Tengamos fe.
| Luis Van de Velde
“Se oye, a veces: “¡Ya no hay salvación!. ¡Este es un callejón sin salida!”. Hermanos, ante ese pesimismo y desorientación, gracias a Dios que los cristianos contamos con una voz que ha estado resonando durante todo el mes de agosto: “Este es mi Hijo, el amado, escuchadle!”. “Él tiene palabras de vida eterna”, nos dice el Evangelio de hoy, Es una voz de calma y de luz. Es como cuando uno sabe que, más allá de las nubes del temporal, hay un cielo claro donde el sol brilla y que ha de pasar el temporal y las nubes pasarán y brillarán ese cielo y ese sol. Tengamos fe.”
En nuestro país los liderazgos de los partidos políticos y sus medios de comunicación aprovechan de los tiempos pre electorales no solo para descalificar a los adversarios políticos, sino también para pintar escenarios apocalípticos en caso ganara el adversario, mientras ofrecen el paraíso si su partido gana. En El Salvador y otros países observamos que los medios de comunicación y las redes de la oposición al gobierno siguen pintando escenarios infernales para el futuro cercano por culpa del gobierno actual. Y como “normal” (¡) desde hace muchos años también el gobierno de turno y sus medios de comunicación informan solamente acerca de sus logros, los proclaman como grandes avances, a veces son solamente parciales o a medias y nunca mencionan los vacíos ni las deficiencias. Lo que pasa hoy en El Salvador no es nada nuevo. Los partidos y los gobiernos anteriores y actuales han jugado y siguen jugando el mismo juego. Lo trágico es que los pueblos se han acostumbrado a ese manejo y ya no reaccionan.
Monseñor Romero, sin embargo, habla otro idioma. Denuncia “el pesimismo y la desorientación”. Las y los cristianos deberíamos salir del juego político de pintar todo solamente en blanco y negro, sin escalas de grises, sin colores. La realidad no es “ni un infierno apocalíptico, ni un paraíso celestial” en esta tierra. Además quienes siguen proclamando sus mensajes extremistas (del lado que sea), no ayudan a nadie a tomar conciencia crítica constructiva. En los procesos revolucionarios se ha hablado mucho sobre la “autocrítica”. Sin embargo no se observa mucho al respecto.
Monseñor dice que el Evangelio nos pide ser “una voz de calma y de luz”, una voz de esperanza. Un temporal no es una tempestad, un temblor no es un terremoto, una gripe no es una pulmonía. Se podría esperar que las voces desde las Iglesias, desde las comunidades eclesiales de base fueran realmente esas voces de “calma y de luz”, voces de esperanza, que saben ofrecer una visión más objetiva, como a través de un prisma cuando la luz se deja ver con los colores del arcoíris. Monseñor nos hace una llamada: “tengamos fe” y nos recuerda la palabra del Padre pidiendo que escuchemos a Jesús, que miremos a Jesús, que aprendamos a vivir con la mirada de Jesús y de actuar como Jesús. Quien no actúa de esa manera, por mucho que va a misa, bautiza, se casa por la iglesia o participa de procesiones y fiestas patronales, no tiene fe. No tiene fe en Jesús, ni en Dios, Madre Padre, ni en la fuerza del Espíritu, ni en el potencial liberador de las y los pobres.
La iglesia no debe estar en sintonía con los vaivenes de los partidos políticos (y de los intereses económicos que representan), ni con quienes están en el poder, ni con quienes están en la oposición. Solamente desde la mirada amplia de Jesús se puede discernir las escalas de grises y de colores en la realidad histórica. Desde las Iglesias no pueden salir voces pesimistas ni desorientadoras. Deben distanciarse radicalmente de esas maneras destructivas de ver la realidad y ser voz de esperanza. Pero debe hablar cuando lo oscuro se está imponiendo sobre el pueblo.
Desde la fe en Jesús, las Iglesias debemos en nuestro propio interior, en nuestro jardín, dar el ejemplo que “otra realidad sí es posible”. Una lectura crítica evangélica del actuar de las Iglesias debe hacernos muy humildes. A penas estamos iniciando el camino del seguimiento a Jesús. Nuestra manera de actuar en las comunidades, nuestras prioridades pastorales, nuestra manera de tratar a todas las personas que trabajan en y con la institución de la iglesia, nuestra honradez, …. se convierte en la marca de la autoridad de nuestras palabras al discernir la historia hoy.
Tengamos fe. No tengamos miedo.
Reflexión revisada para el domingo 25 de agosto 2024. (Reflexión original escrita para el domingo 22 de agosto de 2021) Cita de la homilía de la liturgia del 21 domingo ordinario del ciclo B, 26 de agosto de 1979. Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo V, Ciclo B, UCA editores, San Salvador, p.239