Jesús nos libera del miedo

Domingo Treinta y Tres Año Ordinario B. 18.11.2018.

(Marcos 13, 24-32).

"Ahora bien, pasando a esos otros días, después de esa angustia, el sol no alumbrará, la luna perderá su brillo, las estrellas caerán del cielo y el universo entero se conmoverá. Y verán al Hijo del Hombre viniendo en medio de las nubes, con mucho poder y gloria. Enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo... .
... Así también ustedes cuando vean todo esto, comprendan que ya está cerca, a las puertas. ... .
Pero, en cuanto se refiere a ese día o a esa hora, no lo sabe nadie, ni los ángeles en el Cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre".


Jesús después de anunciar el fin del mundo judío, pronuncia algunas palabras referentes a otro acontecimiento de mayor amplitud: el fin del mundo presente, mejor dicho: su transformación. Así es como Jesús dice: "El sol no alumbrará, la luna perderá su brillo". Estas palabras muestran figuras sacadas de Isaías 13, 10 y 34, 4, que expresan el desconcierto, el miedo, el susto y la descomposición de los hombres, de las mujeres y del universo ante la majestad del Juez supremo.
Después, en este Evangelio de hoy, habla de como el Hijo del Hombre: "Enviará a los ángeles... ". Es otra figura común a los libros judíos que hablaban del juicio de Dios. Asimismo las "trompetas" de que hablaban Mateo 24, 31 y 1 Tesalonicenses 4, 16. Todo esto esto no se puede tomar al pie de la letra.
Además, Jesús, en este Evangelio de este domingo nos ha dicho:

"Pero, en cuanto se refiere a ese día o a esa hora, no lo sabe nadie, ni los ángeles en el Cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre".

En este párrafo volvemos al fin de la historia. El día, sin más, es el del juicio, llamado "Día de Yavé" en los Profetas (Amós; Sofonías 1, 15).
Nadie sabe cuándo será la hora. Jesús lo dice con toda claridad. Pero, en este párrafo, nos preguntamos: ¿qué significa: "ni el Hijo, sino sólo el Padre", lo sabe? ¿Acaso no significaría esto que el Hijo no es Dios como el Padre? Pero debemos recordar que cuando Jesús habla del Hijo y del Padre, habla de él mismo, como ser humano y su conciencia humana, frente al Padre Dios. En la mente humana de Jesús no cabe la ciencia infinita que está en Dios (Ver Lucas 3, 21 y Marcos 6, 1). Dios Padre puede comunicar a Jesús ciertas luces proféticas, pero no puede decirle, por ejemplo: El fin del mundo ocurrirá en tal fecha. Porque la fecha no está fijada, sino que depende de cómo nosotros hacemos madurar y avanzar el Reino de Dios con nuestros esfuerzos y nuestras oraciones (2 Pedro 3,12). La ciencia moderna demuestra que el tiempo no corre igual para dos personas de las que una se mueve y la otra no. Menos todavía corre igual para Dios y para nosotros. Dios conoce la hora en la eternidad, pero esto no implica que le corresponda una fecha determinada en nuestro tiempo.


Después de haber hecho algunas aclaraciones, consideraciones y explicaciones, me enfocaré directamente a lo referente al título de este escrito dominical: "Jesús nos libera del miedo".
Me ayudaré en este propósito del libro: "El Anuncio de la Esperanza" de Paoli y Galilea.

Lo dicho por Jesús en Evangelio de este domingo no pretende asustarnos ni presentar una visión apocalíptica del mundo. Jesús sólo pretende hacer una constatación que nadie puede negar: en el mundo hay catástrofes, terremotos, inundaciones, incendios, pobrezas y miserias, guerras, terrorismos, miserias morales, incluso abusos sexuales al interior de la misma Iglesia de miembros de ella. ¿Quien puede negarlo?
Y lo que es tal vez peor son las amenazas del futuro. Graves crisis económica de un "capitalismo salvaje", de hambrunas generalizadas, de peligros de guerras atómicas y nucleares. La gente es insegura, lleva en sí, el miedo. Las injusticias clamorosas agravan el panorama, los derechos humanos están en manos arbitrarias de unas pocas personas insensibles y egoístas: el sistema neo liberal vigente es causante de asesinatos y muerte de muchos hermanos: hace la inmoral injusticia y pecado social.

"Nada es divino y adorable fuera de Dios. El hombre cae en la esclavitud cuando diviniza o absolutiza la riqueza, el poder, el Estado, el sexo, el placer o cualquier creación de Dios, incluso su propio ser o su razón humana. Dios mismo es la fuente de liberación radical de todas las formas de idolatría, porque la adoración de lo no adorable y absolutización de lo relativo, lleva a la violación de los más íntimo de la persona humana: su relación con Dios y su realización personal. He aquí la palabra liberadora por excelencia: "Al Señor Dios adorarás, sólo a Él darás culto" (Mateo 4,10; Deuteronomio 5, 6 ss) La caída de los ídolos restituye al hombre su campo esencial de libertad. Dios, libre por excelencia, quiere entrar en diálogo con un ser libre, capaz de hacer opciones y ejercer sus responsabilidades individualmente y en comunidad.Hay, pues, una historia humana que, aunque tiene su consistencia propia y su autonomía, está llamada a ser consagrada por el hombre a Dios. La verdadera liberación, en efecto, libera de una opresión para poder acceder a un bien superior". (Puebla 491).

Jesús liberador nos libera también del miedo. El miedo es también un ídolo, a veces irracional, que se nos impone y que puede ser la peor de las opresiones. Jesús y su Evangelio es la Buena Noticia que supera los miedos: al más allá, a la muerte, a las inseguridades, a las angustias, a los poderes y a la naturaleza.

Los estudiosos de la política nos han dicho que lo que está en el fondo de las guerras, las represiones, los terrorismos, la carrera armamentista, las injusticia con los pobres, es el miedo. Los países se temen, el imperialismo se teme, los gobiernos tienen miedo a las masas empobrecidas, los pobres tienen miedo al poder, los ricos y poderosos le temen a todo.

El miedo existe también en la Iglesia y en nuestras comunidades. De otra forma, mucho más sutil. Pero nos hace ver que la comunidad eclesial necesita también de la liberación de Jesús y su Evangelio. En la Iglesia, hoy día, hay miedo a la autoridad, a la crítica; miedo a los avanzados, a los conservadores, a las ideas nuevas, a la jerarquía autoritaria, a las comunidades de base, a las decisiones de arriba y a las profecías de abajo ¿Dónde está la fe en el Espíritu Santo que habita en la Iglesia? ¿Y la promesa de Cristo que estará con nosotros hasta el fin de los tiempos? ¿Y la fuerza de la Pascua que une y que triunfa sobre lo que divide?

Sólo a causa de Jesús y de su Evangelio podemos superar el miedo. Y en estas circunstancias de miedo a todo nivel y temor a la crisis de Iglesia actual, no olvidemos a San Paulo que habla como cristiano libre de todos los miedos cuando dice:
"¿Qué diremos a esto? Si Dios está a favor de nosotros ¿quién puede estar contra nosotros...? ¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿Acaso podrá hacerlo el sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, o la desnudez, o el peligro, o la muerte...? Pero en todo salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Estoy seguro que nada hay que nos pueda separa del amor de Dios. Ni la muerte, ni la vida, ni lo presente, ni lo futuro, ni ninguna cosa que Dios haya hecho puede separarnos del amor que el Padre nos ha mostrados en Cristo Jesús, nuestro Señor". (Romanos 8).

Jesús nos libera del miedo. No lo olvidemos en la evangelización ni en nuestro compromiso por la liberación de nuestros hermanos. La liberación del miedo forma parte
del Evangelio de Jesús.


Pbro. Eugenio Pizarro Poblete+

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