El prelado señaló asimismo que aunque los templos se encuentren cerrados para no producir aglomeraciones, “la Iglesia está más viva que nunca, anunciando el Evangelio, con los nuevos métodos que le permite la tecnología, pero por sobre todo trabajando arduamente por las personas más desfavorecidas. Como nunca –agregó – se ha activado la Pastoral Social, como nunca hemos entregado nuestros lugares para acoger enfermos, porque entendemos que esa es la misión que nos pide Jesucristo”.
Tocar las llagas del Señor
“Hoy más que nunca, debemos salir de nosotros mismos y hacer lo humanamente posible para tocar las llagas del Señor”, instó monseñor Chomali. Hoy, las “llagas del Señor” son las personas desfavorecidas, como los ancianos, los migrantes, las personas en situación de calle, los adultos mayores y las personas con discapacidad, los prisioneros, los 30 jóvenes con síndrome de Down que trabajan en la Iglesia de Concepción y que han tenido que volver a casa por el momento.
La humanidad se mide por la atención a los más vulnerables
"El test de humanidad de una sociedad se mide por su capacidad de preocuparse por los más débiles" - concluyó el Arzobispo. “Esta fiesta de la Divina Misericordia, nos evoca la paz que nos trae el Señor, la convicción que está en medio de nosotros hasta el fin de los tiempos y nos invita a creer con más fe, que, sin Él, no podemos hacer nada y nos impulsa a preocuparnos de aquellos que nada tienen. Chile saldrá fortalecido si tenemos una especial atención por las personas más vulnerables”.