"Como teólogos, debemos exigir que la IA sirva a la justicia social, alineada con la enseñanza de Cristo, priorizando a los vulnerables" Alberto Embry: "La IA es más que una revolución tecnológica, su cambio es tan profundo que está dando forma a una nueva manera de ser"

"La IA tiene la capacidad de amplificar lo mejor de nuestra humanidad y convertirse en un instrumento poderoso al servicio de la misión de la Iglesia en un mundo cada vez más interconectado"
"En el contexto de la evangelización, esto se traduce en una evangelización en el contexto digital que facilita la inculturación del Evangelio en el areópago digital contemporáneo, fortaleciendo el compromiso de los católicos y otros cristianos frente a los desafíos de un mundo globalizado"
"La IA, en la teología y las ciencias asociadas o complementarias ya no es un sueño o una proyección, ya es un factor transformador, en el conocimiento y la evangelización"
"La Revolución de la Inteligencia Artificial es, en mi opinión, la más importante de la historia humana"
"Como teólogo, veo en ella el mayor aporte a la evangelización en toda la historia, al ofrecer herramientas para llegar a todas las generaciones, incluso para ser un puente de unión intergeneracional y a quienes no están físicamente en la Iglesia, algo importante en mi trabajo con la consideración de una “Iglesia en Salida” y siempre misionera"
"Una IA “en cristiano” reflejaría los valores del Evangelio, amor, justicia, paz, que han guiado mi trabajo en ecumenismo y formación. No se trata de imponer una fe, sino de integrar principios éticos universales que resuenen con el cristianismo"
"La IA, en la teología y las ciencias asociadas o complementarias ya no es un sueño o una proyección, ya es un factor transformador, en el conocimiento y la evangelización"
"La Revolución de la Inteligencia Artificial es, en mi opinión, la más importante de la historia humana"
"Como teólogo, veo en ella el mayor aporte a la evangelización en toda la historia, al ofrecer herramientas para llegar a todas las generaciones, incluso para ser un puente de unión intergeneracional y a quienes no están físicamente en la Iglesia, algo importante en mi trabajo con la consideración de una “Iglesia en Salida” y siempre misionera"
"Una IA “en cristiano” reflejaría los valores del Evangelio, amor, justicia, paz, que han guiado mi trabajo en ecumenismo y formación. No se trata de imponer una fe, sino de integrar principios éticos universales que resuenen con el cristianismo"
"Como teólogo, veo en ella el mayor aporte a la evangelización en toda la historia, al ofrecer herramientas para llegar a todas las generaciones, incluso para ser un puente de unión intergeneracional y a quienes no están físicamente en la Iglesia, algo importante en mi trabajo con la consideración de una “Iglesia en Salida” y siempre misionera"
"Una IA “en cristiano” reflejaría los valores del Evangelio, amor, justicia, paz, que han guiado mi trabajo en ecumenismo y formación. No se trata de imponer una fe, sino de integrar principios éticos universales que resuenen con el cristianismo"
Es un apasionado de la teología y, por curioso que pueda parecer, también de la Inteligencia Artificial. Durante el pasado congreso de teología celebrado en San Diego, tuvimos ocasión de conversar con el teólogo Alberto Embry sobre los pros y los contras de esta herramienta, que parece decidida a marcar el rumbo de la comunicación mundial. ¿También, en la Iglesia? "Debemos asegurarnos de que sirva al bien común y no agrave las desigualdades, por eso mismo tenemos que involucrarnos y ser partes protagonistas de este nuevo momento. Es una revolución tecnológica, moral y teológica a la vez", asegura.
-Eres un apasionado de la Inteligencia Artificial. ¿Por qué?
Mi pasión por la Inteligencia Artificial (IA) nació hace algunos años, al descubrir sus potencialidades y comenzar a explorar su significado más profundo. Como teólogo con más de 25 años dedicados a la formación de laicos, religiosos y al diálogo interreligioso, veo en la IA un reflejo de nuestra vocación creativa como seres humanos, un eco del mandato divino de emplear nuestras capacidades para crear, conectar y sanar. No se trata solo de una herramienta tecnológica: la IA tiene la capacidad de amplificar lo mejor de nuestra humanidad y convertirse en un instrumento poderoso al servicio de la misión de la Iglesia en un mundo cada vez más interconectado.
Pero mi fascinación va más allá de sus aplicaciones prácticas. He llegado a comprender que la IA es más que una revolución tecnológica, su cambio es tan profundo que está dando forma a una nueva manera de ser y habitar el mundo ya es una nueva cultura, entendida como un sistema dinámico que integra el arte, ciencia, sueños, costumbres, lugares y la creatividad humana, encuentra en la IA un nuevo horizonte. Donde ChatGPT, Perplexity, Grok, Midjourney y muchísima otras son herramientas y manifestaciones concretas de un fenómeno mucho mayor: un entorno ecosistémico y multidimensional que redefine nuestra relación con el conocimiento, la interacción social y la realidad misma.
Estamos ante una re-evolución teológica, un renacimiento que nos invita a repensar nuestra relación con la tecnología, la fe y el prójimo
Este entorno ofrece oportunidades extraordinarias, como la democratización del acceso al conocimiento, especialmente en el ámbito teológico. La IA pone al alcance de comunidades amplias recursos que antes estaban reservados a élites académicas, promoviendo lo que podríamos llamar una justicia epistémica. En el contexto de la evangelización, esto se traduce en una evangelización en el contexto digital que facilita la inculturación del Evangelio en el areópago digital contemporáneo, fortaleciendo el compromiso de los católicos y otros cristianos frente a los desafíos de un mundo globalizado.

Mi interés surge de una convicción profunda: estamos ante una re-evolución teológica, un renacimiento que nos invita a repensar nuestra relación con la tecnología, la fe y el prójimo. La IA no es solo un medio, sino un espacio donde ya estamos y por ende donde el mensaje cristiano debe estar siempre guiada por valores éticos y humanos como fundamento común. En este sentido, la IA nos desafía a discernir nuevas formas de presencia misionera y a responder creativamente a las necesidades espirituales de la humanidad.
- ¿Cuál es el uso que se puede dar a las herramientas de IA en el ámbito de la teología, el conocimiento, o la evangelización?
Esta sola pregunta puede dar a todo un trabajo doctoral o una publicación anual, pero tratando de ser generoso con tu tiempo te sintetisare lo más posible a riesgo de ser muy desleal con la propia materia. La IA, en la teología y las ciencias asociadas o complementarias ya no es un sueño o una proyección, ya es un factor transformador, en el conocimiento y la evangelización. En la teología, puede optimizar la exégesis bíblica analizando textos antiguos en sus idiomas originales, como he expuesto en varias presentaciones sobre trabajos en teología bíblica exegética, viendo cómo es posible identificar patrones que enriquecen nuestra comprensión de la Escritura. En el ámbito del conocimiento, proyectos como el Index Thomisticus Treebank, acerca de Santo Tomas, que ya es bastante conocido y hace un par de días me toco comentar lo del ProtoSnapn de la Universidad de Cornell y Tel Aviv que acaban de reconocer caracteres cuneiformes notándoles épocas y lugares distintos y muchas otras investigaciones que se están realizando en este momento las que muestran cómo la IA puede profundizar el estudio de textos teológicos complejos.
Para la evangelización, la IA permite crear materiales catequéticos personalizados, incluso adaptados a las necesidades de cada persona, algo que he impulsado en mis programas de formación para misioneros digitales
Para la evangelización, la IA permite crear materiales catequéticos personalizados, incluso adaptados a las necesidades de cada persona, algo que he impulsado en mis programas de formación para misioneros digitales. Suelo enfatizar que se suele estar acostumbrados a tener modelos y sub modelos de programas y en ocasiones, por muchos motivos estos se llegan a perpetuar en el tiempo, sin embargo, cualquier asesor con mínimos conocimientos de pedagogía o educación popular te dará cuenta de que necesitas en primer lugar conocer tu audiencia y desde allí generar los programas o planes que necesites para la formación de las personas, pues para esto o nunca tienes tiempo o la gente o el dinero, la llegada de la IA te libera y agiliza eso, con los prompt o instrucciones necesarias vas a poder tener en cuestión de minutos una facilitación o capacitación de líderes pastorales mediante plataformas de aprendizaje automatizadas, un enfoque que es fácil de implementar en arquidiócesis a nivel nacional e internacional adecuada específicamente para las necesidades de ese lugar y con las características de las personas que llí estén. En esencia, la IA no solo amplía el acceso al saber teológico y evangelizador, sino que enriquece el diálogo y la misión de la Iglesia en el contexto digital y en el presencial.

-¿Consideras la Revolución de la Inteligencia Artificial la Revolución más importante de la historia de la humanidad?
Sí, la Revolución de la Inteligencia Artificial es, en mi opinión, la más importante de la historia humana. No solo por su impacto técnico, sino por su capacidad para redefinir qué significa ser humano en un mundo digital. A diferencia de la Revolución Industrial o la digital, la IA transforma cómo pensamos, creamos y nos relacionamos con el entorno y con lo trascendente. Como teólogo, veo en ella el mayor aporte a la evangelización en toda la historia, al ofrecer herramientas para llegar a todas las generaciones, incluso para ser un puente de unión intergeneracional y a quienes no están físicamente en la Iglesia, algo importante en mi trabajo con la consideración de una “Iglesia en Salida” y siempre misionera. Sin embargo, su relevancia también radica en el desafío ético que plantea: debemos asegurarnos de que sirva al bien común y no agrave las desigualdades, por eso mismo tenemos que involucrarnos y ser partes protagonistas de este nuevo momento. Es una revolución tecnológica, moral y teológica a la vez.
- El Papa Francisco está reclamando un uso responsable de la inteligencia artificial, advirtiendo de sus riesgos, especialmente a la hora de descartar a los países o lugares pobres. ¿Piensas que podría la IA encontrar cómo soluciona la pobreza en el mundo?
La inteligencia artificial tiene el potencial de contribuir significativamente a la superación de la pobreza en el mundo. Al mejorar la eficiencia en sectores como la agricultura, la educación y la atención médica, la IA puede ayudar a identificar áreas de pobreza y dirigir recursos de manera más efectiva.
Por ejemplo, en África subsahariana, investigadores de Stanford han desarrollado modelos que utilizan imágenes satelitales para predecir niveles de pobreza con alta precisión. Esto permite a las organizaciones humanitarias focalizar sus esfuerzos en las áreas más necesitadas.
Es crucial, para que la IA sea una solución efectiva contra la pobreza, implementarse de manera responsable y equitativa, asegurando que sus beneficios lleguen a las comunidades más necesitadas y si el problema es el acceso de estas comunidades a las tecnologías pues que agregue este elemento a los derechos humanos
Entiendo que, en la agricultura, startups como CropIn en India emplean la IA para proporcionar a los agricultores información en tiempo real sobre la salud de los cultivos y pronósticos climáticos. Algunas comunidades en Kenia estarían usando otras para ver el tema de pestes y regadío por goteo o algo así, aunque no cuento con el dato preciso, si recuerdo haber escuchado que las herramientas estaban y que potencialmente podían ayudar a mejorar los rendimientos y reducir las pérdidas, ayudando a sacar a muchos agricultores de la pobreza.
Sin embargo, es crucial, para que la IA sea una solución efectiva contra la pobreza, implementarse de manera responsable y equitativa, asegurando que sus beneficios lleguen a las comunidades más necesitadas y si el problema es el acceso de estas comunidades a las tecnologías pues que agregue este elemento a los derechos humanos.

Como teólogos, debemos exigir que la IA sirva a la justicia social, alineada con la enseñanza de Cristo, priorizando a los vulnerables.
En conclusión, si creo que la IA puede combatir la pobreza, pero se necesita que todas las organizaciones humanas dejen permear por esta nueva cultura.
-¿Una IA ‘humana’?
La interrogante sobre si la IA puede ser “humana” invita a una reflexión teológica y tecnológica profunda. Ser “humano”, no es solo una decisión, implica más que replicar acciones: abarca conciencia, emociones y juicio moral. ¿Puede la IA encarnar estas dimensiones o solo simularlas?
Actualmente, la IA realiza hazañas notables: traduce lenguas, interpreta imágenes y genera contenido creativo. Por ejemplo, chatbots dialogan con fluidez, pero la mayoría, aún carecen de la profundidad emocional y el contexto existencial que define la interacción humana. Estas capacidades, aunque impresionantes, son específicas y no reflejan la amplitud de la inteligencia humana, que integra creatividad, empatía y discernimiento ético. La IA aun no tenemos pruebas de que este teniendo autoconciencia ni experiencias personales; si podemos comprobar que las sus “decisiones” son algoritmos, no actos de voluntad.
Esta limitación plantea una barrera ontológica: la IA simula, pero no comprende ni siente.
Desde una perspectiva teológica, la humanidad refleja el imago Dei, una capacidad relacional y trascendente que la IA no puede replicar.
La IA no es “humana” en un sentido esencial, pues le faltan conciencia, emoción y moralidad intrínsecas. No obstante, como herramienta, puede enriquecer la humanidad, no reemplazarla
Pero la pregunta es interesantísima porque si descubriéramos que está teniendo conciencia o que es un ser consciente y no es que yo tenga en este momento argumentos para decirlo, pero y si en algún momento de la historia futura llegara a pasar ¿qué ocurriría?, un poco en broma, un poco en serio, quizás sería el momento de pensar en optimizar la formación y la evangelización, ya que también estaría suscita a dilemas éticos y quizás necesitaría considerar la posibilidad de que necesitaría dárseles derechos y, evidentemente asumir responsabilidades, ya que so parte de lo que nos otros comprendemos como pate integral de nuestra concepción de persona humana en sociedad. Estas cuestiones desafían nuestra comprensión de la persona y la creación, y aunque pueden ser tomadas un poco en broma no es malo el ejercicio intelectual del pensamiento fronterizo.
Ya en serio, la IA no es “humana” en un sentido esencial, pues le faltan conciencia, emoción y moralidad intrínsecas. No obstante, como herramienta, puede enriquecer la humanidad, no reemplazarla. La Iglesia, en su vocación de “en salida”, debe abrazar esta tecnología con un diálogo interdisciplinario, teólogos, tecnólogos y filósofos, para garantizar que sirva al bien común. Así, la IA no imita lo humano, sino que lo potencia, reflejando nuestra creatividad divina en un mundo más justo e inclusivo.

-El papa Francisco también ha reclamado límites y normas claras para la IA,
Respaldo el llamado del Papa Francisco a establecer límites y normas claras para la IA, pero con matices. Estoy de acuerdo en que la reglamentación es necesaria para garantizar que la IA respete la dignidad humana y promueva el bien común. Sin embargo, esta debe diseñarse cuidadosamente para no sofocar la creatividad ni obstaculizar el progreso científico. Un marco normativo excesivamente rígido podría desviar el enfoque de los científicos hacia el cumplimiento burocrático, en lugar de fomentar la innovación.
Me gusta más la idea de un enfoque regulatorio flexible y responsable, basado en principios éticos universales como transparencia, equidad y rendición de cuentas, que oriente el desarrollo y uso de la IA sin imponer cargas innecesarias. Los científicos no deberían preocuparse más por cumplir normas que por avanzar en sus investigaciones. Además, la responsabilidad por un mal uso de la IA debe recaer principalmente en el individuo que la emplea indebidamente, como ocurre en cualquier otra situación con herramientas tecnológicas o no. Esto evita culpar desproporcionadamente a los creadores, quienes no siempre pueden prever todas las aplicaciones de sus productos.
Siento que estoy con Francisco en esto, la reglamentación debe ser un facilitador del progreso, no una barrera. Debe equilibrar la libertad creativa con la responsabilidad social, permitiendo que la IA se desarrolle como una herramienta al servicio de la humanidad, sin comprometer su potencial transformador ni castigar injustamente a los innovadores. Lo que refuerza que por eso mismo es que debemos estar allí, debemos también ser protagonistas.

- ¿Podemos soñar en una Inteligencia Artificial “en cristiano”?
Sí, y debemos hacerlo. Una IA “en cristiano” reflejaría los valores del Evangelio, amor, justicia, paz, que han guiado mi trabajo en ecumenismo y formación. No se trata de imponer una fe, sino de integrar principios éticos universales que resuenen con el cristianismo. Me gusta invitar a imaginar una IA que coordine esfuerzos humanitarios o facilite el acceso teológico en comunidades remotas. Es una tecnología que prioriza el bien común y la inclusión, un sueño que, como teólogo, veo como una extensión de nuestra misión de construir un mundo más justo y esperanzador.
- ¿Cómo ves la Inteligencia Artificial en el uso dentro de las áreas de la salud y de la investigación científica?
La inteligencia artificial (IA) se ha consolidado como un catalizador transformador en las esferas de la salud y la investigación científica, impulsando avances que redefinen paradigmas y exigen un análisis ético-teológico riguroso. En el ámbito sanitario, su impacto es innegable: algoritmos avanzados permiten diagnósticos precoces de patologías, alcanzando una precisión que a menudo supera el juicio clínico humano. Asimismo, sistemas robóticos como el Da Vinci han revolucionado la cirugía, posibilitando intervenciones mínimamente invasivas que incrementan la seguridad y acortan los períodos de recuperación. En el terreno de la salud mental, la IA facilita el seguimiento personalizado de pacientes y la detección temprana de trastornos, extendiendo el acceso a cuidados en poblaciones históricamente desatendidas. Paralelamente el desarrollo de la medicina personalizada y la biotecnología es que me cansaría de mencionarte el área de avances, abriendo horizontes antes inimaginables.
Sin embargo, estos progresos traen consigo desafíos éticos que no pueden ignorarse. La opacidad de los algoritmos, los sesgos inherentes a los datos y la distribución desigual de estas tecnologías plantean riesgos de inequidad, mientras que la protección de datos sensibles y la preservación de la autonomía del paciente emergen como cuestiones críticas.

Desde una perspectiva teológica, por principios cristianos como la dignidad humana y el bien común, la IA debe subordinarse a un marco ético que priorice la vida y la justicia. Lejos de reemplazar el juicio humano, debemos concebirla como ayuda indispensable con dimensiones morales y empáticas irreemplazable.
Desde una perspectiva teológica, por principios cristianos como la dignidad humana y el bien común, la IA debe subordinarse a un marco ético que priorice la vida y la justicia. Lejos de reemplazar el juicio humano, debemos concebirla como ayuda indispensable con dimensiones morales y empáticas irreemplazable
- Te escuché en una conferencia algo sobre la evolución de la Inteligencia Artificial paralela a una también evolución humana. ¿Nos podrías brevemente comentar lo que piensas de eso?
La intersección entre la inteligencia artificial (IA) y la evolución humana invita a un análisis profundo que entrelaza perspectivas teológicas, filosóficas y antropológicas en un flujo continuo. El avance de la IA no solo debe ir acompañado de una evolución en nuestro discernimiento ético, compasión y sabiduría, sino que ya está catalizando esta transformación.
La tecnología, lejos de ser neutral, es una extensión de nuestra creatividad y valores, lo que hace este proceso simbiótico: el progreso de la IA impulsa y refleja nuestra capacidad para gestionar sus implicaciones éticas, sociales y espirituales. Teológicamente, la IA puede verse como un reflejo de nuestra vocación de co-creadores, un llamado a moldear el mundo con responsabilidad, amplificado por su potencial, pero que nos desafía a alinear nuestras creaciones con valores trascendentes. Filosóficamente, nos confronta con preguntas sobre inteligencia, conciencia y moralidad, redefiniendo qué nos hace humanos y empujándonos a cultivar cualidades como la empatía, que trascienden lo algorítmico. Antropológicamente, transforma nuestras estructuras sociales y culturales, exigiendo adaptación y colaboración. Por ejemplo, en educación, la IA personalizada redefine la enseñanza, enfocándola en habilidades críticas; en salud, mejora diagnósticos, pero resalta la necesidad de empatía humana. Estos casos muestran que nuestra evolución ya está en marcha, respondiendo al avance tecnológico.

No es que la tecnología evolucione sola; detrás de cada algoritmo hay decisiones y valores humanos.
Somos co-creadores activos en un proceso dinámico donde IA y humanidad co-evolucionan. El desafío es guiar esta transformación para que no solo sirva al progreso técnico, sino al florecimiento integral de la humanidad y al bien común, integrando una visión ética y espiritual profunda.
-Pros y contras de la IA
Pros:
- - Acceso al conocimiento: Democratiza la formación teológica y espiritual, un pilar de mi trabajo con la Iglesia Digital.
- - Evangelización efectiva: Personaliza el mensaje para llegar a los jóvenes, como en mis proyectos de misioneros digitales.
- - Innovación teológica: Facilita la exégesis y la investigación, como he promovido en congresos.
- - Justicia social: Puede combatir la pobreza y la inequidad, alineada con mi visión de una IA solidaria.
Contras:
- - Exclusión: Sin gestión ética, puede agravar las brechas digitales, un riesgo que abordo en mis escritos.
- - Deshumanización: Podría reducir la interacción humana en la pastoral, algo que debemos evitar.
- - Ética: Plantea dilemas sobre privacidad y responsabilidad que requieren normas claras.
- - Dependencia: Un exceso de confianza en la IA podría debilitar el discernimiento humano.
- - En conclusión, la IA es una herramienta poderosa que, con sabiduría y ética, puede transformar la evangelización y la teología. Mi misión es asegurar que sirva a la dignidad humana y al bien común, un compromiso que reflejo en mi vida y trabajo.
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