“El futuro de Bolivia se juega en estas horas en las calles. La tensión aumentará: por ahora sólo hay 30 heridos, pero me temo que pronto habrá muertos y el presidente Morales decretará el estado de emergencia durante seis meses, con los militares en las calles. Un guion ya visto. Corremos el riesgo de convertirnos en la copia fea de Venezuela, porque la economía boliviana ya no es sostenible”: lo afirma Mons. Eugenio Coter, misionero fidei donum y vicario apostólico de Pando a la Agencia Sir.
Las protestas en Bolivia comenzaron hace poco más de una semana por el supuesto fraude en las elecciones presidenciales del 20 de octubre y la decisión del Tribunal Supremo Electoral que atribuyó la victoria al presidente Evo Morales, en su cuarto mandato por otros cinco años. Las tensiones involucran, por un lado, a los militantes del partido gobernante, el Movimiento al Socialismo (Mas), los sindicatos de mineros y cocaleros, y por otro lado, a muchos comités cívicos, miembros de partidos de oposición y formaciones juveniles antigubernamentales.
“Morales tiene una base fuerte, – observa Monseñor Coter – un zócalo duro que representa el 34% de la población y se manifiesta armado con palos”. A exacerbar las tensiones, en muchas carreteras el bloqueo impide la circulación normal de los coches. La Iglesia boliviana, que en el pasado defendió a Morales cuando sus derechos fueron pisoteados, se expresó oficialmente en las elecciones, pidiendo un balotaje – entre Carlos Mesa y Morales – que no hubo.
Temores de fraude
Monseñor Coter es muy crítico sobre el modus operandi de Morales. “Pasó por encima del referéndum que había perdido para seguir gobernando más allá de los dos mandatos concedidos por la Constitución". Los datos de las elecciones - prosigue - cambiaron inexplicablemente y las irregularidades fueron reconocidas por observadores de la Organización de los Estados Americanos y por numerosas realidades de la sociedad civil. "Muchas personas testifican que han sido registradas como residentes en una región distinta de la suya”.
El obispo no teme hablar y tomar posición, aunque sabe que su teléfono móvil “está bajo control desde hace 19 años”, y no teme decir que “se gasta un millón de dólares al año en el control de las comunicaciones”. “Pero no es una cuestión de derecha o izquierda – señala – Morales dice que es indígena, pero en realidad es un colono. No habla quechua ni aymara. Si realmente entendiera la vida y los motivos de los pueblos indígenas, no trasladaría a las comunidades de las montañas a las selvas amazónicas, para convertirlas en criadores de vacas y obligarlas a deforestar con fuego. “Está llevando adelante la misma política que el presidente Jair Bolsonaro de Brasil en el Amazonas”.
Opciones económicas
Entre las culpas del gobierno de Morales, a su juicio, están las elecciones económicas, con repercusiones negativas en la población: “En 2006 fuimos el quinto país del mundo en producir soja, este año empezamos a importarla. Estamos comprando 700 millones de alimentos al mes en el extranjero y estamos en deuda con China. No hay empresas que generen economía, las reservas de gas están terminadas. Es una pena, porque había muchas esperanzas en él, pero traicionó el proyecto del país”. “Si el político se convierte en empresario – constata el obispo – se entra en un giro de corrupción. Los puestos de trabajo no se obtienen por profesionalidad, mérito o competición, sino sólo si tienes una tarjeta de partido”.
Monseñor Coter, quien en el pasado trabajó en la mediación de los conflictos en Cochabamba, sostiene que durante estos años han habido “más de 100 muertos, más que con el anterior presidente”. Y 1.200 personas han obtenido el estatus de refugiados políticos en el extranjero. Aunque las razones sean diferentes, ¿podrían las plazas bolivianas llegar a ser como las de Chile o Ecuador? “Sí – responde – existe el riesgo de que la gente, exasperada, utilice la violencia y llegue a una confrontación más fuerte. Porque es la segunda vez que se estafa con los votos”.