Mi Reino no es de este mundo Mi Reino no es de este mundo

Último domingo del tiempo ordinario   - B -  Jn 18,33-38         

¿Qué dice[1] Monseñor Romero de este texto?

  1. “Mi Reino no es de este mundo”. “Sí es cierto que no nos podemos apartar de las realidades políticas de la tierra, de las realidades económicas y sociales, pero seamos siempre como la luz que ilumina sin contaminarse con las realidades que ilumina, sino entrañándolas, dándoles calor.”
  2. “Cristo Rey… no quiere hombres de la mentira. … Pero así viven muchos, hermanos, de espaldas a la verdad, dándole un desprecio a la verdad.”
  3. “El gobernante, el legislador, el juez, no es dueño de la patria, ni de las leyes, ni de la justicia. … Si un gobernante no cumple con esta soberana ley del Rey de Reyes y Señor de Señores, él también será el azote inservible, ya que castigó a un pueblo pero que es echado al fuego eterno.”

En su homilía (1979), Monseñor Romero explicó por qué el Papa Pío XI, en 1925, incluyó la fiesta de Cristo Rey en la liturgia de la Iglesia Católica Romana.  Para que este mundo dividido y materialista encuentre una vía de resolución, designamos este camino: Cristo Rey".

1.Monseñor Romero se hace eco de las palabras de Jesús expresadas en el Evangelio de Juan: "Mi reino no es de este mundo", pero sí está "en" este mundo.  En el contexto histórico de El Salvador con Romero como arzobispo, llamó a los líderes pastorales y a las comunidades de base a no tomar partido en el conflicto político, sino a escudriñar la política.  Se refirió a la "autonomía de Cristo" frente a Pilato. No tenemos nada que rogar a los dirigentes políticos.   No debemos dejarnos contaminar por la realidad histórica, sino que tenemos la tarea de discernirla y de velar por que ningún análisis o visión sea "endiosado", declarado ídolo.  Los puntos de vista y las lecturas ideológicas las lecturas de la realidad intentan llegar a más y más adeptos.  Tales puntos de vista se declaran absolutos y caen fácilmente en el fanatismo: esta es la única manera, mi manera, de entender los procesos en la sociedad.  Luego se condenan otras lecturas de la realidad y, si es posible, se persigue y se quema en la hoguera a quienes opinan de manera diferente.  También nuestra Iglesia ha pecado de ello en ciertos períodos.

La tarea que Mons. Romero nos da no es ni fácil ni evidente.  Nuestros prejuicios ideológicos van más allá de lo que sospechamos.  Sólo escuchamos con medio oído y  no escuchamos a los que ven la sociedad bajo una perspectiva ideológica diferente.   El Evangelio ofrece un criterio básico para "discernir", comprender y detectar los "signos de los tiempos": Ponte en los zapatos o en la piel de los "pobres". "Pobres" significa entonces: los que tienen hambre y sed, los que están enfermos, los que se están muriendo, los excluidos, los que tienen la puerta cerrada, los que están en la cárcel, los que están huyendo, los que están solos, los que son vulnerables o han sido heridos, ....

  1. En el Evangelio de Juan, Pilato hace esa pregunta siempre recurrente: ¿qué es la verdad? Monseñor Romero nos dice que Jesús defiende la verdad: es "rey", pero el Reino de Dios no se puede comparar con los poderes políticos y militares de nuestra historia. Los medios de comunicación que esperamos que comuniquen la verdad se han convertido en instrumentos para hacer circular medias verdades y mentiras como "la verdad".  ¿No está escrito en los acuerdos básicos del pueblo del éxodo: no mentirás?  Pero los que manejan los hilos y los que les siguen el juego se convirtieron en especialistas en oscurecer la verdad de la historia.  Sin una información transparente sobre las actuaciones de los gobiernos y en el manejo del dinero y las subvenciones en las organizaciones, se da un caldo de cultivo ideal para la corrupción. Y una vez en esa agua, hay aún más mentira, silencio y apropiación indebida.  Como cristianos y como iglesias, debemos ser líderes y ejemplos de transparencia y verdad sobre nuestras vidas, sobre lo que hacemos y lo que no hacemos, sobre nuestra propiedad (común) y nuestras finanzas. 
  2. Monseñor Romero nos dice que no debemos dudar en cuestionar a los distintos poderes de un país, sobre todo cuando pretenden tener la última palabra y actúan como si fueran los dueños del Estado, de la tierra, del pueblo. Podemos examinar cualquier gobierno, cualquier ley y cualquier jurisdicción bajo la mirada del Evangelio. A muchos no les gustará.  Las elecciones y los nombramientos no deben dar omnipotencia a nadie.  Allí donde sólo existe un partido o se eleva uno por encima de los demás, donde un electo se imagina ser el "mesías" del pueblo, donde la "señora justicia" responde al poder y a la riqueza, donde triunfan el nepotismo y la corrupción, ...., allí tenemos la responsabilidad como ciudadanos y como cristianos de reclamar una y otra vez el "servicio" a la humanización de la historia, a la construcción de una sociedad justa, a la responsabilidad compartida, a la solidaridad y al bienestar para todas las personas.  Monseñor Romero dijo en Lovaina en febrero de 1980: la gloria de Dios es que los pobres "vivan", que haya vida en abundancia para todos los hombres y todas la mujeres y no para las minorías.  Los cristianos siempre se preguntarán si ciertas medidas, leyes y acuerdos son buenos para las personas pobres y vulnerables. 

Preguntas sugeridas para la reflexión y la acción personal o comunitaria.

  1. ¿Qué podemos hacer hoy para iluminar nuestro mundo (cercano y lejano) bajo la luz del Evangelio, juntos, en comunidad? ¿Dónde en mi vida estoy en contacto directo con gente "pobre" y dolida?   ¿Cómo pueden estas personas que sufren ayudarnos a hacer contribuciones críticas positivas a la organización de nuestra sociedad?
  2. ¿He tenido la experiencia concreta de dejarme arrastrar por esta corriente de medias mentiras y verdades a medias? ¿Qué puedo  aprender de ello?  ¿Qué puedo hacer para contribuir a una mayor transparencia en las acciones de nuestras organizaciones, iglesias, partidos e instituciones estatales?
  3. ¿Qué experiencia tenemos de la difícil combinación de más responsabilidad (en las empresas, en las organizaciones, en la política, en la iglesia,...) con un trabajo de servicio más radical para que vivan los "pobres", los débiles y los que sufren? ¿Qué nuevos pasos podemos dar donde nos reunimos con otros hoy? 

[1] Homilía de Mons. Romero durante la eucaristía del último domingo del año litúrgico, Ciclo C, el 20 de noviembre de 1977 y también del domingo 25 de noviembre de 1979, Ciclo B.

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