"La reforma del Código Canónico aún no ha terminado" Hans Zollner SJ: "La renuncia del cardenal Marx puede contribuir a la prevención del abuso, a la transparencia y a la rendición de cuentas"
"Con esta reforma se integran en la ley universal de la Iglesia los cambios que se han ido produciendo en los últimos años"
"Entre sus novedades, añade abuso de poder o un abuso espiritual sobre cualquier persona, sea cual sea su edad o condición"
"No podemos aspirar a una ausencia total de abusos. El objetivo es reducir las probabilidades"
"La Congregación para la Doctrina de la Fe tiene la facultad de condenar más allá del plazo de la prescripción del delito, aunque haya uno establecido"
"El cardenal Marx, con su dimisión, nos ha mostrado que la misión y credibilidad de la Iglesia y sus oficiales son más importantes que su cargo o posición personal"
"No podemos aspirar a una ausencia total de abusos. El objetivo es reducir las probabilidades"
"La Congregación para la Doctrina de la Fe tiene la facultad de condenar más allá del plazo de la prescripción del delito, aunque haya uno establecido"
"El cardenal Marx, con su dimisión, nos ha mostrado que la misión y credibilidad de la Iglesia y sus oficiales son más importantes que su cargo o posición personal"
"El cardenal Marx, con su dimisión, nos ha mostrado que la misión y credibilidad de la Iglesia y sus oficiales son más importantes que su cargo o posición personal"
Hablamos con Hans Zollner (Ratisbona, Alemania, 1966), uno de los grandes expertos eclesiásticos en materia de prevención de abuso sexual y miembro de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores desde su creación en 2014. Jesuita, teólogo y psicólogo, es profesor y psicoterapeuta.
En 2019 aseguró de la cumbre antipederastia que era una oportunidad de hacer algo importante. La cumbre reunió, en febrero de aquel año, a 130 presidentes de episcopados de todo el mundo. "No se puede cambiar la Historia de la Iglesia en cuatro días, pero podemos hacer algo importante. La lucha contra los abusos es una prioridad en la agenda de la Iglesia", dijo entonces.
Hacer algo importante... como reformar el Código Canónico. Hoy, ya en 2021, hablamos con él para que nos comente la reciente reforma del Derecho Canónico del Papa, especialmente en lo tocante al tema de los abusos sobre el que, nos consta, viene desarrollado una ardua labor.
Consciente de la realidad, sabe que ni la Iglesia, ni ningún otro Estado, puede aspirar a una ausencia total de abusos. "El objetivo es reducir las probabilidades" con una reforma legal. La cual, afirma, es un paso importante en un camino que aún no ha terminado.
A avanzar en este camino, opina, ha contribuido el cardenal Marx con su renuncia porque "nos ha mostrado que la misión y credibilidad de la Iglesia y sus oficiales son más importantes que su cargo o posición personal". Una medida que, desde su punto de vista, "puede tener un efecto simbólico hacia la renovación. Puede contribuir a la prevención del abuso, a la transparencia y a la rendición de cuentas". Es la Iglesia testimonial.
-¿Es un paso histórico el hecho de que los abusos se hayan tipificado como un crimen en el Código de Derecho Canónico?
-La reforma de la parte VI del Código de Derecho Canónico que se promulgó el pasado 2 de junio es un paso importante. El abuso se tipifica como delito y se define como un delito “contra la dignidad” y no como un delito contra la responsabilidad específica de un clérigo. Por lo tanto, el abuso también es punible en caso de que el autor del abuso sea una persona consagrada, incluido una monja o una persona laica.
Con esta reforma se integran en la ley universal de la Iglesia los cambios que se han ido produciendo en los últimos años, entre otros, la extensión de la prescripción de esos delitos o la definición de crímenes como difundir imágenes abusivas en internet.
Además, hay otras novedades como que ya no sólo se incluye a los menores o a las personas que habitualmente tienen un uso imperfecto de la razón, sino que se considera que toda persona adulta puede ser víctima de un abuso, como un abuso de poder o un abuso espiritual. Otra novedad es que más allá de las restricciones al ministerio sacerdotal habrá otro tipo de penas aplicables tanto a sacerdotes y consagradas como a laicos y laicas. Por ejemplo, sanciones de tipo económico, la prohibición de asumir un cargo eclesial, de votar en una elección eclesial o de vestir el traje eclesiástico o el hábito religioso y la obligación de reparar el daño.
Estos se pueden considerar pasos históricos, pero también creo que no terminarán aquí y que seguirán otros.
-¿La reforma canónica va a ayudar a limpiar la Iglesia de clérigos abusadores y de obispos encubridores?
-No podemos aspirar a una ausencia total de abusos. Aunque sea difícil, debemos reconocer el hecho revelador de que puede que siempre haya casos de abusos en la Iglesia, clérigos que abusan y obispos que encubren. El objetivo pasa por reducir e imposibilitar las probabilidades de que eso ocurra. La reforma del Código es un paso hacia adelante en esa dirección, pero la interpretación y aplicación de esta legislación debería ser llevada a la práctica de manera similar y consistente en diferentes partes del mundo.
"Creo que es importante subrayar, en palabras del Papa Francisco, que las reformas organizativas y estructurales son secundarias, es decir, vienen después. La primera reforma debe ser la de las actitudes”
Las normas escritas no son suficientes, es necesario un verdadero proceso de conversión que transforme los corazones y generar un cambio de cultura real que empieza por escuchar a las víctimas. Escucharlas activamente no es un simple ejercicio de empatía y buena voluntad, sino que es entender cuánto y cómo afecta a la vida de una persona el abuso sexual o cualquier otro tipo de abuso (de poder o de conciencia), acompañarlas y acoger sus sugerencias para evitar que los abusos vuelvan a repetirse.
-¿Las víctimas están satisfechas con esta reforma canónica?
Yo no puedo hablar en nombre de las víctimas. Es a ellas a quien corresponde responder. Obviamente, hace muchos años que están pidiendo señales claras y coherentes de cambio en la Iglesia y esta reforma ha sido un paso adelante en ese sentido. Yo he tenido ocasión de escuchar a algunas de estas personas y han apreciado este esfuerzo que ven como una etapa ulterior para aclarar los derechos y el camino de justicia dentro de la Iglesia.
-¿No se queda corto el plazo de la prescripción de 20 años, para un crimen que cuesta tanto denunciar? ¿No se requeriría un plazo más amplio de 30 o 35 años, como ya sucede en algunas legislaciones civiles?
De hecho, no existe un acuerdo a nivel global en la legislación civil sobre cuál debería ser el plazo de prescripción y las legislaciones civiles han establecido plazos de prescripción muy diferentes. Algunas víctimas no llegan a denunciar hasta pasados muchos años. Un plazo más amplio de la prescripción en este tipo de delitos, por una parte, podría efectivamente ayudar a que se denunciaran casos más allá de los 20 años. Por otra parte, no es para nada seguro que facilite una denuncia que lleve posteriormente a una condena. Además, la Congregación para la Doctrina de la Fe tiene la facultad de condenar más allá del plazo de la prescripción del delito.
-Hace años que usted viene pidiendo a los obispos máxima diligencia en la prevención y sanación de los abusos del clero? ¿Le hacen caso a nivel general y, en concreto, en España?
En general, se puede decir que se han dado pasos hacia la prevención y sanación. La mayor parte de conferencias episcopales ya han comenzado a aplicar los acuerdos básicos de la cumbre de 2019 tras la cual se produjeron varios cambios que ahora recoge la reforma del Código de Derecho Canónico.
Según tengo entendido, muchas diócesis españolas han seguido las indicaciones legislativas que se promulgaron tras el encuentro de febrero de 2019 en el Vaticano. El hecho de que se hayan ido creando protocolos y oficinas para la protección de menores y presentación de denuncias por abusos cometidos en distintas diócesis es muy importante. Sin embargo, debemos evitar pensar que ya está todo hecho. Prevenir el abuso y acompañar a las personas que han sufrido sus consecuencias es o debería ser parte de la misión integral de la Iglesia y sus representantes deben continuar con esta misión. Pero también es responsabilidad de los fieles, como Pueblo de Dios. Todos debemos comprometernos con denunciar si exite una sospecha de un caso de abuso.
-¿Qué valoración hace del 'gesto' del cardenal Marx y qué consecuencias puede traer?
Considero el hecho de que el Cardenal Marx haya presentado al Papa una carta de renuncia como un signo de extraordinaria importancia que merece gran respeto. El cardenal nos ha mostrado que la misión y credibilidad de la Iglesia y sus oficiales son más importantes que su cargo o posición personal.
En su declaración el cardenal hace referencia tanto a las responsabilidades individuales como a los motivos institucionales y sistémicos que han llevado a la Iglesia a una situación de “punto muerto”. Si seguimos adelante como hasta ahora, no cambiará nada. Es necesaria una escucha de lo que el Espíritu nos dice en este momento de la historia eclesial y humana que pueda hacernos salir de la desolación espiritual. Así que creo que el significado de su decisión es central para la Iglesia en Alemania, de la que muchos años presidió la Conferencia Episcopal, y también para la Iglesia universal.
Probablemente hasta dentro de unos días o de unas semanas no podremos ver ni valorar las consecuencias de este gesto. Pero creo que queda claro que es un gran paso, digno de admiración, frente a la cuestión delicada y grave de los abusos sexuales a menores. Como el propio cardenal nos ha dicho, hace falta un nuevo enfoque.
Esta medida puede tener un efecto simbólico hacia la renovación. Puede contribuir a la prevención del abuso, a la transparencia y a la rendición de cuentas. El cardenal Marx ha apoyado durante una década el trabajo del Centro para la Protección de los Menores y estamos muy agradecidos por ese apoyo, muy significativo no solo por la contribución financiera.
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