XXII Domingo del Tiempo Ordinario 

Texto Evangélico: 

“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos”. Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres». «Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre». Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos…” (Mc 7, 6-8.14-15). 

Consideración

Cuando para muchos, al finalizar agosto, termina el tiempo de vacaciones y comienza el curso, con las tareas y trabajos cotidianos, estas circunstancias pueden provocar tristeza, desánimo, melancolía e incluso depresión. En este contexto, volvemos a escuchar los domingos el Evangelio según San Marcos. 

El texto del Evangelio señala que la fuente y el origen de lo que nos hace daño y puede afectar nuestro ánimo es el corazón. Es común el síndrome posvacacional, que se manifiesta en apatía, desgana y depresión. 

Estamos llamados a purificar el corazón. No nos justifican las apariencias externas, sino la intención con la que hacemos las cosas. Se perciben nuevas esclavitudes relacionadas con los medios y el consumo, una realidad que afecta tanto a los jóvenes como a los adultos. 

Propuesta 

¿Te justificas con prácticas externas? ¿Percibes la posible dualidad entre lo que haces y lo que sientes? ¿Proteges tu corazón de toda dependencia?