El dolor de las madres se convertirá en Pascua

“Hermanos, la Iglesia no es ilusa.  La Iglesia espera con seguridad la hora de la redención. Esos desaparecidos, aparecerán.  El dolor de las madres se convertirá en Pascua.   La angustia de este pueblo que no sabe a dónde va en medio de tanta angustia, será Pascua de resurrección si nos unimos en Cristo, esperamos en Él” .(1 de diciembre de 1977)

Monseñor Romero pronuncia estas palabras de esperanza en medio de la noche oscura de la represión en contra del pueblo salvadoreño.  Muchas madres de desaparecidos y asesinados lo buscaban en el arzobispado para contarle lo que había sucedido, para llorar junto al pastor que escuchaba y sentía solidariamente el dolor y la angustia de las madres.  Monseñor siempre hizo tiempo para estar con ellas.

En la cita habla de “esos desaparecidos, aparecerán” y expresa su fe que “el dolor de las madres se convertirá en Pascua” y que “La angustia será Pascua de resurrección.”  Hoy estamos 47 años después.  Y si preguntamos a las madres qué piensan de este mensaje de Monseñor Romero, ¿qué nos dirían?

Los opresores bloquearon toda búsqueda de verdad sobre lo acontecido con la famosa Ley de Amnistía.  Hasta que hubo otra correlación de fuerzas partidarias entre los magistrados de la Corte se pudo declarar inconstitucional esa ley. Los responsables del ejército hicieron hasta lo imposible para desaparecer las pruebas.  Mientras tanto las organizaciones de madres y familiares de las víctimas seguían con sus exigencias, con sus gritos por la justicia y la verdad.  Quizás podemos decir que el valor y la fortaleza de esas madres ha sido un signo importante de esperanza y luz en la oscuridad.  Pero, aun sin ley de amnistía no hay muchos avances en la búsqueda de la verdad.  Solamente la masacre del Mozote está en etapa de juicio, pero ningún gobierno ha tenido el valor para enfrentarse con la cúpula militar para ordenar la apertura total de los archivos militares de aquella época.  Las madres, junto con organizaciones de derechos humanos, algunas voces desde la Iglesia, siguen exigiendo esa apertura para conocer la verdad y así poder empezar a sanar las heridas.

En el camino varias madres, luchadoras por la causa de sus hijos/as y voces proféticas que nadie ha podido callar, ya han fallecido por su avanzada edad.  No han logrado conocer la luz de la verdad.  Otras madres siguen adelante y no se cansan.  Nuevamente podemos decir que esas madres son la expresión histórica de la Madre dolorosa (María con el cuerpo muerto de Jesús en sus brazos) y signo de esperanza que algún día la luz de la verdad detendrá la oscuridad de la muerte.

Posteriormente aparecieron las madres (y familiares)  que están convencidas que sus hijos/as, esposas/os han sido capturadas (enjuiciadas?) y encarcelados injustamente, es decir sin haber participado de ninguna manera en las actividades ilícitas y violadoras de las “maras” en El Salvador.  Por supuesto es de recordar que las madres de todas personas en detención (también quienes hicieron (grandes) crímenes, están preocupados por sus hijos/as y tantas veces las únicas que no los abandonan.  Ellas son con frecuencia la única esperanza que les queda.  Recordemos que Jesús nos dijo: “Yo estaba en la cárcel y (no) me has visitado” (Mt 25,36.43)

Nos llama la atención que en las palabras esperanzadoras de Monseñor Romero acerca de la Pascua, aparece una condición:  “Si nos unimos en Cristo, esperamos en Él”.  Hasta ahora no hemos sido testigos de cómo esa angustia del pueblo se está transformando en Pascua de Resurrección.  La alegría en las celebraciones conmemorativas no transforma la angustia del pueblo que sigue viviendo con las heridas abiertas.  Y si vemos la realidad del cristianismo, en vez de unirnos en Cristo observamos que nos estamos separando en cantidades de Iglesias y movimientos (carismáticos, neocatecumenales, pequeñas comunidades del Plan SINE, varios modelos de comunidades eclesiales de base, …..) Ni somos capaces de escuchar juntos y comprender juntos lo que el crucificado resucitado nos dice hoy.  Y no asumimos como cristianos/as (todos/as juntos/as) la defensa de la vida, la lucha por la verdad de la historia de ayer y de los acontecimientos de hoy. En estas circunstancias sigue siendo difícil animarnos con las palabras de Monseñor.

Quizás solamente la fortaleza esperanzadora que nace desde el corazón herido de las madres puede ponernos en el verdadero camino de la Pascua. 

Cita 1 en el capítulo IX  (La esperanza)  en 'El Evangelio de Monseñor Romero'

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