¿Quién dijo prójimo?
Prójimo viene de próximo, por lo tanto tiene que ser alguien cercano a mí, alguien a quien yo encuentro en mi camino o salgo a buscar. Una vez que lo he echo, me aproximo y a partir de ahí, mi vida cambia, pero no porque lo busque, sino porque el encuentro te hace cambiar, como le pasó a la Samaritana (Jn 4,4-26).
Cambia nuestro corazón y nuestro sentir porque ese prójimo ya no es alguien “abstracto”, sino que empieza a tener un rostro y un nombre, convirtiéndose en Evangelio porque el pobre es para el Evangelio el prójimo.
Ellos son los marginados de nuestro mundo social y cultural, son los pobres oprimidos y explotados de este primer mundo nuestro.
Cuando decidimos optar por ellos, toda opción conlleva una decisión. Si lo hacemos por una determinada clase social, significa por lo tanto, ir en contra de la otra, siendo solidarios con sus intereses y luchas. Lo hacemos bajando al “ruedo”, junto a ellos, con ellos y no desde la barrera como quisieron hacer Oscar Romero, Pedro Casaldaliga, Teresa de Calcuta y tantos otros que quizá no son conocidos, pero que tienen el mismo valor.
Puede que sea el momento de dejar a un lado nuestros intereses, nuestro egocentrismo, bajar al “ruedo” para ver que hay alguien que me está esperando, que tiene su mano tendida esperando que yo le tienda la mía.
Vivimos demasiado cómodos, nos puede el dios del consumismo, el dios del dinero, del ser… demasiados dioses para dejar un lugar a nuestro Dios.