"El maestro espiritual e intelectual de Bergoglio fue Fiorito" Las fotos inéditas del papa Francisco cuando se ordenó cura que revelan quién fue su verdadero mentor
Las imágenes de Jorge Mario Bergoglio en la ceremonia religiosa tienen 55 años y fueron tomadas en un colegio jesuítico de San Miguel
La historia del Papa argentino camino al sacerdocio inició en el Día del Estudiante y de la Primavera, el 21 de septiembre de 1953, cuando a los 17 años, Bergoglio se confesó en la Basílica San José de Flores (allí se preserva un confesionario con una placa que lo identifica) y recibió el llamado de Dios al sacerdocio
El 13 de diciembre de 1969, al aire libre, en el predio del colegio jesuítico Máximo, en la localidad bonaerense de San Miguel, se ordenó como sacerdote jesuita Jorge Mario Bergoglio. Como un designio, luego vendría el más famoso de los 13, del mes de marzo de 2013, cuando salió al mundo vestido de blanco, con el rostro feliz y en paz de quien era entonces el cardenal argentino y porteño del barrio de Flores sur. A partir de ese momento, el mundo lo conoció como el papa Francisco.
En 1969, no era común llevar cámara fotográfica, y mucho menos con películas a color. No fue la familia Bergoglio quien eternizó el día de la ordenación del futuro Papa. Fue la familia Martensen, que tenía a Ricardo entre los sacerdotes jesuitas ordenándose.
En la foto que acompaña este artículo, Bergoglio, con 33 años, es el segundo del lado izquierdo de monseñor Castellano, quien se identifica por su atuendo de color en el centro de la escena, mientras que Martensen se encuentra del otro lado de monseñor, justo a su lado. Lleva anteojos y las palmas de las manos juntas arriba del ombligo. Este sacerdote a los pocos años dejó la Compañía de Jesús y en 1974 fundó el Movimiento de la Palabra de Dios.
En la librería religiosa de la calle 24 de noviembre, cuando se cruza con el pasaje Oruro y avenida San Juan, en el barrio de San Cristóbal, Laura, encargada del local y editora de la revista del Movimiento de la Palabra, me regala una fotografía en cartón, una especie de tarjeta postal. Allí me explica que el fundador del movimiento, el Padre Ricardo, se había ordenado junto a Bergoglio y que la fotografía había sido realizada por una hermana del entonces ordenado cura Martensen.
Nunca pude hablar con él porque ya no estaba en condiciones de salud para un reportaje. Con el tiempo conocí a otra laica del Movimiento de la Palabra, la secretaria de los frailes en el Santuario del Rosario de la Virgen de Pompeya, quien me confirmó esa historia de Martensen ordenado con Bergoglio y la otra coincidencia entre Ricardo y Jorge Mario, que fue compartir confesor, nada más y nada menos, el fraile capuchino Luis Dri, el llamado abuelo de la iglesia, que a los 96 años fue designado cardenal por el papa Francisco, que sigue confesando en Pompeya y este año, a los 97, inició sus predicas en el programa “rezá x mí”.
La historia del Papa argentino camino al sacerdocio inició en el Día del Estudiante y de la Primavera, el 21 de septiembre de 1953, cuando a los 17 años, Bergoglio se confesó en la Basílica San José de Flores (allí se preserva un confesionario con una placa que lo identifica) y recibió el llamado de Dios al sacerdocio. En ese sentido se entiende su lema episcopal y luego pontificio:Miserando atque eligendo, que traducido es: lo miró con misericordia y lo eligió. Un pasaje de una homilía de San Beda el Venerable comentaba precisamente el episodio evangélico de la vocación del publicano que se convirtió en apóstol. La misericordia es una de las verdades del ministerio del papa Francisco.
Bergoglio, que ya venía de una adolescencia forjada en la adoración nocturna del Santísimo Sacramento, en la Basílica de Retiro vía inspiración de su primer confesor, el sacerdote redentorista José Ramón Aristi, se decidió a los 21 años por ingresar al seminario. De la Compañía de Jesús le atraía la impronta en primera línea en la Iglesia, su disciplina, y el carácter misionero. Con los seguidores de San Ignacio de Loyola pasó un tiempo de formación en Chile. Luego, en 1963, se licenció en Filosofía, y a partir de 1964 enseñó literatura y psicología durante tres años. Su ordenación sacerdotal llega en 1969.
El verdadero mentor
Al cumplir 50 años como sacerdote, Francisco demostró quién era su mentor, que él define como “Maestro”. A una cuadra de las columnatas de Bernini, que rodean la Plaza San Pedro, en la ciudad de Roma, en la sede central de la Compañía de Jesús, ese viernes 13 de diciembre de 2019, Bergoglio estuvo presente para dar a conocer los cinco volúmenes que abarcan los textos del Padre Miguel Ángel Fiorito.
“Los escritos del Maestro Fiorito, como familiarmente lo llamábamos los jesuitas de Argentina y Uruguay”, dijo ese día el Santo Padre junto a dos jesuitas, el entonces director de la revista La Civiltà Cattolica, Antonio Spadaro, y quien preparó los volúmenes, José Luis Narvaja.
En diálogo con este medio, el sacerdote jesuita y sobrino del Papa explicó que “el maestro espiritual e intelectual de Bergoglio fue Fiorito. Actualmente se creó un mito de que Scannone (Juan Carlos) fue su mentor y maestro, pero no es verdad. En el seminario Scannone, que en ese momento era estudiante jesuita, le enseñó griego a mi tío. Nada más. De hecho, en el paso del tiempo Scannone se inclinó por la Teología de la Liberación y Jorge Mario por la Teología de la Cultura, o la llamada Teología del Pueblo con Lucio Gera. Crearon el mito de Scannone, casi como si él no tuviera méritos para ser recordado por sí mismo”, sostuvo Narvaja desde la provincia de Córdoba donde vive la mitad del año enseñando en la universidad local y dando las primeras misas de la mañana.
Francisco recordó ese 13 de diciembre de 2019 en la curia general de los jesuitas en Roma: “Conocí a Fiorito en el año 1961, al regreso de mi juniorado en Chile. Era profesor de Metafísica en el Colegio Máximo de San José, nuestra casa de formación en San Miguel, en la provincia de Buenos Aires. Desde entonces comencé a confiarle mis cosas, a dirigirme con él”. Acá Francisco explica con precisión la importancia de Fiorito y además como lo nutrió de los autores que lo inspiraron durante el resto de su vida: “Se encontraba (por el Maestro Fiorito) en un proceso profundo que lo habría llevado a dejar de enseñar filosofía para dedicarse totalmente a escribir de espiritualidad y a dar Ejercicios. El volumen II, en el año 1961-62, incluye un sólo artículo: El Cristocentrismo del Principio y Fundamento de San Ignacio. Uno solo, pero que para mí fue inspirador. Allí comencé a familiarizarme con algunos autores que me acompañan desde entonces: Guardini, Hugo Rahner, con su libro sobre la génesis histórica de la espiritualidad de san Ignacio, Fessard y su ’dialéctica de los Ejercicios’”.
Luego Francisco da algunas características más de su maestro y en la conclusión aseguró: “Fiorito echó raíces y dio frutos en los corazones de los que somos discípulos de la Escuela de los Ejercicios. Espero que ahora, gracias a esta bella edición de sus Escritos, que tienen la altura de un sueño grande, echará raíces y dará flores y frutos en la vida de tantas personas que se nutren de la misma gracia que él recibió y supo comunicar discretamente dando y comentando los Ejercicios Espirituales”.
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