Dios quiere salvarnos en pueblo

Quiere Dios salvarnos en pueblo.  No quiere una salvación aislada.  De ahí que la Iglesia de hoy, más que nunca, está acentuando el sentido de pueblo.  Y por eso la Iglesia sufre conflictos, porque la Iglesia no quiere masa, quiere pueblo. Masa es el montón de gente, cuanto más adormecidos, mejor; cuanto más conformistas, mejor.  La Iglesia quiere despertar a los hombres el sentido de pueblo. ¿Qué es pueblo?  Pueblo es una comunidad de hombres donde todos conspiran al bien común, (5 de enero de 1978)

Para Monseñor Romero el Dios de Jesús no está interesado en salvaciones aisladas, sino en pueblos enteros que se organizan para “conspirar al bien común”.  Comentarios como “Cristo me ha salvado” – como se oye en algunas congregaciones religiosas - caen por su propio peso si no se observa el testimonio de promover esa conspiración por lograr el bien común para todos y todas.   Lastimosamente durante siglos las Iglesias han separado la salvación personal y de la salvación del pueblo, poniendo en el centro los esfuerzos de cumplir con las normas y con los rituales para garantizar la salvación privada.  La salvación del pueblo en su liberación del yugo opresor y explotador, parece ser para el Dios de Jesús el eje central de su presencia en la vida y la historia.  La experiencia creyente fundante del pueblo de la Biblia ha sido su toma de conciencia acerca de explotación de todos los “Egipto” y su organización popular para salir de ahí.  Dios es el Dios de la liberación de los explotados.  Lograron “despertar a los hombres y mujeres el sentido de pueblo”. Esta experiencia humana y religiosa ha sido compartido en varios tonos en las narraciones del “Éxodo”.

La calidad de nuestra vida, la calidad de nuestra humanidad y la calidad de nuestra fe podrán medirse en el compromiso por transformar la sociedad y lograr el bien común para todos y todas.  Un país que es incapaz de dialogar con las diferentes corrientes del pueblo que está tomando conciencia y cuyo gobierno decide amenazar, controlar, callar, encarcelar, acusar burdamente, expatriar, robar su identidad nacional y sus bienes, está en el otro extremo de esas narraciones del éxodo: el lado del  faraón, opresor en ropaje del siglo XXI.

No pocos creyentes piensan que Cristo los ha salvado en la cruz, y al mismo tiempo no se preocupan por sus propios vecinos más pobres y más abandonados.  Es el autoengaño de la religión que no tiene raíces en Jesús por mucho que sepan jugar con citas bíblicas. 

Llama la atención que Monseñor Romero menciona que la Iglesia que promueve que el pueblo sea pueblo consciente y organizado para la transformación de la sociedad, es perseguida, está en conflicto permanente.  En tiempos de Monseñor era el conflicto con sus hermanos obispos, con la élite (católica) económica, con la clase social en el poder, con las fuerzas armadas y los grupos paramilitares y escuadrones de la muerte.  ¿Hoy será diferente? 

Una Iglesia que promueve que el pueblo sea pueblo y no masa, que da testimonio del Dios de Jesús que quiere salvar como pueblo, esa iglesia siempre chocará con los intereses de partidos políticos (donde juega la lucha por el poder), chocará con intereses económicos de los grandes y medianos empresarios, y también con esas gentes del pueblo que prefieren acomodarse en la burbuja de la religión, el culto y las tradiciones religioso-culturales.    ¿No debemos preguntarnos porque en El Salvador la Iglesia (las Iglesias) ya no es perseguida desde los Acuerdos de fin de guerra (1992)?    ¿Por qué ya no nos cierran nuestras radios, TV, nuestros escritos?   No es porque el pueblo ya es “pueblo” como Monseñor lo decía y como Dios lo quiere.  No es porque ya vivimos en estructuras justas.  ¿Por qué no somos perseguidos como se persiguió a Jesús, a Monseñor Romero y a tantos testigos fieles?   Solamente con respuestas claras y aceptadas con humildad pueden llevarnos a conversión y a hacernos herederos fieles de Monseñor. 

En Nicaragua vemos el desbordamiento del sufrimiento multidimensional de la Iglesia (las iglesias).  Con la fachada de ser una revolución “cristiana” se hace hasta lo imposible para destruirla(s) y de imponer su religión obediente del sistema.

Pero la misma pregunta debemos hacer en cuanto al papel de la(s) Iglesia(s) frente a los conflictos en el oriente de Europa (Ucrania, Rusia), en el Medio Oriente (Gaza, Israel), en el oriente de Congo,  en Sudán, …..  Si los poderes no nos persiguen por nuestro compromiso de ser fermento de transformación de masa (dormida) en pueblo consciente, estamos lejos del camino iniciado por Jesús.  Hemos optado por seguir a un Jesús que fue crucificado. No podemos negar o eliminar esa persecución.  Es desde la cruz que Dios lo ha resucitado.  Sin sufrir en solidaridad con los crucificados en la historia actual, no hay camino  de salvación.

Cita 2 en el capítulo I (Dios)  en 'El Evangelio de Monseñor Romero'

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