I Viernes de Adviento
Profecía
“Esto dice el Señor: «Pronto, muy pronto, el Líbano se convertirá en vergel, y el vergel parecerá un bosque. Aquel día, oirán los sordos las palabras del libro; sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos»” (Isa 29, 17-18).
Icono: EL bosque
El bosque es imagen de abundante vegetación, que si se compara con el desierto por el que avanza el Pueblo de Dios hacia la Tierra de la Promesa, es sin duda una meta deseada. Con esta referencia el profeta anuncia los tiempos mesiánicos.
Profecía cumplida
“Oh Cruz fiel, jamás el bosque dio mejor tributo en hojas, flor y en fruto”. Jesús da vista al ciego y audición al sordo, dones que cabe percibirlos como tales por otro don, el don de la fe.
Consideración
Nos puede parecer que todo es irreal, expresión del deseo, más que acontecimiento, y sin embargo, en Jesucristo se catalizan todas las profecías, Él va a santificar el bosque sobre el madero de la Cruz.
Adviento real
El anhelo del creyente es vivir en la presencia de Dios. “Una cosa pido al Señor, eso buscaré: habitar en la casa del Señor por los días de mi vida; gozar de la dulzura del Señor, contemplando su templo. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida. Espera en el Señor, sé valiente, ten ánimo, espera en el Señor” (Sal 26).
Actitud recomendada
Es tiempo de orar, de suplicar: “¡Ven, ven, Señor!”. En aquel tiempo, dos ciegos seguían a Jesús, gritando: «Ten compasión de nosotros, hijo de David»” (Mt 9, 27).
Propuesta
¿Reconoces que has recibido el don de la fe, que te permite ver y oír el sentido providente de la historia? Y, si no ves, ¿suplicas a Jesús como los ciegos?