"Dejemos de lado los prejuicios y escuchemos a las personas LGBTQ", pide el arzobispo de Chicago La defensa del cardenal Cupich de la acogida a parejas gais (y a sus hijos): "El rechazo les llevó a pensar que eran los leprosos de hoy"

El cardenal Cupich
El cardenal Cupich

"En mis conversaciones con católicos LGBTQ, he encontrado verdades punzantes sobre las realidades de sus vidas en nuestra Iglesia y en nuestro mundo"

"Una abrumadora mayoría de católicos LGBTQ que he conocido me han dicho que sufren una sensación de alienación precisamente porque se sienten juzgados y excluidos de manera preventiva"

"Los líderes de la Iglesia deben tener cuidado de no presumir demasiado sobre las personas. Hacemos mejor cuando escuchamos a los demás antes de hablar o juzgarlos. Dados nuestros años de educación y preparación en el seminario y la deferencia que la gente a menudo nos ofrece, la falacia de que 'el Padre sabe más' puede fácilmente colarse en nuestro pensamiento".

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Clara llamada a la humildad a sus hermanos del arzobispo de Chicago, Blaise Cupich, quien en un artículo en Outreach -publicación fundada por el jesuita James Martin- insiste en que "hacemos mejores cosas cuando escuchamos a los demás antes de hablar o juzgarlos", en referencia a los políticos que disienten de posturas de la Iglesia, a los que invita a acercarse y escuchar primero para "comprender la naturaleza de sus posiciones", sin que eso signifique bendecirlas.

"En otras palabras, debemos escucharlos en lugar de suponer que sabemos cómo entienden las enseñanzas de la Iglesia o cómo ven el cumplimiento de las responsabilidades de su cargo", remarca el purpurado, quien afirma que "este enfoque de dejar de lado nuestras ideas preconcebidas y escuchar realmente también se aplica a la forma en que los líderes de la Iglesia deben considerar a las personas en una variedad de situaciones de la vida".

Cupich saluda al Papa Francisco
Cupich saluda al Papa Francisco

"Esto incluye -prosigue Cupich en su escrito- no solo a los católicos LGBTQ, sino también a las personas casadas o solteras, a quienes se encuentran en las llamadas situaciones irregulares, a quienes viven con discapacidades físicas y psicológicas y a otros", y reconoce lo mucho que a él le han servido en la última década como arzobispo de Chicago, las "sesiones de escucha con personas que representan a todos estos grupos".

"Una perspectiva nueva"

"Estas conversaciones me han dado una perspectiva nueva para entender lo que la Iglesia quiso decir cuando afirmó en el Concilio Vaticano II que los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de este siglo, especialmente de los pobres y de cualquier modo afligidos, son los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los seguidores de Cristo. En efecto, nada genuinamente humano deja de tener eco en sus corazones” (Gaudium et Spes, #1).

En mis conversaciones con católicos LGBTQ, he encontrado verdades dolorosas sobre las realidades de su vida en nuestra iglesia y en nuestro mundo

"Por supuesto, podemos hacer esa afirmación honestamente solo si estamos en contacto con personas que se encuentran en esos niveles profundos de la existencia humana y las escuchamos. En mis conversaciones con católicos LGBTQ, he encontrado verdades punzantes sobre las realidades de sus vidas en nuestra Iglesia y en nuestro mundo", reconoce el arzobispo estadounidense.

"Una abrumadora mayoría de católicos LGBTQ que he conocido -afirma- me han dicho que sufren una sensación de alienación precisamente porque se sienten juzgados y excluidos de manera preventiva. El dolor es especialmente agudo cuando lo experimentan en sus familias o entre quienes han sido sus amigos. Esto también es cierto cuando lo experimentan como miembros de su propia iglesia. Cuentan historias de haber sido condenados al ostracismo, incluso de haber sido expulsados de sus hogares familiares, cuando les contaron a sus padres sobre su orientación sexual".

"Mal recibidos en la Iglesia"

"Se sintieron mal recibidos en la Iglesia e incluso hablaron de que se les negó el bautismo y la admisión a las escuelas católicas para los niños que adoptaron. Una persona me dijo que la forma en que fueron desterrados, rechazados e incluso odiados los llevó a la conclusión de que ser homosexuales los convertía en leprosos modernos. Trágicamente, este tipo de alienación puede conducir a la ideación suicida", lamenta.

"Sin embargo, en medio de estas realidades de exclusión y sufrimiento subyace una profunda resiliencia, una falta de voluntad para renunciar a su deseo de ser buenos y responder al llamado de Cristo a seguirlo en la vida de la Iglesia", concluye el cardenal su testimonio, que supone un claro paso adelante en la acogida a este colectivo, en la linea del papa Francisco de que en la Iglesia entran "todos, todos, todos". Aunque muchos, en su país, pero también en otros, no acaben de verlo ni entenderlo.

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