El intento de recuperación de la figura de Panikkar por parte del Opus Dei
Una de las primeras publicaciones hechas este año 2018 (“Año Panikkar”) acerca de Raimon Panikkar, fue “El día que Panikkar va demanar perdó” de R. Balmes (La Vanguardia, 7 de enero). El pequeño artículo pretendía probar que tras sus “turbulentas” relaciones con el Opus, en los últimos años Panikkar parece que quiso volver al seno del Opus Dei y la legalidad eclesiástica, conculcada por el hecho de seguir ejerciendo como sacerdote católico a pesar de haberse casado. ¿Cuál sería la razón de tan madrugadora publicación? ¿Acaso un intento de recuperación de su figura en este año panikkariano por parte de una institución que parece lo había eliminado de todos sus registros durante cincuenta años, desde el día en que Panikkar la abandonó en los años 60 del pasado siglo, tras haber pertenecido dos décadas a ella –como hemos dicho en un post anterior-, y en los que su vida discurrió por caminos bien diferentes?
Un bloger comentó poco después este artículo en un post (“El día que Panikkar pidió perdón, y volvió a casa”), hablando de “la alegría inmensa” que tuvo al leerlo, pues el final de Panikkar correspondería a lo de una vieja letrilla española: “La ciencia más acabada/ es que el hombre en gracia acabe,/ pues al fin de la jornada,/ aquél que se salva, sabe,/y el que no, no sabe nada”. Habría que preguntarle qué entiende él por “salvación” y si coincide con esa pésima teología que habla de un Dios que “manda a las almas al infierno” si no cumplen determinadas normas estipuladas por una institución... Criticaba el bloger que cuando murió Panikkar “sólo escribieron ditirambos los de siempre”, entre los que me incluía a mí junto a conocidos teólogos como Marciano Vidal, J. Masiá, X. Pikaza o J.J. Tamayo; y que ya era hora de decir la verdad, pues Panikkar era “desgraciadamente un hombre de su época”, que habría llevado su vida por caminos de perdición...
El artículo R. Balmes fue contestado sabiamente días después por Ignasi Moreta (“El sacerdocio cósmico de Raimon Panikkar”, La Vanguardia, 14 de enero), diciendo que aunque Panikkar no criticó nunca duramente al Opus, como lo hicieron otro egregios miembros que también habían salido de la institución, “en ningún caso se puede defender un acercamiento real del último Panikkar al Opus Dei”.
Habría que añadirle a mi amigo Moreta que aunque el sabio catalán no hizo agrias críticas al Opus, escribió una de las más inteligentes sobre “la teología del Opus Dei” en un conocido libro de antiguos miembros destacados de la Obra (M. Fisac, F.J. de Saralegui, Mª Carmen Tapia…): A. Moncada, Historia oral del Opus Dei (Barcelona 1987). Allí dice Panikkar que “La Obra … se fue convirtiendo en una secta... en el patrón absoluto para juzgar sobre toda actividad personal o colectiva” (p. 131). Más claro... agua.
El artículo de R. Balmes estaba elaborado a partir de la amplia información que el teólogo Josep-Ignasi Saranyana -sacerdote del Opus Dei- había publicado poco antes en una de sus revistas: “Nota Bibliográfica. Raimon Panikkar: a propósito de una biografía” (Studia et documenta. Rivista dell’ Instituto Storico San Josemaria Escrivá de Balaguer, Vol 11, Roma 2017, pp. 323-348). A pesar del humilde título de “Nota”, el trabajo tenía una extensión de 25 páginas. Partía de la publicación de Maciej BielawskiPanikkar. Una biografía (Barcelona, 2014), valorándola positivamente, pero haciendo unas puntualizaciones importantes y añadiendo cartas y textos del Opus Dei inéditos hasta ahora por el secretismo que siempre ha caracterizado a la organización. Cita la obra de R. LuiseRaimon Panikkar. Profeta del dopodomani (Milano 2011), pero, evidentemente, no cita la mía Más allá de la fragmentación de la teología el saber y la vida: Raimon Panikkar (Valencia 2008, en italiano 2011), a pesar de ser la primera que traza un itinerario de la vida y la obra de Panikkar en íntima relación con su pensamiento; quizás por ser más crítica con el Opus, obra que sí cita repetidamente Bielawski. Valorando positivamente esta biografía, yo no le doy, como él, tanta importancia a Escrivá de Balaguer en la vida y el pensamiento de Panikkar.
Saranyana destaca en su escrito la presunta influencia de Escrivá de Balaguer, a quien Panikkar debería “una valoración del mundo y de las realidades terrenas”, y “el sufrimiento interior con que el fundador de la Obra comunicó que don Raimundo había dejado de pertenecer al Opus Dei”. Contrariamente, me parece muy claro que lo primero lo debe Panikkar mucho más a su acercamiento a la ciencia, al pensamiento secular de Occidente y al buddhismo, que al simplismo conservador del pensamiento de Escrivá… Y con respecto al “sufrimiento” del fundador del Opus respecto a la salida de Panikkar -le escribe al prefecto apostólico de Varanasi comunicándole “con vivo dolore” que “la Santa Sede ha disposto que D. Raimondo Paniker non formi più parte dell’Opus Dei”- me parece pura retórica sentimental, conociendo la dureza del “Padre”, que sabemos por otras fuentes; si acaso, con su sentido práctico, Escrivá sentiría que perdían un valioso efectivo de la organización.
De los cinco puntos que aborda Saranyana en su “Nota” (la ordenación sacerdotal, el traslado de Panikkar a Salamanca y luego a Roma, los viajes a la India y los acontecimientos de junio de 1966 con la fallida audiencia con Pablo VI), así como del juicio sobre el tramo final de la vida de Panikkar como un “cordial acercamiento al Opus Dei”, mi opinión es bien diversa, y más acorde con la opinión de Bielawski y lo que manifesté años antes en mi libro citado.
No puedo en este limitado post extenderme como él, pero considero que si bien Escrivá de Balaguer tuvo un influjo positivo en la ordenación sacerdotal de Panikkar en 1946 –contra el parecer de su madre, ambos en la foto-, sus razones para enviarlo de Madrid a Salamanca (finales de 1951) posiblemente tuvieron que ver más con los celos de aquel por el éxito de Panikkar en Madrid –como le escuché al propio Raimon-, al que ya le había prohibido dedicarse a la docencia e investigación en la Universidad, a pesar de su indudable calidad intelectual. Aun siendo cierto el descontento contra Panikkar de Eijo y Garay (obispo de Madrid-Alcalá) y sobre todo del cardenal Segura y Sáez (arzobispo de Sevilla) por el magnífico prólogo de Panikkar –ya en 1952- a la edición del libro La Virgen María, de Jean Guitton en Rialp, que prohibió leer a sus diocesanos. Por lo que respecta al traslado a Roma en el otoño de 1953, aunque Saranyana ve de modo positivo la decisión de Escrivá, que “lo apartaba de la tormenta que se había generado a su alrededor”, Panikkar lo interpretaba como un deseo del fundador de que estudiara una “sana teología”, más acorde con la de los obispos españoles.
Tras haberse licenciado en Teología a mediados de 1954, Panikkar va por vez primera a la India en ese año, volviendo año tras año, para quedarse definitivamente allí diez años después y romper con el Opus. Los años de estudio de teología en Roma y el irse a la India fue algo muy positivo para Raimon por el estudio mismo y por ir a su otra patria, y con respecto al Opus significó abandonar una situación en España e Italia que le desagradaba. Pero para la organización, creo que lo que suponía realmente era situar lejos a un miembro problemático, a pesar de las palabras melosas que le llega a escribirle Escrivá de Balaguer a Panikkar.
La ruptura definitiva de Panikkar llegó en 1966 tras unos sucesos surrealistas en Roma, en los que la organización parece que le impidió una entrevista con Paulo VI que le había conseguido el profesor Castelli. Esto queda bastante clara en el libro de Bielawski; aunque Saranyana intente cuestionarlo, sin mucho éxito, y hable de "problemas de comunicación". Para éste, la causa de la ruptura final se debería a la presunta relación de Pannikkar “con una señorita francesa” y la “continua falta de disciplina”, que le reprochó Escrivá. En la primavera de 1966 Panikkar había recibido una invitación para participar en la reunión del Instituto Ecuménico de Jerusalén en Zürich. De vuelta a Roma para la entrevista con el Papa acordada por Castelli para el 28 de junio, Panikkar fue detenido en el aeropuerto y prácticamente secuestrado en la casa del Opus en villa Tevere, incomunicado con el exterior para que no pudiera acudir a ésta; parece que Castelli telefoneó al menos dos veces a la sede de la Obra, y le dijeron que Panikkar no estaba en Roma… Al día siguiente, Panikkar se va definitivamente a la India; en años sucesivos Panikkar confirmó las afirmaciones de Castelli, a pesar de una diplomática carta que parece le envió a Escrivá a poco de llegar entonces a la India.
En el próximo post hablaré del sacerdocio de Panikkar y de sus últimos años, tal como he compartido con él, cuestionando lo que Saranyana llama un “cordial acercamiento al Opus Dei”, que, como dije al comienzo, yo interpreto más como un intento de recuperación de la figura de Panikkar por parte de esta organización.
Un bloger comentó poco después este artículo en un post (“El día que Panikkar pidió perdón, y volvió a casa”), hablando de “la alegría inmensa” que tuvo al leerlo, pues el final de Panikkar correspondería a lo de una vieja letrilla española: “La ciencia más acabada/ es que el hombre en gracia acabe,/ pues al fin de la jornada,/ aquél que se salva, sabe,/y el que no, no sabe nada”. Habría que preguntarle qué entiende él por “salvación” y si coincide con esa pésima teología que habla de un Dios que “manda a las almas al infierno” si no cumplen determinadas normas estipuladas por una institución... Criticaba el bloger que cuando murió Panikkar “sólo escribieron ditirambos los de siempre”, entre los que me incluía a mí junto a conocidos teólogos como Marciano Vidal, J. Masiá, X. Pikaza o J.J. Tamayo; y que ya era hora de decir la verdad, pues Panikkar era “desgraciadamente un hombre de su época”, que habría llevado su vida por caminos de perdición...
El artículo R. Balmes fue contestado sabiamente días después por Ignasi Moreta (“El sacerdocio cósmico de Raimon Panikkar”, La Vanguardia, 14 de enero), diciendo que aunque Panikkar no criticó nunca duramente al Opus, como lo hicieron otro egregios miembros que también habían salido de la institución, “en ningún caso se puede defender un acercamiento real del último Panikkar al Opus Dei”.
El artículo de R. Balmes estaba elaborado a partir de la amplia información que el teólogo Josep-Ignasi Saranyana -sacerdote del Opus Dei- había publicado poco antes en una de sus revistas: “Nota Bibliográfica. Raimon Panikkar: a propósito de una biografía” (Studia et documenta. Rivista dell’ Instituto Storico San Josemaria Escrivá de Balaguer, Vol 11, Roma 2017, pp. 323-348). A pesar del humilde título de “Nota”, el trabajo tenía una extensión de 25 páginas. Partía de la publicación de Maciej BielawskiPanikkar. Una biografía (Barcelona, 2014), valorándola positivamente, pero haciendo unas puntualizaciones importantes y añadiendo cartas y textos del Opus Dei inéditos hasta ahora por el secretismo que siempre ha caracterizado a la organización. Cita la obra de R. LuiseRaimon Panikkar. Profeta del dopodomani (Milano 2011), pero, evidentemente, no cita la mía Más allá de la fragmentación de la teología el saber y la vida: Raimon Panikkar (Valencia 2008, en italiano 2011), a pesar de ser la primera que traza un itinerario de la vida y la obra de Panikkar en íntima relación con su pensamiento; quizás por ser más crítica con el Opus, obra que sí cita repetidamente Bielawski. Valorando positivamente esta biografía, yo no le doy, como él, tanta importancia a Escrivá de Balaguer en la vida y el pensamiento de Panikkar.
Saranyana destaca en su escrito la presunta influencia de Escrivá de Balaguer, a quien Panikkar debería “una valoración del mundo y de las realidades terrenas”, y “el sufrimiento interior con que el fundador de la Obra comunicó que don Raimundo había dejado de pertenecer al Opus Dei”. Contrariamente, me parece muy claro que lo primero lo debe Panikkar mucho más a su acercamiento a la ciencia, al pensamiento secular de Occidente y al buddhismo, que al simplismo conservador del pensamiento de Escrivá… Y con respecto al “sufrimiento” del fundador del Opus respecto a la salida de Panikkar -le escribe al prefecto apostólico de Varanasi comunicándole “con vivo dolore” que “la Santa Sede ha disposto que D. Raimondo Paniker non formi più parte dell’Opus Dei”- me parece pura retórica sentimental, conociendo la dureza del “Padre”, que sabemos por otras fuentes; si acaso, con su sentido práctico, Escrivá sentiría que perdían un valioso efectivo de la organización.
De los cinco puntos que aborda Saranyana en su “Nota” (la ordenación sacerdotal, el traslado de Panikkar a Salamanca y luego a Roma, los viajes a la India y los acontecimientos de junio de 1966 con la fallida audiencia con Pablo VI), así como del juicio sobre el tramo final de la vida de Panikkar como un “cordial acercamiento al Opus Dei”, mi opinión es bien diversa, y más acorde con la opinión de Bielawski y lo que manifesté años antes en mi libro citado.
Tras haberse licenciado en Teología a mediados de 1954, Panikkar va por vez primera a la India en ese año, volviendo año tras año, para quedarse definitivamente allí diez años después y romper con el Opus. Los años de estudio de teología en Roma y el irse a la India fue algo muy positivo para Raimon por el estudio mismo y por ir a su otra patria, y con respecto al Opus significó abandonar una situación en España e Italia que le desagradaba. Pero para la organización, creo que lo que suponía realmente era situar lejos a un miembro problemático, a pesar de las palabras melosas que le llega a escribirle Escrivá de Balaguer a Panikkar.
En el próximo post hablaré del sacerdocio de Panikkar y de sus últimos años, tal como he compartido con él, cuestionando lo que Saranyana llama un “cordial acercamiento al Opus Dei”, que, como dije al comienzo, yo interpreto más como un intento de recuperación de la figura de Panikkar por parte de esta organización.