El obispo auxiliar de Santiago de Chile en el 50 aniversario del asesinato de Joan Alsina y 31 compatriotas Monseñor Chordi: "Padre Joan Alsina, la esperanza solo germina desde la memoria"

(Jr 1,5-10; Sal 84,5-14; Lc 10, 25-37)

Estamos a un costado de un puente que es parte de la historia de Chile por hechos que acá ocurrieron: en este puente, junto alpadre JOAN ALSINA, de acuerdo a la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (Informe Rettig), murieron otros 31 chilenos también acribillados a balas, entre septiembre y octubre de hace 50 años. Recordamos esta parte trágica de nuestra historia para que no ocurra nunca más, y sólo a partir del conocimiento de la verdad seremos capaces de construir futuro.

La esperanza solo germina desde la MEMORIA

Nunca estaremos libres de la brutalidad de la violencia y menos si no recuperamos la memoria. Sin memoria es difícil que la misericordia y la verdad se encuentren. Sin memoria es difícil que la justicia y la paz se vuelvan a besar, porque sin recuerdo no hay responsabilidad. Por eso, es tan importante no olvidar y estar atentos cuando Dios nos pregunte: “¿dónde está tu hermano?”; dar cuenta de donde están nuestros hermanos y hermanas es un acto de humanidad y de amor a la verdad.

Esta pregunta de Dios sigue vigente hoy, aunque pasen los años.

Hacer como que no ha pasado nada o argumentar que ya ha pasado mucho tiempo, no solo no resuelve la situación por la que claman tantos chilenos y chilenas de darles digna sepultura, sino que la agrava.

Ya han pasado 50 años: es quizás la última oportunidad para que quienes fueron testigos de la desaparición forzada de miles de compatriotas se expresen. “Hermanos que tienen informaciones: ¡les pedimos, por el bien de los familiares que sufren y por el bien de ustedes mismos, que compartan esos datos!, nos rezaba nuestro arzobispo hermano D. Celestino en el Te Deum. Como el Comité Pro Paz o la Vicaría de la Solidaridad, inspirados en la parábola del buen samaritano, intentemos sanar las heridas que aún siguen abiertas, con el bálsamo de la verdad, la justicia y la reparación.

Desde la época Apostólica hasta nuestros días, ha surgido un gran número de testigos para proclamar a Jesús y manifestar el poder del Espíritu Santo. Hoy, recordamos con gratitud el sacrificio del padre Joan Alsina, cuyo testimonio de amor por Cristo y su Iglesia ha alcanzado a todos nosotros. D. Enrique Alvear con motivo del aniversario del padre Juan Alsina nos recuerda que “la Iglesia necesita agradecer y celebrar a sus MÁRTIRES para no olvidar su testimonio ni hacer vano su sacrificio”.

"El aniversario del padre Juan Alsina nos recuerda que “la Iglesia necesita agradecer y celebrar a sus MÁRTIRES para no olvidar su testimonio ni hacer vano su sacrificio"

Así damos gracias a Dios por habernos dado un sacerdote como Juan Alsina hasta el último instante de su vida. Juan fue un sacerdote que se encarnó sincera y profundamente en el pueblo humilde y sencillo al que él se había comprometido evangelizar. Las calumnias con que pretendieron enlodar su imagen y el inicial y clamoroso silencio de la jerarquía de la Iglesia son parte de su martirio y se convierten en testimonio de su fe y de su amor a Cristo y a la gente.

Recordamos también al cura obrero inglés Miguel WOODWARD, quien fue detenido, torturado hasta morir en el buque escuela Esmeralda; el cura chileno salesiano Gerardo POBLETE, asesinado en un calabozo de la comisaría de Iquique en 1974; el valenciano Antonio LLIDÓ cura obrero de Quillota, desaparecido desde el centro clandestino de detención y torturas de José Domingo Cañas en Santiago en 1974; el sacerdote francés André JARLAN, asesinado por un disparo policial en la población La Victoria en Santiago, mientras se reprimía la jornada nacional de protestas contra la dictadura en 1984.

“No pueden ser OLVIDADOS quienes en el curso de nuestra época han sufrido la muerte por la fe y por el amor a Cristo. Los que de distinta manera han sido encarcelados, torturados, condenados a muerte y escarnecidos, despreciados, humillados y marginados socialmente. Son otros métodos de martirio y otro el modo de dar testimonio, pero todo emana de la cruz de Cristo y completa la misma cruz de la redención” (Juan Pablo II).

Ninguna idea, ningún proyecto político, ninguna razón de Estado pueden anteponerse a la vida, a la integridad física, a la conciencia, a la dignidad moral de la persona humana. Ninguna instancia humana tiene poder sobre la vida y la muerte de sus semejantes. Arrogarse ese poder es injusto, inhumano e inmoral.

Juan Alsina era admirador del padre Hurtado, quien también trabajó en el mundo obrero en las minas del norte de Chile: “Mi PRÓJIMO es cualquier persona que tenga necesidad de mí y a quien yo pueda ayudar”. El amor al prójimo es auténtico amor humano que se conmueve ante la persona maltratada y herida.

Por eso, el buen samaritano curó personalmente las heridas, lo llevó a una posada, pagó para que lo atendieran debidamente. Juan Alsina expresaba ese amor al prójimo ejerciendo su ministerio en parroquias periféricas, asesorando el MOAC o desempeñándose como Jefe de Personal en el hospital de San Juan Dios. Al igual que otros sacerdotes de aquella época, se incardinaban en medio de la sociedad con un compromiso explícito por los pobres y los más pequeños de este mundo.

Joan Alsina era un hombre con una ESPIRITUALIDAD profunda y comprometida, ENCARNADA. Como el profeta Jeremías, que encarna y expresa el corazón mismo de Dios para con su pueblo apaleado y escarmentado. Los profetas son personas para tiempos difíciles, a quienes Dios sostiene sus pasos en los conflictos que la sociedad arma contra él.

Eso mismo le ocurrió a Joan Alsina, quien además tenía muy interiorizado el concepto de perdón, sabía lo que era realmente perdonar. “Por favor, no me pongas la venda, mátame de frente porque quiero verte para darte el perdón”.

"Por favor, no me pongas la venda, mátame de frente porque quiero verte para darte el perdón"

Los Obispos de Chile expresamos en el comunicado final de la Asamblea Plenaria de julio que “la RECONCILIACIÓN es nuestra tarea más urgente”. Si queremos que se cierren bien las heridas de las víctimas y se compensen los desajustes sociales que subyacen a los 17 años de dictadura, hemos de invertir generosa y prontamente en reconciliación individual orientada sobre todo a la restauración y la curación de las víctimas desgarradas y la reconciliación social que construye una sociedad más justa, más segura y más unida, que garantice que la violencia sufrida en el pasado no volverá a desatarse en el futuro.

VERDAD y JUSTICIA son dos pasos necesarios en todo proceso de reconciliación social. “Todo atropello a la dignidad del hombre es atropello al mismo Dios, de quien es su imagen”, nos recuerda Puebla (306). Defender el derecho a la verdad y a la justicia es parte de la evangelización, es tarea primordial de la Iglesia.

"Quien cree en el diálogo muestra que cree y confía en las personas y en su capacidad de buscar el bien común y de regenerarse"

Un instrumento fundamental de la reconciliación es el DIÁLOGO, animado de un esfuerzo por comprender el punto de vista de las demás partes implicadas. Sin ese talante, el diálogo degenera en una yuxtaposición de monólogos, desalienta a los interlocutores y aviva enfrentamientos.

Quien cree en el diálogo muestra que cree y confía en las personas y en su capacidad de buscar el bien común y de regenerarse.

Una decidida voluntad de diálogo es paso imprescindible para la paz. Quien ha usado injustamente la violencia debe pedir PERDÓN reconociendo la injusticia cometida, una voluntad reparadora y una garantía de modificar la trayectoria anterior.

La reconciliación humaniza a las personas y los pueblos al hacerles romper las ataduras del pasado y posibilita un nuevo comienzo.

Si queremos paz, necesitamos reconciliarnos. La falta de perdón hace que los conflictos perduren y tiene enormes costos para el desarrollo de los pueblos. Una verdadera paz es posible solamente por el perdón. Y un gran ejemplo de ello es Joan Alsina.

Hoy es el último domingo de septiembre, día de ORACIÓN POR CHILE.

A esta misma hora se está realizando en los alrededores de la plaza de Armas la procesión de la VIRGEN DEL CARMEN, Patrona de Chile y de sus Fuerzas Armadas.

Y a algunos kilómetros al poniente estamos celebrando esta eucaristía para recordar y orar por el eterno descanso de Juan Alsina y otras personas, asesinadas y ejecutadas hace 50 años.

Encomendamos nuestro país al Señor y a la Virgen del Carmen, orando por el bienestar de todos los chilenos y chilenas.