La persecución es algo necesario en la Iglesia.

“La persecución es algo necesario en la Iglesia, ¿Saben por qué? Porque la verdad siempre es perseguida.   Jesucristo lo dijo: “Si a mí me persiguieron, también os perseguirán a vosotros.” Y por eso, cuando un día le preguntaron al Papa León XIII, aquella inteligencia maravillosa de principios de nuestro siglo, cuáles son las notas que distinguen a la iglesia católica verdadera, el Papa dijo ya las cuatro conocidas; una, santa, católica y apostólica. Agreguemos otras les dice el Papa, perseguida.  No puede vivir la Iglesia que cumple con su deber sin ser perseguida.” (29 de mayo de 1977)

Monseñor Romero relaciona en esta cita la persecución a la Iglesia con la proclamación profética de la verdad acerca de la vida y la historia del pueblo (pobre) en El Salvador (y de todos los pueblos).   Durante la dictadura militar y durante la guerra en contra del pueblo salvadoreño (1981 – 1992) el aparato represivo del estado y de los intereses oligárquicos persiguieron esa parte de la Iglesia que tenía el valor de ser voz de la verdad.  El sistema escondía el derramamiento de sangre, negaba masacres y desapariciones.  Monseñor Romero y una buena cantidad de sacerdotes, religiosas y laicos/as se hicieron voz viva de ese dolor del pueblo.  Se hicieron voz de la verdad.  Por eso fueron perseguidos, asesinados, desparecidos, torturados, dinamitados casas parroquiales y radios de la Iglesia. 

La dolorosa experiencia de la persecución a la Iglesia católica en especial, pero también a la iglesia Morava, a la Iglesia anglicana y muchas iglesias evangélicas es en Nicaragua un grito al cielo. La captura de obispos, sacerdotes, seminaristas, el encarcelamiento como tortura y luego la expatriación (robo de su nacionalidad como  que nunca “existieran”), la expropiación de sus bienes personales y de sus Iglesias, son horrores de persecución que teníamos años de no ver en el continente latinoamericano.   Lo mismo ha sucedido con congregaciones religiosas, con la máxima expresión la expulsión de los jesuitas y la expropiación de la UCA. Solamente quien adora el poder rojo y negro puede (por de pronto) dormir tranquilo.  Observamos que la misma persecución ha doblegado a otros obispos y sacerdotes, quienes deben cerrar los ojos, tapar los oídos y cerrar la boca. Sus homilías y sus mensajes se vaciaron y ya no son llamadas a la esperanza, dejaron de proclamar el Evangelio de Jesús.

Estas son experiencias importantes donde las iglesias se hacen “Iglesia”, siendo voz de la verdad del pueblo que sufre y que se compromete.  En El Salvador experiencias semejantes surgen en la exigencia a los archivos militares de los años de guerra, en la lucha por la vida en contra del proyecto de muerte de la familia oligárquica, Dueñas, en colaboración con el ministerio de Medio Ambiente, en la lucha por la liberación de personas inocentes encarcelados, en la lucha por una verdadera justicia.  La Iglesia tiene la misión de ser voz de la verdad del pueblo, de sus angustias, de sus dolores y de sus esperanzas. Cuando los poderes estatales – que nunca son la voz del pueblo - se imponen con miedo, con controles y arbitrariedades, con amenazas de expatriación y confiscación, … entonces el pueblo (como en Nicaragua) está pasando por valles muy oscuros y tormentas fuertes.  A pesar de la persecución la Iglesia debe fortalecer sus compromisos y sus entregas a esas causas grandes del Reino.  

La iglesia no busca ser perseguida, pero en la medida que el sistema se cierra ante la participación democrática, niega escuchar el grito de sectores afectados por las políticas gubernamentales o las leyes y las prácticas del país, en esa medida las iglesias serán perseguidas por causa de la verdad.

En un sistema capitalista neoliberal (en cualquier versión) provoca y genera miseria, muerte, violación a los derechos humanos más fundamentales, olvida a las víctimas, maneja medio verdades y medio mentiras para que nadie puede saber dónde están las piedritas en los zapatos.   Si en esas situaciones las iglesias y sus pastores no son perseguidos, las comunidades de fe deben alertarse, porque puede ser que estén haciéndose cómplices y que haya una enorme distancia entre lo que predican en el culto y la práctica diaria.  Tengamos los ojos y los oídos bien abiertos. Monseñor Romero sigue iluminando nuestro caminar en las huellas de Jesús.

Al hablar de Europa vemos como las Iglesias – perdiendo a muchos miembros , cerrando muchos templos y afectados entre otras por los tremendos escándalos de los abusos sexuales y de corrupción – son parte del sistema.  Hay muy poca voz profética que se expresa con claridad.  Ante los graves problemas que se vive (por ejemplo en los sectores del cuido, educación, pensiones,  en cuanto la situación de las personas en detención o las familias migrantes,….) los políticos hacen y deshacen, pero no se oye (suficientemente) la voz activa de la Iglesia, a no ser en espacios más limitados.  Nos alegra que hay de esos espacios concretos de mucha solidaridad y entrega junto con quienes no comparten la misma fe.   Pero si “la persecución” es una de las características fundamentales de la Iglesia, de quienes pretenden seguir a aquel asesinado, Jesús de Nazareth, entonces cuando no hay persecución de parte de los poderes económicos y políticos y militares, …  debemos preocuparnos seriamente.  ¿No sería que las Iglesias en Europa se han apartado del camino principal del Reino de Dios: seguir a Jesús?

Cita 1 en el capítulo VII (la verdad)  en 'El Evangelio de Monseñor Romero'

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