Un santo para cada día. 8 de febrero Santa Josefina Bakhita: patrona de la trata de mujeres
“Si volviese a encontrarme a aquellos negreros que me raptaron y torturaron me arrodillaría para besar sus manos, porque si no hubiese sucedido esto ahora no sería cristiana y religiosa”
Nacía Josefina a mediados del S. XIX en el pueblo de Olgossa en Darfur, el sobrenombre de Bakhita con el que se la conoce, significa afortunada, y fue impuesto, oh ironías del destino, por los mismos negreros en el momento que la secuestraban, de la forma más inesperada y que ella misma nos cuenta en su autobiografía.
Tenía 9 añitos cuanto esto sucedió. Paseando plácidamente con una amiga por el campo se les acercaron dos extranjeros y uno de ellos le pidió que fuera al bosque a buscar alguna fruta , Josefina obedeció y cuando ya se hubo internado en la selva la capturaron, trasladádola a El Obeid, donde fue vendida en el mercado de esclavos. Aquí comenzaría el calvario de una niña, que fue pasando de amo en amo a cual más cruel, hasta que cayó en manos del comerciante Calixto Leganini, que la dispensó un trato humano y digno. Fue entonces cuando, según escribe ella misma, se sintió bien durante el tiempo que estuvo con Leganini y más tarde con la esposa de su amigo Augusto Michieli, a la que sirvió como niñera, llegando a intimar con una de las hijas, llamada Minnina .
Ambas decidieron ingresar juntas al noviciado del Instituto de las Hermanas de la Caridad, (Las Canossianas ) en Venecia y fue allí donde conoció al Dios Cristiano llegando a tener el convencimiento interior de que había sido El quien le había dado fuerzas para poder soportar la esclavitud. Al poco tiempo de haber ingresado, recibió conjuntamente el bautismo, primera comunión y confirmación, el 9 de enero de 1890, de manos del Cardenal de Venecia. A medida que pasaba el tiempo fue interiórizandose y un día sintió la llamada de Dios no dudando en convertirse en una de las hermanas de la Orden. El 7 de diciembre de 1893, a los 38 años de edad se cumplía su deseo.
En 1902 de Canossa fue trasladada a Venecia para seguir sirviendo a Dios en los oficios más humildes, con gran modestia y humildad, pero sobre todo habría que destacar su entrega para con los más pobres y necesitados, lo que hizo que se la conociese como la Madre Moretta. Con los años sus fuerzas se fueron debilitando, hasta verse postrada en una silla de ruedas. Después de haber pasado por una enfermedad dolorosa, el 8 de febrero de 1947 fallecía en Schio, a la edad de 78 años, quedando sepultados sus restos en el altar de la iglesia de dicho convento. Patrona del Sudán, de donde es oriunda, podía ser considerada también patrona de la trata de mujeres.
Reflexión desde el contexto actual
Acabado el interminable periodo de falta de libertad, Josefina recobraba la paz de su espíritu y se reconciliaba consigo misma y con una sociedad que durante un tiempo la trató como esclava, robándole los mejores años de su vida. Cuando se sintió libre continuó sirviendo a los demás, pero cambiando de dueño. A partir de entonces sus nuevos amos serían los pobres y necesitados ¿no es éste un maravilloso ejemplo para un mundo tan egoísta e insolidario como el nuestro, en el que cada cual va a lo suyo?
El otro ejemplo que nos deja Josefina es el del perdón y comprensión: “Si volviese a encontrarme a aquellos negreros que me raptaron y torturaron me arrodillaría para besar sus manos, porque si no hubiese sucedido esto ahora no sería cristiana y religiosa”. Me pregunto si nuestro mundo, sacudido por el odio y la venganza, es aún capaz de emocionarse ante la sublimidad de estas palabras. Personas así son las que nos permiten aún seguir confiando en el hombre