Sencillo funeral del activista, misionero y poeta, 'obispo de los pobres', en Batatais Don Moacir Silva, obispo: “Las bienaventuranzas fueron la gran orientación de la vida de Pedro Casaldàliga”
Su primer funeral se ha celebrado en un polideportivo del centro claretiano de Batatais, el municipio brasileño en el que ayer falleció el obispo emérito de Sao Félix
Presidida por tres obispos y concelebrada por casi una veintena de sacerdotes, la eucaristía de exequias de Casaldàliga ha acontecido entre canciones, música de guitarra y en un altar decorado en clara representación del obispo claretiano
Un sombrero sertanejo, de campesino, que Pedro solía utilizar en reemplazo a la mitra episcopal que nunca quiso lucir; cestos de fibras en lugar de coronas de flores. Telas artesanales. Y, en el centro, el ataúd del obispo de los pobres, sobre palés de madera y una red de pescadores del Araguaia
Un sombrero sertanejo, de campesino, que Pedro solía utilizar en reemplazo a la mitra episcopal que nunca quiso lucir; cestos de fibras en lugar de coronas de flores. Telas artesanales. Y, en el centro, el ataúd del obispo de los pobres, sobre palés de madera y una red de pescadores del Araguaia
Como George Floyd, una figura más reciente de la movilización contra la violencia que sufren los negros, los pobres, los humillados… Pedro Casaldàliga tendrá más de un funeral. El de esta tarde (20 horas en España) es el primero, en un polideportivo del centro claretiano de Batatais, el municipio brasileño en el que ayer falleció el obispo emérito de Sao Félix do Araguaia.
Presidida por tres obispos y concelebrada por casi una veintena de sacerdotes, la eucaristía de exequias de Casaldàliga ha acontecido entre canciones, música de guitarra y en un altar decorado en clara representación del obispo claretiano y de su vida, entregada al contacto con las comunidades indígenas amazónicas, veterana en activismo y compromiso con los pobres. Un sombrero sertanejo, de campesino, que Pedro solía utilizar en reemplazo a la mitra episcopal que nunca quiso lucir; cestos de fibras en lugar de coronas de flores. Telas artesanales, multicolor. Y, en el centro, el ataúd del obispo de los pobres, igual de gráfico: sobre palés de madera, sin más adorno que la propia madera y una red de los pescadores del río Araguaia. Sus restos, con una cruz sobre su pecho, obra de un indio xavant y una Biblia posada sobre sus piernas, abierta por los Salmos, próxima a sus pies descalzos.
En la homilía, el obispo que ha celebrado, Don Moacir Silva (de la diócesis de Ribeirao Preto), ha recordado “las largas horas de silencio y oración” que “fueron solidificando esta convicción: las bienaventuranzas fueron la gran orientación de su vida”. Repasando con solemnidad cada una de las dimensiones de la personalidad del misionero, originario de Cataluña, Moacir Silva ha empezado por subrayar el activismo de Casaldàliga. “Batalló por la justicia incansablemente”, ha declarado, aludiendo a las causas de los pobres “y de los más sufridores”, que asumió como suyas.
Defensor de los derechos humanos, el sacerdote español también ha sido homenajeado en su faceta de místico. “Fue un contemplador de Dios”, ha dicho el obispo oficiante. “Entró en el misterio de Dios y llevó su palabra” a los pueblos con los que vivió y junto a los que “experimentó la persecución”.
“Pedro desprendió toda su energía por el Reino de Dios”, ha continuado el prelado, apuntando, por otra parte, al vínculo de Casaldàliga con la poesía, que utilizó durante toda su vida para generar conciencia social y política y expresar sus sentimientos de proximidad a la belleza divina.
Después de escuchar recitar un poema de Casaldàliga que celebra una paz soñada, proyectada, una paz que cuando llegue “no nos deje en paz”, el obispo ha puesto en valor, para finalizar la homilía, el trabajo de Casaldàliga como “profeta". Su denuncia de la destrucción del medioambiente y las injusticias del sistema económico, desde su llegada a la Araguaia.
Es 9 de agosto del año del coronavirus, y las mascarillas de los fieles en el funeral de Casaldàliga desentonan frente a las cartulinas que, en el altar, simulan las grandes hojas de los nenúfares, flotando sobre el agua. Se escuchan pájaros tropicales fuera del edificio y parece que su querida Amazonía quisiera colarse en la celebración. Para aconsejarle al obispo de los abandonados que tampoco en el más allá deje de velar por los suyos. Por los habitantes de las tierras amazónicas. Por los trabajadores que no tienen las necesidades elementales cubiertas. Ya lo sabe ella, que le conoce: a Pedro le caben muchísimas causas dentro.