Ser cristianos, forjadores de historia
| Luis Van de Velde
“La Palabra de Dios, queridos hermanos, está siendo retada por la historia; así es siempre y si nosotros, los cristianos, logramos encarnarla y hacerla nuestra vida, ese reto de la historia tendrá la respuesta de la palabra de Dios en nuestra propia vida. Por eso, les invito a que nuestra reflexión la hagamos profundamente en nuestra vida, no solo individual sino comunitaria; de tal manera que El Salvador pueda tener, en esta hora de crisis, de esperanza, de aflicciones, un pueblo de Dios que es toda una esperanza y luz para nuestra propia historia. En Puebla se dijo esta hermosa definición de la Iglesia;” La Iglesia, escuela de forjadores de historia” … En la medida en que seamos Iglesia, es decir, cristianos verdaderos, encarnadores del Evangelio, en esa medida seremos el ciudadano oportuno, el salvadoreño que se necesita en esta hora. Si nos alejamos de esa inspiración de la palabra de Dios, podemos ser hombres de coyunturas, oportunistas políticos; pero no seremos el cristiano que siempre es un forjador de la historia.”
En cada época histórica nos extraña y nos reta el mensaje profético de Monseñor Romero que nos pone a las y los cristianos con los pies sobre la tierra. Debemos encarnar la Palabra de Dios, encarnar el Evangelio y hacerlo nuestra vida, hacerla historia. Lo decisivo en la vida cristiana es aprender (desde la inspiración de la Palabra de Dios) a ser forjadores/as de historia de vida digna para todos y todas. Monseñor recuerda con palabras del documento de Puebla que la Iglesia debe ser “escuela de forjadores de historia”.
Conociendo la realidad Monseñor nos advierte que no seamos “hombres de coyunturas, oportunistas políticos”. Para evitarlo debemos iniciar con dar “respuesta de la palabra de Dios en nuestra propia vida”, hacer vida el Evangelio de Jesús en nuestras acciones concretas en nuestro propio entorno. Es condición para poder aprender en la escuela de forjadores de historia y convertirnos en ciudadanos oportunos, salvadoreños/as que nuestro pueblo necesita hoy. Somos llamados/as a ser “pueblo de Dios que es toda una esperanza y luz para nuestra propia historia”.
¿Cuántos de los que gritan y protestan contra el actuar de los gobiernos de turno viven de la inspiración de la Palabra de Dios, cuántos de ellos/as viven encarnando el Evangelio de Jesús? Por supuesto que también no cristianos pueden y deben ser forjardores/as de historia de vida. Pero las y los cristianos/as tendremos que ser especialistas en esa corriente porque nuestra visión nace del horizonte del Reino de Dios. Tan fácilmente nos dejamos dominar por la ideología dominante, o nos transformamos en oportunistas que saben aprovechar egoístamente de las diferentes coyunturas y se frustran cuando pierden esas oportunidades en nuevas coyunturas.
En El Salvador con Mons. Luis Chavez y Gonzales como arzobispo la iglesia empezó en empujar la educación y la formación cooperativa, y nacieron las primeras experiencias de comunidades eclesiales de base fortalecidas por el mensaje animador e iluminador de la conferencia episcopal de Medellín (1968). Desde las cooperativas y desde las CEBs nacieron hombres y mujeres valientes comprometidos con la transformación de la historia en la lucha por arrancar de raíz las injusticias. Hoy Monseñor Romero sigue llamándonos a (1) hacer vida la Palabra de Dios, (2) entrar en la escuela de forjadores de historia, (3) comprometernos en la construcción del Reino de Dios en esta historia de nuestro pueblo. Son tres dimensiones del compromiso cristiano. En las comunidades eclesiales de base encontramos el espacio adecuado para alimentar cada dimensión. (1) Escuchar a Jesús y dejar que su vida se haga vida en la nuestra. (2) desde la comunidad aprender a discernir la historia desde las víctimas y a formarnos en temas y prácticas de cooperación, diálogo, legislación, el bien común, democracia participativa, … (3) participar consciente y activamente en la construcción de una sociedad nueva con base en la justicia, solidaridad, verdad. Esto inicia en la familia, en la colonia donde vivimos, en el gremio, en el trabajo,…. No tengamos miedo.
Cita de la homilía de la liturgia del 32 domingo ordinario del ciclo B, 11 de noviembre de 1979. Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo V, Ciclo B, UCA editores, San Salvador, p. 515 - 516