Los periódicos valencianos siguen el caso al detalle El canónigo asesinado se llevaba los jóvenes también a un apartamento que tenía en la playa de El Perelló
"Se ha sabido que el cadáver fue descubierto gracias a que el canónigo había quedado el martes 23 por la mañana con un compañero de estudios"
"La policía está analizando los contenidos de las terminales, memorias y pendrives hallados en un cajón cerrado de la casa del canónigo, algunos de ellos dentro de la propia capilla u oratorio que tenía en la vivienda, junto a su habitación"
El canónigo asesinado llevaba a jóvenes que captaba en situación de calle a un apartamento que tenía en la cercana playa de El Perelló de Valencia donde mantendría relaciones sexuales con ellos, según ha declarado a la policía el “asistente” rumano que tenía el fallecido y que con todo lujo de detalles viene trasladando a sus lectores el diario Levante.
El comunicado oficial del Arzobispado de Valencia emitido ayer, más que calmar y serenar los relatos periodísticos, los ha avivado. En el mismo, el emisor sorprende al reconocer, sin que nadie se lo pidiera, que las incidencias y vicisitudes que ocurrían en el domicilio del canónigo ya eran conocidas por el Arzobispado desde hace dos años, cuando se limitó a apercibir verbalmente al sacerdote, aunque afirma que no sabía se trataba de algo tan grave, indudablemente refiriéndose a las connotaciones sexuales. Ahora los periódicos le están contando prolijamente lo que dice desconocía ocurría.
Una actuación más contundente, clara, precisa, incluso caritativa del Arzobispado, tal vez hubiera ahorrado situaciones límite como la del crimen que nos ocupa. Ni gestionaron bien el problema en su día, ni siguen haciéndolo ahora. El nuevo Arzobispo Benavent tendrá que hacer cambios de los cuadros y fontanería que tiene en Palacio y de las políticas de tolerancia cero, si no quiere que lo hundan en plena navegación.
El periódico Levante aumenta los grados de temperatura de los hechos, que no sólo ocurrían en el domicilio propiedad del Arzobispado en el que vivía el canónigo, sino en un apartamento que éste tenía en la playa de El Perelló, término municipal de Sueca.
Se ha sabido que el cadáver fue descubierto gracias a que el canónigo había quedado el martes 23 por la mañana con un compañero de estudios y cuando fue no le abrió la puerta, entrando en el domicilio con la llave de la casa que tenía el portero del edificio, de lo contrario se hubiera sabido mucho más tarde. Y que el presunto autor de la muerte la noche después del crimen se fue de copas y acabó ligando con dos mujeres.
La policía está esclareciendo lo ocurrido, sobre todo el modus operandi del sacerdote, a base de declaraciones de testigos y del “asistente” con el que mantenía relación de confianza desde 2012, quien a veces le acompañaba, ayudaba, protegía, …etc… Sobre todo le defendía de cualquier invitado que pudiera ser peligroso. Todo apunta que vamos a tener un largo serial. La cosa va por capítulos. La policía está analizando los contenidos de las terminales, memorias y pendrives hallados en un cajón cerrado de la casa del canónigo, algunos de ellos dentro de la propia capilla u oratorio que tenía en la vivienda, junto a su habitación. Se ignora de momento los contenidos. Un culebrón que alguien estará ya pensando en convertir en novela o guión de película.
Por su parte, el diario Las Provincias, que sigue también con detalle en competición con Levante esta historia, destaca en su edición de hoy en titulares que “ El Arzobispado amonestó hace dos años al canónigo asesinado en Valencia, pero niega conocer sus prácticas sexuales. Los vecinos del edificio donde vivía el sacerdote presentaron «quejas verbales» por las personas que subían a su casa. Según la investigación policial, el canónigo emérito, asesinado en su domicilio de la calle Avellanas, había mantenido relaciones sexuales con otros hombres a cambio de dinero. También se precisa que la última constatada fue con un discapacitado”.
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