La dama le demanda
¡Feliz miércoles! Para un melómano con cierto entendimiento, el título de este post le debería llevar inmediatamente al compositor que hoy nos acompaña, uno de nuestros más insignes maestros, cuya música todavía nos sigue fascinando.
No es otro que Antonio de Cabezón (1510-1566), compositor español nacido en la localidad burgalesa de Castrillo Mota de Judíos. Era también un insigne organista ciego de nacimiento que probablemente se educó en la catedral de Palencia. En 1526 entró al servicio de Isabel la Católica y en 1538 fue nombrado músico de cámara de Carlos V. Luego se dedicó a la educación musical del príncipe Felipe y sus hermanas, y acompañó a este (ya siendo rey) en sus viajes a Milán, Nápoles, Alemania, Holanda y a Gran Bretaña con motivo de los esponsales del rey con María Tudor. Es posible que allí conociese a Thomas Tallis. Era considerado el mejor intérprete de teclado de su tiempo y sus composiciones se enmarcan dentro de la más añeja tradición ibérica. La gran mayoría de sus obras fueron publicadas póstumamente por su hijo Hernando, en unos volúmenes que contienen unas 275 obras de su padre, a las que cariñosamente llamaba «migajas», sobre todo porque casi era un tímido reflejo del arte de su padre.
Disfrutemos de sus Diferencias sobre «La Dama le Demanda». Se trata de un contrafactum, es decir, un cambio de texto de una obra ya existente. En este caso, Cabezón tomó la canción Belle, qui tiens ma vie, del francés Jean Tabourot, más conocido por su seudónimo en anagrama Thoinot Arbeau. La obra de Arbeau (muy conocida en su tiempo, y también muy versionada) no es más que una pavana y lo. mismo se aplica para la composición de Cabezón. Este añadde diferencias (que son variaciones en el lenguaje ibérico del siglo XVI). Las variaciones aparecen de forma continua y eran igualmente adecuadas para ser interpretadas en un salón cortesano o incluso en un domicilio particular de la época.
La partitura de la obra puede descargarse aquí.
La interpretación es de Gilbert Martínez al clave.