82. el pastor tiene que estar donde está el sufrimiento.

“Un cristiano fiel a esa Palabra de Dios tiene que leer también los signos de los tiempo, los acontecimientos para iluminarlos con esa palabra….Ha sido una semana trágica, y la catedral donde nos encontramos ha sido escenario de sangre. … Lo que importa es que el pastor tiene que estar donde está el sufrimiento. Yo he venido….a llevar la palabra de consuelo para los que sufren, expresar la condolencia a la familia doliente. ….. También quise que fuera una palabra de repudio al crimen, repudio a la violencia. ¿Cuándo vamos a terminar esta ola de sangre y de tormento para nuestra patria? También quise que fuera mi palabra, en ese funeral, una palabra de apoyo a los reclamos justos de nuestro pueblo. … Digo a los que tienen y a los que trabajan y a los gobernantes: que sean justos, que escuchen el clamor del pueblo, que con sangra y con violencia no se van a arreglar las situaciones económicas, sociales y políticas, que tiene que profundizarse, para que ya no haya más semanas trágicas ni más dolores. Es necesario que se oiga a tiempo. Ya es demasiado tiempo que está esperando el pueblo.”

Después de mencionar el signo visible de comunión eclesial en la presencia de Mons. Rivera en la eucaristía presidida por Mons. Romero, éste señala varios “signos de los tiempos” que son voz de Dios.  Escuchemos  y reflexionemos.

Una semana trágica, una semana de sangre.  No es novedad que en el tiempo de Monseñor Romero El Salvador vivía semanas, meses y años “de sangre”.  La catedral ha sido testigo de mucha sangre derramada.  Mons. Romero ha presidido muchas “misas de cuerpo presente” de personas asesinadas, de ricos y pobres, de policías y de guerrilleros, de gente del pueblo y de líderes políticos, de animadores de comunidades, de sacerdotes y religiosas, …. Visitaba comunidades donde habían asesinado a catequistas,…  En la cita que comentamos hoy expresa la razón: “Lo que importa es que el pastor tiene que estar donde está el sufrimiento.”   

Esta frase sobresale en su palabra de hoy. Esta frase ofrece una perspectiva evangélica para comprender la vida de Jesús de Nazareth.  Esta frase nos provoca hoy inseguridad y temor.  ¿Dónde tendrán que estar obispos y sacerdotes, trabajadores/as pastorales, animadores/as de comunidades cristianas?  En un mundo y un país donde hay tanto sufrimiento, en realidad, no es difícil saber donde debe estar el pastor, donde deben estar las prioridades de cada responsable de pastoreo creyente.  Los evangelios nos ofrecen un horizonte muy claro sobre el sufrimiento humano: (1) donde hay hambre y sed. Millones de hermanos/as nuestros/as mueren de hambre y miseria, mientras sobra dinero para comprar armas, para ir a la luna, para salvar a los banqueros en tiempos de crisis financiero,…Cada vez hay más familias, también en los países mal llamados “desarrollados”, que ya no pueden pagar los cobros mensuales y no alcanzan para la comida.   (2) donde hay enfermedad.  Las enfermedades nos afectan a todos y todas, tarde o temprano. Otras enfermedades van a la par de la miseria o se propagan como pandemia (nuestra experiencia con Covid aún está viva).  Familias que de repente se enfrentan con la confirmación de cáncer y otra enfermedad muy grave. Todos hemos vivido o vivimos el camino doloroso hacia la muerte de familiares  y amistades. En muchos países la atención a la salud no es un derecho universal y sigue siendo un privilegio para quienes pueden pagarla.  (3) donde ni hay para vestirse, para cubrirse, para dormir y vivir.  ¡Qué necesidad de vivienda digna para millones de personas!  En Bélgica miles están en la lista para conseguir una vivienda social.  Miles de migrantes no encuentran una vivienda pagable porque se les cierra la puerta.  (4) donde hay extranjeros, migrantes, refugiados.  Un fenómeno de todos los tiempos y en nuestro tiempo nuevamente muy agudo.  Familias salen de sus países no porque les gusta, sino porque no hay futuro, no hay esperanza.  Sea por la pobreza, sea por las guerras, sea el cambio climático,… siempre tendremos migrantes cerca.  (5) donde hay personas en las cárceles.  Solamente quienes lo ha vivido en carne propia o quienes los/las han acompañado de muy cerca, van a entender porque Jesús incluye a personas en detención en el horizonte de quienes “sufren” y donde el pastor debe estar presente.  (6) en la misma línea y con el mismo Espíritu incluimos las y los ancianos en los asilos, grupos minoritarios a nivel de cultura, etnia, género,.. que son excluidos, toda forma de sufrimiento psíquico  y espiritual, las familias en duelo, ….

Cada cristiano/a, y especialmente quienes han sido enviados como “pastores” en la Iglesia, debemos preguntarnos si realmente priorizamos estar donde está el sufrimiento.  No se puede estar en todas partes, pero una prioridad de nuestro ser cristiano y de nuestro trabajo pastoral debe ser la solidaridad cercana en el sufrimiento. Ahí no podemos fallar.

Una palabra de Consuelo.  Regresando a la situación del pueblo salvadoreño en tiempos de Mons. Romero, él nos aclara que, en las situaciones de sufrimiento por la violencia, su palabra quiere ser “de consuelo”.  Consolar, es decir, hacer sentir al otro/a que no está solo/a en el dolor, que puede contar con alguien que comparte el dolor y la no comprensión de tanta muerte.  Recordemos que al Espíritu Santo lo llamamos “El Consolador”.  Consolar es obra del Espíritu de Dios, es obra de Dios. Por supuesto no se trata de expresiones fáciles, cómodas, espiritualistas o que prometen la recompensa después de la muerte.  Lamentablemente seguimos escuchando frases como “que sea la voluntad de Dios”.  La muerte violenta no es voluntad de Dios, por supuesto que no.   Con una palaba de consuelo sincera y cercana, Dios mismo está presente en medio de la cruz.  Consolar exige también constancia y acompañar en el camino del dolor.

Una palabra de repudio al crimen.  Monseñor no se limita a consolar a familiares de las víctimas, sino, como profeta, denuncia en voz alta los crímenes cometidos.  Con la información que recibe cada semana repudia al crimen en sus diferentes formas.  Llama por su nombre los organismos del estado, escuadrones de la muerte, grupos paramilitares, pero también organizaciones guerrilleras cuando están involucradas.  Siempre ha llamado a no utilizar la violencia como camino para cambiar el rumbo del país.  Repudiar al crimen es interpretado por las autoridades como meterse en política y apoyar la lucha armada.  Como profeta no quiere y no puede callar.    Hoy podemos discernir más profundamente sobre la gran criminalidad de las estructuras económicas que enriquecen a los ricos y empobrecen a las mayorías, sobre la criminalidad en la destrucción fatal del medio ambiente con permisos de las autoridades políticas, sobre la criminalidad del tráfico de personas y de drogas, …..  En la Iglesia las voces proféticas (recordemos, por ejemplo, a los grandes obispos latinoamericanos de los años 60 – 90 del siglo pasado) son muy débiles.  ¿Qué nos detiene?

Una llamada a escuchar al pueblo y a ser justos.  En su cercanía al pueblo en las situaciones de sufrimiento, Monseñor Romero no duda en recordar a los gobernantes que tienen la obligación moral de “escuchar al pueblo” para darle respuestas eficaces ante su situación de pobreza y sus reivindicaciones.  Quizás es una de las mayores debilidades de los gobernantes que no saben escuchar al pueblo, y específicamente no saber escuchar a las y los que más sufren.  Intereses económicos, políticos, ideológicos se imponen y no se escucha al pueblo.  Hoy en El Salvador se ha hecho una nueva ley del agua que no recoge las inquietudes del pueblo, ni se ha escuchado los aportes científicos de profesionales en ese tema.   La imposición del estado de emergencia para capturar a más de 50,000 sospechosos de criminalidad desde las maras, no ha sido decisión a partir de una amplia consulta, ni con especialistas en la problemática de la violencia social con altísimas cuotas de asesinatos.  Los gobiernos piensan que son los sabelotodo y no crear mecanismos de consulta y escucha.  Monseñor dice que las autoridades deben “ser justos”.   ¿cómo es posible que se permite que las grandes empresas de energía y las farmacéuticas hacen enormes ganancias gracias a las crisis mundiales? No se escucha al pueblo y no se es justo.   ¿No tendrían las iglesias que  hablar con más valor y valentía para levantar su voz profética hoy?   En nuestros países, también hoy habrá que gritar con el pueblo “Ya es demasiado tiempo que

Reflexión para el domingo 30  de octubre de 2022.    Para la reflexión de este día hemos tomado una cita de la homilía  durante la eucaristía del 31 domingo ordinario - Ciclo C, del 30 de octubre de 1977.  Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo I,  Ciclo C, UCA editores, San Salvador, p.421-423

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