La Iglesia está al lado de defender la vida
| Luis Van de Velde
“La violencia la producen todos, no sólo los que matan, sino los que impulsan a matar… Queridos hermanos, la violencia, aun en aquellos que no hacen lo posible por descubrir sus orígenes, es criminal. Tan pecadores como los mismos que empuñan las armas para matar, en esta hora de campaña difamatoria. ¿Y cómo es posible que se permita amenazar con matar más vidas? La vida es sagrada. La Iglesia está al lado de defender la vida, sin considerar motivaciones políticas o de otro tipo, solamente porque es un pecado quitar la vida, pecado contra la Ley de Dios.” (12 de mayo de 1977)
Ahí donde la vida está amenazada o destruida, “la Iglesia está al lado de defender la vida”. Y Monseñor nos aclara que no es cuestión de motivaciones políticos o de solidaridad con un bando del conflicto. La iglesia se pone al lado de la vida, hace lo posible por defender la vida, porque destruir la vida va “contra la Ley de Dios”. Destruir la vida va contra la voluntad de Dios, contra el Reino de Dios.
Monseñor señala a los que impulsan a matar, a los asesinos intelectuales, a los que dan órdenes de matar. Luego señala a los que matan, los asesinos. Y en tercer lugar menciona como criminales también a “aquellos que no hacen lo posible por descubrir sus orígenes (de la violencia)”. Explicó varias veces que las causas de la violencia están en la estructura económica social y política injusta. Esa violencia genera reacciones de violencia (con el objetivo de liberarse) y luego ésta provoca la violencia represiva del estado (con el objetivo de aplastar el grito del pueblo). Es el círculo vicioso de la violencia. Hizo llamadas fuertes a arrancar de raíz ese sistema injusto que provoca muerte y sufrimiento. El sistema judicial también era criminal porque no investigaba, porque nunca llegaba al fondo de los problemas de la violencia.
Lo pecaminoso de una situación de violencia es que se observa y se mira todo en blanco y negro: quienes están conmigo (y me apoyan, y me justifican) y quienes están en contra (y me cuestionan, me condenan, o que pueden ser aliados de los que están en contra). Quien no me apoya, está en contra de mi proyecto. Quien está en contra debe ser eliminado. Lo hemos vivido en los años 70 hasta el fin de la guerra. Así han justificado tanto masacres de población civil, de sacerdotes y animadores de iglesias locales, de campesinos y obreros, como el ajusticiamiento de miembros de Orden, de policías, guardias, militares, alcaldes Hoy vemos en Nicaragua como se está destruyendo cada sospecha de posible no conformidad con el régimen y sus caprichos. Monseñor nunca dejó de condenar toda forma de violencia, la violencia del pueblo y la violencia del estado, y la violencia de estructura económica que genera muerte.
La lógica de muerte de la violencia social del fenómeno de las maras estaba en la misma dinámica de muerte. La represión y los castigos violentos en el encierro de los condenados en las cárceles de seguridad, sigue deshumanizando y provocando la ira violenta de los que están afuera. La encarcelación masiva de personas de una u otra manera involucradas en la violencia de las maras no ha impedido la captura de personas que no tienen que ver nada con esas estructuras violentas.
Es importante que la Iglesia lea en cada país, en cada continente esas reflexiones de Mons. Romero. La violencia es un monstruo que modifica sus modos de actuar. Veamos Nicaragua, Venezuela,…. Pero también la guerra contra el pueblo palestino en Gaza, la guerra contra Ucrania con la responsabilidad de Rusia y el involucramiento del Occidente. También violenta es el hambre y la miseria que sufren grandes sectores de los pueblos en el sur del planeta, hambre como consecuencia de las estructuras económicas internacionales y la corrupción junto con la incapacidad de los líderes políticos, sin olvidarnos de como se trata en el norte a los migrantes y refugiados. Las mayorías que se quedan calladas y los sectores que justifican la violencia (en todas sus formas) también son culpables de tanto sufrimiento, tanta muerte y destrucción. En algunos países observamos como la jerarquía de las Iglesias se quedan callados ante los atropellos que sufre el pueblo y hasta sus propios colaboradores y miembros. Ante todas las formas de violencia “el pecado de omisión” parece ser el pecado mas grave. También las iglesias urgen convertirse al Evangelio.
Cita 1 en el capítulo V (pecado y conversión) en 'El Evangelio de Monseñor Romero'