Un santo para cada día: 6 de febrero Santa Dorotea: la patrona de los floristas, jardineros, novias y recién casados
No se contentó con mantenerse firme en su fe, sino que convirtió para la causa de Cristo, incluso a aquellos que trataban de disuadirla y ¿aún seguimos preguntándonos dónde está el secreto de todo apostolado?
El martirologio de S. Jerónimo nos presenta a Dorotea como una mujer caritativa, pura y sabia, lo que no nos dice es que además de todo eso era humilde y mansa según los testimonios de la época. Ahí es nada. Después de haber dicho esto, casi no merece la pena seguir hablando de ella y lo que a continuación podríamos hacer es dedicarnos a desarrollar el contenido de estos términos, pero mucho me temo que en unos renglones lo único que podríamos hacer es empobrecer el alcance de los mismos. Ah, se me olvidaba, por si fuera poco también resultaba ser muy atractiva. Quienes la conocieron, tal como nos dicen las crónicas, se maravillaban de sus dones y se sentían muy a gusto con su presencia. ¿Quién no?
Dorotea tuvo la suerte, o la desgracia según se mire, de nacer en el siglo III durante la dominación de Diocleciano, cuando ser cristiano llevaba aparejado un riesgo inminente y el bautismo del agua iba frecuentemente asociado al bautismo de sangre. El riesgo era mucho mayor naturalmente para una mujer como ella, que no pasaba desapercibida, de modo que pronto se convirtió en un objetivo de pesquisas por parte del Prefecto Saprizio, quien ordenó que compareciera ante su presencia y así sucedió.
Había llegado la hora de la verdad para la jovencísima Dorotea, pero no la pillaba desprevenida y cuando el perseguidor Sapricio la invitó a rendir culto a los dioses inmortales de Roma, Dorotea respondió que ella solo tenía como dueño al Dios que está en el cielo. Cambia de opinión, la replicó el prefecto o te haré castigar … El diálogo continua entre ambos, en un tira y afloja, uno que trata de doblegar con la amenaza y la otra que no solo no da su brazo a torcer sino y esto es lo más admirable, olvidándose de la que le viene encima trata de convencer al prefecto de que está en un error y es él el que debería abrir los ojos. La enamorada de Cristo concluye diciendo “¿Qué esperas? Haz lo que debes hacer, así podré ver a Aquel por cuyo amor no temo la muerte ni los tormentos”.
En vista de que él no podía persuadirla la puso bajo la custodia de Crista y Calixta, apóstatas y ligeras de cascos, para que fueran ellas las encargadas de convencerla, tal y como nos relatan las Actas del Martirio, pero sucedió que fue Dorotea quien convenció a las dos hermanas que acabaron siendo mártires también. Después de haber sufrido dolorosos tormentos, se dictó contra Dorotea la esperada sentencia. A la salida del pretorio, Teófilo, el abogado de Saprizio, le dijo: “Oh tú, esposa de Cristo, mándame rosas y manzanas del paraíso de tu esposo.” Era Febrero. Dorotea le respondió: “Sí, te las mandaré”al llegar al lugar del suplicio, oró un instante, y se realizó el prodigio: apareció un niño con tres manzanas y tres rosas. Dorotea le ordenó: “Llévalas a Teófilo y dile: “He aquí, te mando del Paraíso lo que me has pedido”. Seguramente debido a esta anécdota a Sta Dorotea se la representa con una cesta de fruta y flores y es considerada la patrona de los floristas, jardineros, novias y los recién casados. Al instante, la joven fue degollada, lo que supuso también la conversión de Teófilo.
Reflexión desde la perspectiva actual
Salta a la vista el ejemplo de firmeza que nos trasmite esta Santa a los cristianos de hoy, que vivimos tan plácidamente nuestro cristianismo encendiendo una vela a Dios y otra al diablo. No se contentó con mantenerse firme en su fe, sino que convirtió para la causa de Cristo, incluso a aquellos que trataban de disuadirla y ¿aún seguimos preguntándonos dónde está el secreto de todo apostolado?