Algo nuevo nace siempre en la historia.
| Luis Van de Velde
“Son tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora”. Son tiempos difíciles, como la hora difícil de la mujer que va a dar a luz. Algo nuevo nace y algo perece. Siempre en la historia es así. El que quiera hacer de la historia algo estático, que lo puede medir con sus cuadros inconmovibles, no tiene un concepto de la historia. Quienes quieren traducir a sus criterios y a sus moldes todo lo que pasa en el país, y no son capaces de adecuar, evaluar sus estrategias, sus sistemas, sus procederes, a las nuevas maneras del país, no comprenden que la historia es una continua madre dando a luz. Algo viejo muere y algo nuevo nace siempre en la historia. Y el hombre de esperanza sabe que todos los dolores del país, como los dolores de la familia, el sufrimiento del hogar, son dolores de la nueva creatura que ha de nacer. ¡Si en el dolor elevamos el corazón a Dios, que también quiere cobrarse de nuestra parte nuestro propio dolor y sufrimiento para colaborar con Él, con su omnipotencia, en la salvación de nuestro pueblo! Los tiempos son difíciles, pero nuestra Iglesia tiene que ser serena.”
Finales de los años 70 y en los 80, de verdad eran tiempos difíciles, muy difíciles. Amplios sectores del pueblo habían tomado conciencia de ser explotado económicamente, de ser excluido políticamente. Había nacido una nueva conciencia popular crítica y de ahí surgió un tremendo dinamismo organizativo exigiendo cambios. Al mismo tiempo el sistema vigente se hizo cada vez más violenta intentando callar la voz del pueblo y destruir su organización. La violencia estructural desarrolló también la violencia represiva: capturas, torturas, desapariciones, asesinatos de miles y miles. En ese ambiento habló Monseñor Romero: “son tiempos difíciles” y unos meses después de su asesinato estalló la guerra.
Los Acuerdos de fin de guerra no trajeron la paz, a pesar del fin del conflicto armado. El partido ARENA instauró firmemente el sistema económico del capitalismo neoliberal. Se hicieron mucha promesas, pero los (antiguos y nuevos) ricos se enriquecieron gracias a las privatizaciones y la corrupción. En todo ese proceso el pueblo se decepcionó y se desmovilizó cansado y herido. La llegada del FMLN al poder ejecutivo provocó una nueva esperanza de cambio. Sin embargo el sistema capitalista neoliberal se fortaleció. Muchos programas de ayuda se realizaron de arriba para abajo como asistencialismo sin concienciación. El sistema corrupto se mantuvo. La consecuencia de esa época post Acuerdos de fin de guerra era el surgimiento del gobierno actual y posteriormente la asamblea actual, con una situación totalmente diferente en el ajedrez político. Y además de esto nos cayó la pandemia de covid-19 y sus trágicas consecuencias. También hoy vale lo que Monseñor dijo “Son tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora”.
En la cita que comentamos Monseñor Romero nos invita y nos motiva a vivir la crisis y los tiempos difíciles como una madre que está dando a luz: “Y el hombre de esperanza sabe que todos los dolores del país, como los dolores de la familia, el sufrimiento del hogar, son dolores de la nueva creatura que ha de nacer.” Y luego nos advierte a todos y todas. Hay personas y organismos (a veces de mucho prestigio) que solo traducen a sus criterios y a sus moldes todo lo que está pasando en el país. Y que no son “capaces de adecuar, evaluar sus estrategia, sus sistemas, sus procederes, a las nuevas maneras del país”. Frustraciones por los fracasos del pasado, egoísmos individuales y colectivos y planteamientos ideológicos ciegan e impiden comprender que “la historia es una continua madre dando a luz.” La experiencia política después de los Acuerdos de fin de guerra deja claro que grandes discursos sobre cambios y transformaciones ocultan estrategias y procedimientos idénticos al del pasado. Lo vemos también hoy. Muchos “analistas y comentaristas” prefieren el lenguaje apocalíptico: vamos al desastre total. Sin embargo, Monseñor Romero pide que seamos semillas de esperanza.
Uno de los aportes importantes que la(s) Iglesia(s) y dentro de ella(s) las comunidades eclesiales de base y pequeñas congregaciones podemos dar es fortalecer la esperanza. Esto no es el inicio de un fin apocalíptico. Son dolores de parto. “Algo viejo muere y algo nuevo nace siempre en la historia.” Necesitamos una actitud “serena” para ser testigos de esperanza en el discernimiento y la acción. No tengamos miedo.
Reflexión para el domingo 14 de noviembre de 2021. Cita de la homilía de la liturgia del 33 domingo ordinario del ciclo B, 18 de noviembre de 1979. Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo V, Ciclo B, UCA editores, San Salvador, p. 555