Todo es lícito ante el dinero
| Luis Van de Velde
¿Qué otra cosa es la riqueza cuando no se piensa en Dios? Un ídolo de oro, un becerro de oro. Y lo están adorando, se postran ante él, le ofrecen sacrificios. ¡Qué sacrificios enormes se hacen ante la idolatría del dinero! No sólo sacrificios, sino iniquidades. Se paga para matar. Se paga el pecado. Todo se comercializa. Todo es lícito ante el dinero.” (1 de septiembre de 1977).
En el capítulo seis del librito “El Evangelio de Monseñor Romero” se ha juntado citas relacionadas con su denuncia de la idolatría de la riqueza. Más riqueza, más idolatría y menos Dios de la vida.
Estamos a 47 años después de esa homilía de Monseñor y la sociedad salvadoreña, ha seguido evolucionando en la dirección que Monseñor ha denunciado. “Todo se comercializa” y “todo es lícito ante el dinero”. ¿Habría algún país donde los líderes económicos y políticos no exigen que sus pueblos se arrodillen ante el becerro de oro?
En El Salvador las denuncias de corrupción en los gobiernos anteriores, hasta con muchas pruebas judiciales poco procesadas, y según denuncias periodísticas también en este gobierno, siempre han seguido. Con el poder político en las manos y la facilidad para el manejo de millones de dólares, se ha creado sistemas y estructuras donde “todo es lícito”. La corrupción y la compra de apoyos y de oportunidades de conseguir aún más dinero son de lo más normal en nuestra sociedad. Más poder político y más acceso a dinero fácil lleva a más corrupción. Tenemos una gran cantidad de políticos que aparentan ser “decentes” pero que en realidad son corruptos. Se han acostumbrados a la corrupción y a sus acciones lícitas ante dinero. En algunos países se empezó a hablar (en términos de crítica) de la corrupción autorizada y la no autorizada. Esta última es castigada si se descubre, pero la primera – que en realidad es mucho mayor – vive y crece gracias a la bendición del poder político.
La sociedad de consumo nos ha enseñado también que “todo se comercializa”. Quien tiene dinero puede comprar todo. Y todo se deja comprar por dinero. Sin dinero ya no se hace nada. Hasta el dinero fácil (con tráfico de drogas y otras) es una atracción. Solo a nivel pequeño, cercano, especialmente en entornos de familias pobres se ha conservado el valor del intercambio, del servicio a los demás, de alegrarse al ayudar a otras familias o al lograr avances en la comunidad donde viven. En algunas experiencias de CEBs se cultiva esos valores fraternos. Varios pueblos originarios también son ejemplos de relaciones sociales solidarias, donde el dinero no es “el supremo”. Fijémonos como los edificios de los bancos son verdaderos templos, hasta en su arquitectura. Si es el dólar, el euro, el bitcoin, u otra moneda, si es la acumulación de toneladas de oro, todo esto está al servicio del dios dinero.
En una sociedad donde todo se consigue con dinero, es importante que el pueblo vaya tomando conciencia de la urgencia de su lucha organizada. Es evidente que familias oligarcas (antiguas y actuales) han logrado acumular tanta riqueza gracias a la corrupción, a la compra de políticos, ministros, presidentes y jueces, magistrados y fiscales. Se sigue dando permisos de destrucción de la naturaleza para poder hacer negocios lucrativos. “todo es lícito ante el dinero”. Es el mismo pueblo que debe tomar conciencia de su responsabilidad de destruir los “becerros de oro”, no permitiendo que se siga ofreciendo tantos sacrificios de vida humana y de la naturaleza.
Sin embargo no se podrá destruir los becerros grandes, si no se garantiza que no haya becerritos de plata en las familias y las comunidades, cooperativas, ong’s, iglesias,…. El ídolo de la riqueza nace desde lo pequeño, atrae y seduce desde lo sencillo. En todas las expresiones organizativas del pueblo se debe vigilar para que el ídolo de la riqueza /del dinero no vaya a enraizarse.
Monseñor Romero señala que donde hay corrupción y adoración a la riqueza hay ausencia de Dios. Muchas veces en países con tradición cristiana se utiliza conscientemente el lenguaje sobre Dios para encubrir el pecado de la idolatría. Líderes mesiánicos se consideran llamados de Dios mientras provocan en sus pueblos verdaderas iniquidades por la pobreza, por la marginación y exclusión, por las mentiras constantes que engañan. Es muy importante que en las comunidades cristianas tomemos conciencia que el camino de vivir para acumular y adorar el dinero (hacerse rico y más rico y aun más ricos) significa “ausencia de Dios”. Dios de la Vida, el Dios de los pobres, Padre y Madre de todos/as, no se deja manosear por quienes ensucian sus manos con riquezas.
Cita 1 en el capítulo VI (la idolatría de la riqueza) en 'El Evangelio de Monseñor Romero'