"Es la hora de socorrer a los damnificados, de consolar al triste, de enterrar a los muertos" La erosión antrópica del terreno y los avisos que llegaron demasiado tarde, entre las causas de la catástrofe de la Dana

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La velocidad del agua de los barrancos fue mucho más rápida que la moderna tecnología

Se sabía que iba a llover bastante, los servicios meteorológicos habían coincidido en anunciarlo, pero quedó ahí la imagen y la palabra

Obstaculizar el desagüe de barrancos, ramblas, rieras y ríos es faltarle el respeto a la naturaleza

A pesar de que la Confederación Hidrográfica del Júcar avisó al mediodía de lo que iba a acontecer por su análisis de los caudales que bajaban por ríos y barrancos, especialmente el río Magro y el barranco del Poyo, el aviso a los móviles de los ciudadanos del sistema de Emergencias no fue lanzado hasta ultimísima hora de la tarde.

La velocidad del agua de los barrancos fue mucho más rápida que la moderna tecnología avisando a la gente en sus móviles que no se echara a la carretera con sus vehículos y se quedara en casa o en sus lugares de trabajo en la provincia de Valencia, especialmente en las comarcas los pueblos del área metropolitana de Valencia y comarcas de  Requena y Utiel.

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Muchos de los muertos –la última cifra oficial provisional habla de 70- perecieron en la calle, en la carretera, en sus coches sorprendidos por las fuertes corrientes de aguas embravecidas que se salieron de sus modificados por el hombre cauces. En estos momentos, aún hay cadáveres por rescatar dentro de vehículos en carreteras anegadas, convertidas en ríos o pantanos.

Se sabía que iba a llover bastante, los servicios meteorológicos habían coincidido en anunciarlo, pero quedó ahí la imagen y la palabra, todos siguieron su marcha, autoridades y ciudadanos, también las empresas. De hecho los centros de trabajo se convirtieron en cárceles asediadas por el temporal, quedando aislados los empleados sin luz ni víveres.

Fue fundamentalmente un barranco, el del Poyo o Chiva, seco casi siempre, y un río, el Magro, con poca agua de normal, los que se desbordaron. Rieras o ramblas de anchos cauces, porque en otras ocasiones los necesitaron para desaguar. Como dicen los labradores por aquí, los barrancos y ríos de vez en cuando “buscan sus escrituras”.

Y el hombre ha modificado artificialmente las escrituras de los barrancos construyendo donde no se debe construir, especulando, haciendo negocios inmobiliarios, o instalando campos de fútbol. Aprobando planes de ordenación urbanística donde no se debe por ser terreno propiedad del rio.

Obstaculizar el desagüe de barrancos, ramblas, rieras y ríos es faltarle el respeto a la naturaleza. La erosión antrópica del terreno, construir indebidamente junto a sus cauces, sin dejarle margen o áreas de desahogo, El modificado indebido de la naturaleza, el no saber convivir con ella y respetarla conduce a este tipo de catástrofes.

Otra de las causas de esta catástrofe ha sido indudablemente la tardanza en avisar seriamente, con instrucciones muy concretas, de lo que se nos venía encima. Con las tecnologías de prevención y comunicación existentes, todos los ciudadanos de la Comunidad Valenciana recibimos en nuestros móviles un mensaje de alerta y consejos de actuación. 

Sólo que el mensaje fue activado –quien dio la orden se columpió al menos seis horas- demasiado tarde, cuando los cauces llevaban horas desbordados e inundaron autovías, carreteras, caminos, carriles, calles, plazas,…  sorprendiendo a peatones y conductores en plena vorágine de la lluvia y las corrientes desbordadas.

Es la hora de socorrer a los damnificados, de consolar al triste, de enterrar a los muertos –cuya lista no es cerrada- de quitar el barro de las casas, de peritar los daños, de llorar por la materialidad perdida y no asegurada.

Y también el momento de la apertura del debate de las responsabilidades, sobre todo políticas. Los geógrafos de continuo están avisando de que hay que respetar a la Naturaleza, no maltratarla, al tiempo que los políticos no hacen ningún caso, ellos se rigen por la ley de la especulación, de la conveniencia.

No se debe construir retando, entorpeciendo u oprimiendo el natural desagüe de los cauces que históricamente han protagonizado desastres similares al que nos ocupa, que ha devastado pueblos enteros y arruinado la vida de muchas personas, muchas de ellas que iban o venían de trabajar.

Por otra parte, no faltará quien achaque a Dios esta nueva catástrofe. Cómo consiente tanta desgracias. Dios no es culpable de este tipo de desgracias. Dios lo que quiere es que se respete, sobre todo por los políticos y gobernantes, a la Naturaleza y al ser humano,  y se les cuide debidamente, que se les trate con dignidad.

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