Donde todos conspiran al bien común.
| Luis Van de Velde
“La Iglesia quiere despertar a los hombres en el verdadero sentido de pueblo. ¿Qué es pueblo? Pueblo es un comunidad de hombres donde todos conspiran al bien común. Y el bien común ¿qué es? El Concilio dice; es una serie de condiciones donde los grupos humanos, las familias, los individuos, viven un ambiente para perfeccionarse, para hacerse cada vez más hombre. ….”Así podrá realizar, en toda su plenitud, el verdadero desarrollo, que es el paso, para cada uno y para todos, de condiciones menos humanas, a condiciones más humanas”. ¿Ven? No es un amontonamiento de gente, es el paso de cada hombre y de todos los hombres hacia condiciones más humanas.”
Lo hemos vivido en Centro América y lo hemos leído en tantos artículos de análisis: América Latina es el continente con más distancia entre la riqueza y el lujo de las élites, y la vida en miseria de las mayorías de los pueblos. La riqueza exorbitante de un grupo reducido de familias es la cosecha de estructuras económicas injustas que al mismo tiempo generan la (extrema) pobreza en las mayorías. Las estructuras políticas (y militares) y sociales están al servicio de ese sistema excluyente. Partidos políticos vienen y van, mientras el sistema se mantiene. En algunos países se dan etapas (cortas) que parecen indicar hacia un horizonte diferente. Sin embargo pronto se quiebra todo por la incapacidad (¿o falta de voluntad?) de arrancar de raíz las estructuras injustas, por la corrupción, donde la llamada “vanguardia” se instala en el poder y deja de escuchar el grito del pueblo.
En un contexto así Monseñor Romero se hizo voz de los que no tienen voz y dice que “pueblo” es “un comunidad de hombres donde todos conspiran al bien común”. Y ampliando el concepto de “bien común” recurre a una cita del Concilio[1]: es una serie de condiciones donde los grupos humanos, las familias, los individuos, viven un ambiente para perfeccionarse, para hacerse cada vez más hombre. Y luego amplia con una cita de Pablo VI[2]: Así podrá realizar, en toda su plenitud, el verdadero desarrollo, que es el paso, para cada uno y para todos, de condiciones menos humanas, a condiciones más humanas.”
Nos parece fundamental el concepto de “conspirar al bien común”. Ese concepto probablemente aparezca en los documentos constitucionales de cada país y en los discursos políticos. La realidad es diferente. Los Acuerdos de fin de guerra en El Salvador (1992) abrieron espacios políticos pero no tocaron en lo mínimo el sistema económico enriquecedor de pocos gracias al empobrecimiento de las mayorías. Con subsidios anuales y diferentes formas de “paquetes” (escolares, agrícolas y otros) no se cambia ese sistema injusto, solo se suaviza un poco la miseria. El sistema capitalista neoliberal no permite conspirar al bien común. Monseñor Romero hace una llamada a que todos y todas tomen conciencia y aporten desde su situación de vida al bien común de todos y todas. Las grandes luchas populares en la historia y sus logros hablan con claridad: quienes tienen el poder y la riqueza nunca lo han compartido, nunca han estado dispuestos a aportar al bien común de todo el pueblo. Los pueblos han tenido que luchar fuertemente para exigir pasos nuevos. Quienes tienen el poder no escuchan el grito de las mayorías y callan las voces de quienes se levantan para exigir cambios estructurales en la economía para el bien común. Es tan grotesco que los que están en el poder organizan eventos (masivos), espectáculos partidarios con difusión en la TV, donde todo parece ideal, y los presentes aplaudan con entusiasmo. Luego todo sigue igual como antes.
Monseñor Romero creía que sí era (y es) posible humanizar la sociedad, hacerla más humana, es decir construir una convivencia fraterna, igualitaria, justa, libre de toda forma de violencia,…. Solo será posible cuando cada miembro del pueblo tome conciencia de su responsabilidad personal y organizativa aportando para el bien común de todos y todas. Las y los empobrecidas/as necesitarán creer en su capacidad concienciadora y organizadora, cuidando que los líderes que surjan no se vendan y no caigan en las trampas de la corrupción. La experiencia de la violencia social (generada y profundizada por las pandillas) en varios países centroamericanos es otra expresión del peligro de desvío y de escoger rumbos equivocados. La violencia de las maras es expresión de la corrupción del sistema cuando el pobre mata y extorsiona al pobre, para sobrevivir y para crear riquezas para sus cúpulas. Lo contrario de lo que hemos esperado y cantado[3] “cuando el pobre crea en el pobre, ya podremos cantar libertad, cuando el pobre crea en el pobre construiremos la fraternidad, nace la organización”.
En cada país habrá matices y enfoques diferentes, pero siempre será importante que las y los pobres – las y los de abajo – tomen conciencia de las causas de su miseria y se organicen para su lucha. Muchas ONG’s e Iglesias han hecho un trabajo importante facilitando y acompañando esos procesos. También en esos procesos hay trampas, cuando el gobierno impone el único sistema organizativo permitido, cuando ONG’s, fundaciones, universidades o Iglesias empiezan a manejar sus propias agendas (políticas), cuando activistas político - partidarios pretenden ser los auténticos encargados de concientizar a la gente. Durante un tiempo el concepto de “empowerment” (empoderamiento) parecía estar de moda, sin embargo en la práctica agentes externos siguieron siendo la voz de las y los pobres. Esto sucede cuando no-pobres consideran que son la mejor expresión del sentir del pueblo. Sucede que especialistas en la teoría cooperativa (que tratan de difundir) nunca han tenido la experiencia de vivir o de trabajar en una cooperativa en condiciones de la mayoría. Estas y muchas otras dificultades y obstáculos aparecen en el camino cuando las y los pobres toman conciencia y se organizan para aportar al bien común.
Monseñor Romero hace una llamada a que todos y todas aportemos al bien común, que cada uno, desde su situación de vida priorice los esfuerzos por empujar la historia hacia más humanidad, más oportunidades de vida, más vida digna, mejores condiciones de vida para todos/as. Sabemos muy bien que esto significa que las familias y los sectores que más tienen (en cuanto a bienes, ingreso, seguridad social, oportunidades,..) tendrán que reducir su parte del pastel para llegar a condiciones donde todos y todas “coman”. Solo habrá un banquete con taburete para todos/as, con manteles largos, con tortilla y conqué para todos, cuando se reduzcan los banquetes de lujo, los grandes salarios y jubilaciones, las cantidades de propiedades privadas, …. No es fácil lograr que quienes tienen poder y riqueza se transformen para aportar decididamente al bien común. No es fácil lograr que las y los pobres crean en las y los pobres y no vaya a matar o extorsionar para lograr su propio bien. No es fácil lograr que iglesias y otras organizaciones de la sociedad civil (no vinculadas al poder político – económico vigente) se pongan de verdad al servicio del pueblo y sus necesidades y luchas reales. No es fácil reducir la inversión en armas y estructuras militares para tener recursos para educación, salud, cultura, …. No es fácil en países de extrema violencia social reducir cárceles para construir escuelas y hospitales. No es fácil luchar por el respeto a los derechos humanos de los más débiles en una sociedad. Sin embargo…. En esa dirección habrá que luchar: hacernos cada vez más “humanos”. Esto incluye hacernos de verdad “hermanos/as” viviendo en solidaridad fraterna. Monseñor Romero utiliza el término “conspirar” al bien común. De verdad será toda una “conspiración” desde abajo y con apoyo de sectores solidarios, para lograr la transformación real de la sociedad.
Lo que vale a nivel de país y región, vale por supuesto también a nivel mundial. La semana pasada hemos reflexionado sobre los grandes retos para salvar la naturaleza y la vida en nuestro planeta. La lucha por el bien común de todos/as se inscribe en esos grandes desafíos. Pues serán las y los más pobres (empobrecidos sobre todo por la economía mundial) que serán las primeras y mayores víctimas del desastre natural que se acerca con pasos gigantes si no detenemos el calentamiento de la tierra.
No tengamos miedo.
Reflexión para el domingo 15 de enero de 2023. Para la reflexión de este día hemos tomado una cita de la homilía durante la eucaristía en el segundo domingo ordinario, Fiesta del Bautismo de Señor - Ciclo A , del 15 de enero de 1978. Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo II, Ciclo A, UCA editores, San Salvador, p.212.
[1] Guadium et Spes 26.
[2] Populorum progresio 20
[3] Canto de la Misa Popular Salvadoreña.