde vivir con los sacerdotes diocesanos, puesto que en aquel periodo toda la región estaba en manos del Estado Islámico”, explicó Arbach el pasado domingo 9 de marzo en la basílica de la Sagrada Familia, donde compartió su experiencia vital en tierras sirias en el marco de la novena edición de Siente la Cruz

(Flama).- El arzobispo grecocatólico melquita Jean Abdo Arbach nunca olvidará las circunstancias en las que tuvo que tomar posesión en la archidiócesis de Homs, Hama y Yabrud, en Siria, a finales de 2012. Mientras se libraban los primeros enfrentamientos armados de una de las guerras más sangrientas del Próximo Oriente en lo que va de siglo, la primera dificultad con que se encontró Arbach al llegar a Yabrud fue que la sede episcopal había sido convertida en un centro de operaciones del grupo Estado Islámico y en hospital de guerra.

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“Celebré la primera misa en un sótano y alquilé una casa donde vivir con los sacerdotes diocesanos, puesto que en aquel periodo toda la región estaba en manos del Estado Islámico”, explicó Arbach el pasado domingo 9 de marzo en la basílica de la Sagrada Familia, donde compartió su experiencia vital en tierras sirias en el marco de la novena edición de Siente la Cruz (Sent la Creu, en catalán).

El encuentro, que se celebra cada año coincidiendo con el inicio de la Cuaresma para compartir el sufrimiento de diferentes pueblos cristianos de todo el mundo, reunió en el templo de Gaudí a centenares de fieles que pudieron escuchar el sobrecogedor relato de Arbach, testigo de una capacidad de destrucción y de maldad humana que, después de más de trece años, han dejado Siria en una situación de devastación casi total.

¿Qué piensa de esta forma que tiene el arzobispado de Barcelona de empezar la Cuaresma rogando por los cristianos perseguidos y con ellos?

Empezar así la Cuaresma tiene un sentido profundo, porque este periodo litúrgico reúne tres aspectos esenciales: la oración, el ayuno y la limosna. Mientras nos aproximamos a Dios a través de la penitencia, nos preparamos para llegar a Semana Santa con el alma purificada y festejar la gloriosa resurrección de Cristo.

El arzobispo grecocatólico melquita de Homs
El arzobispo grecocatólico melquita de Homs Flama

¿Cómo es su diócesis, desde el punto de vista numérico, y cuánto tiempo tardó en entrar, una vez que fue elevado a arzobispo por el papa Benedicto XVI?

Hablamos de un territorio de 17 parroquias atendidas por 17 curas, con 5.000 familias grecomelquitas católicas residentes. Tenemos numerosos centros de educación cristiana y 470 catequistas y 2.800 alumnos. A través de nuestra presencia, intentamos aportar fraternidad y cooperación en la medida de las posibilidades. En cuanto a la segunda pregunta, después de llegar por primera vez a Yabrud el 2012, tardé dos años en poder visitar la totalidad de municipios y parroquias de la diócesis, donde fui testigo de la maldad y la destrucción. En estos años, un total de 9 iglesias de nuestra diócesis han sido completamente destruidas.

¿Cómo es la situación en estos momentos, en su territorio diocesano y en Siria, en general, después de tantos años de guerra?

La situación actual en toda Siria, como sabrán ustedes si ven las noticias, no es nada buena. El pueblo hoy vive en un contexto de miedo, sin seguridad de ningún tipo y afrontando necesidades básicas urgentes. En estos momentos, el primer desafío es el de la subsistencia: tenemos un 85% de las familias en situación de pobreza extrema; no hay trabajo, y, además, el embargo contra Siria impide las importaciones y las exportaciones, lo cual tiene unas repercusiones muy graves para la economía. En cuanto a la inseguridad ciudadana, hay muchos robos y ataques en las casas. Y en ciudades como por ejemplo Homs, hay barrios rodeados de grupos armados que controlan todos los accesos.

Usted ha visto morir asesinados a muchos cristianos por razones de fe durante los últimos años. ¿Qué siente al presenciar esta situación tan dura?

La persecución de los cristianos en Siria no es nueva, sino que empezó ya en los primeros tiempos del cristianismo y continuó en épocas posteriores de la historia como la llegada del Islam, las guerras de las cruzadas, la época del imperio turco, y también durante la primera y la segunda guerra mundial. La persecución siempre se ha mantenido, pero ahora los cristianos de Siria y otros países del Próximo Oriente vivimos tiempos particularmente difíciles marcados por una incertidumbre profunda. La pregunta más importante que nos hacemos ahora es si permanecer donde estamos, en nuestra tierra, o irnos.

¿La de Siria es una guerra olvidada?

En mi opinión, y sin ser un experto en política, creo que la de Siria es una guerra internacional más que no una guerra civil, puesto que hay otros países implicados en el conflicto. Y al margen de la guerra con las armas, hay la guerra económica y por la subsistencia: la carencia de pan y el hambre han provocado una gran desgracia en el país, que vive una situación marcada por la inestabilidad y en que la gente no sabe qué hacer.

El papa Francisco denunció el pasado fin de semana en la misa del Jubileo de los Voluntarios que el mundo está en manos de “fuerzas malignas”. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?

El Papa está mejor informado que todos nosotros y, si ha dicho esto, seguro que tiene razón. Hoy en día hay muchas guerras más allá de la de Siria. En el continente europeo, por ejemplo, está el conflicto de Ucrania y en otros países de la Unión Europea también hay familias que pasan hambre. Además, hace poco, el presidente de los Estados Unidos anunció que retiraría las ayudas en los países pobres. Allá donde hay inseguridad, hambre, miseria, enfermedades, carencia de acceso a las medicinas, hay guerra. El maligno, como dice el Papa, siempre está presente, lo que no sabemos en estos momentos es quiénes hay detrás de estas ansias por destruir el ser humano. Por eso, en el padrenuestro pedimos al Señor que nos libre “de cualquier mal”.

¿Cuál es el papel de Ayuda a la Iglesia Necesitada con los cristianos de Siria?

Ayuda a la Iglesia Necesitada desarrolla un papel crucial, nos han ayudado mucho en estos años y lo continúan haciendo. Tenemos que agradecer todos los benefactores de la fundación, puesto que, sin su apoyo, sería imposible mantener los proyectos allá. Hay que rogar para que puedan continuar ayudando en estos momentos tan difíciles, para que los cristianos de Siria puedan continuar en su tierra, que es la cuna del cristianismo.

Usted conoció al papa Francisco cuando él era cardenal arzobispo de Buenos Aires y usted exarca en Argentina.

Trabajamos juntos, me ayudó mucho en mi gestión como obispo en Argentina y solucionamos una gran cantidad de problemas. Es un hombre de oración, de paciencia, analiza bien cada situación a la cual se enfrenta: escucha aquellos que lo rodean y responde a cada problema con la palabra justa. Esperemos que Dios le dé salud para continuar adelante más tiempo con su misión.

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