Muere un Papa, un hermano, un maestro, un pastor, un padre, un profeta... Francisco se viste de Pascua

En su propuesta estaban todos, todos, todos. Jamás le fueron ajenas las circunstancias personales de aquellos que Dios le confió en el camino. Por eso hoy lo lloran los humildes y los sencillos de corazón, incluso los alejados de la fe cristiana. Ha muerto uno que ellos sienten "como de los nuestros"
"A partir de la crisis de los abusos en Chile de 2018, en mi trato casi semanal con él, observé un cambio, una metanoia como decimos técnicamente, una verdadera conversión en el Francisco octogenario. Se reunió personalmente con las víctimas de Karadima en Santa Marta para pedirles perdón en persona por haberlos ofendido y asumió su dolor, como un padre lo hace con el dolor de sus hijos"
"El magisterio de Francisco, en modo ‘poder blando’, continuará con más discernimiento, más compromiso con las víctimas y los pobres, más sinodalidad eclesial, más presencia centrada en un mundo polarizado que necesita constructores de puentes y no de muros"
"El magisterio de Francisco, en modo ‘poder blando’, continuará con más discernimiento, más compromiso con las víctimas y los pobres, más sinodalidad eclesial, más presencia centrada en un mundo polarizado que necesita constructores de puentes y no de muros"
| Jordi Bertomeu, oficial del Dicasterio para la Doctrina de la Fe
Muere un Papa
Este lunes de Pascua hemos descubierto con dolor que Francisco nos ha dejado. Bautizado como Jorge Mario, había sido un hombre de Dios, un jesuita del discernimiento y, en consecuencia, un hombre muy humano y muy divino. Tras ser arzobispo de Buenos Aires, llegaba a Roma, como él decía, desde el extremo del mundo, desde las periferias existenciales. Se llamaría Francisco. Sería Papa (el corrector insiste en papá) de una iglesia de mil quinientos millones de personas.
Muere un hermano
En estos más de doce años, no le cerró la puerta a nadie en su apartamento de Santa Marta. No etiquetó a nadie. No rechazó a nadie. Todo lo contrario: como hermano mayor, acompañó a todos los que se le acercaron. Los trató como preferidos y preferidas de Dios. En su propuesta estaban todos, todos, todos. Jamás le fueron ajenas las circunstancias personales de aquellos que Dios le confió en el camino. Por eso hoy lo lloran los humildes y los sencillos de corazón, incluso los alejados de la fe cristiana. Ha muerto uno que ellos sienten "como de los nuestros".

Muere un padre
A partir de la crisis de los abusos en Chile de 2018, en mi trato casi semanal con él, observé un cambio, una metanoia como decimos técnicamente, una verdadera conversión en el Francisco octogenario. Se reunió personalmente con las víctimas de Karadima en Santa Marta para pedirles perdón en persona por haberlos ofendido y asumió su dolor, como un padre lo hace con el dolor de sus hijos.
Francisco se sabía pastor de un rebaño que necesita leyes contra los abusos, leyes para acabar con el encubrimiento eclesial, leyes para promover una cultura del cuidado y de la prevención en la Iglesia
Muere un pastor
La víctima debía estar en el centro de la Iglesia, porque allí está Cristo. Francisco se sabía pastor de un rebaño que necesita leyes contra los abusos, leyes para acabar con el encubrimiento eclesial, leyes para promover una cultura del cuidado y de la prevención en la Iglesia. Además, su voz hacía comprensible para su rebaño el camino de la fe. Acabó oliendo a oveja por su trato asiduo con hombres y mujeres de buena voluntad que, a su lado, encontraban sentido a la fe, consuelo y esperanza.

Muere un maestro
La Iglesia no avanza a saltos ni con rupturas marcadas. La continuidad la da el Espíritu Santo, caricia y aliento del Padre al Hijo compartidos con la comunidad de los ‘llamados’ o Ecclesia. El magisterio de Francisco, en modo ‘poder blando’, continuará con más discernimiento, más compromiso con las víctimas y los pobres, más sinodalidad eclesial, más presencia centrada en un mundo polarizado que necesita constructores de puentes y no de muros.
Muere un profeta
Se encontró dentro de una Iglesia sorda al clamor de los abusados. Había que recuperarla como un espacio sano y seguro para los más vulnerables, en medio de una sociedad en sí misma abusiva. Formará parte para siempre del legado de Francisco su propuesta de una Iglesia en salida que va a las periferias del mundo para decir a los que sufren que son los preferidos del Padre. Una Iglesia más sencilla y humilde, más dialogante, menos clerical o elitista, más cercana e inclusiva, más hospital de campaña. Una Iglesia que reflexiona sobre el ejercicio del poder como servicio y entrega gratuita y desinteresada del Resucitado.

Muere un hijo de Dios
En su testamento, ha dejado escrita la voluntad de irse como vino al mundo: pobre y con la única riqueza del cristiano, que es la propuesta desnuda de la Palabra. Como en el Éxodo, ha caminado con su pueblo, ha vivido a fondo y con seriedad cada momento y ahora se lleva solo el polvo que había en sus sandalias de pescador. Se le dio el único poder de un ‘llamado’: participar del sueño de Jesús, liberando a todos de los espíritus inmunes, del mal, de los miedos y de las falsas imágenes de Dios.
"Hoy Francisco, habiendo corrido el tramo final de la carrera hacia el Padre, calzados los pies con sus viejos zapatos ortopédicos pero revestido de Cristo y de su triunfo pascual, finalmente descansa en los brazos del Padre"
Vive la promesa de la Pascua
Lo vimos hace unos días vestido solo con un pequeño poncho y sin zapatos, llevado en una silla de ruedas por la magnífica y solemne basílica de San Pedro. Algunos se escandalizaron de volver a ver en Roma al viejo pescador de Galilea. Francisco ya no podía caminar. No oía la voz inocente de un niño que saludaba a aquel anciano curioso por una vida que apenas empieza. Solo podía bendecir con una sonrisa esbozada. Hoy Francisco, habiendo corrido el tramo final de la carrera hacia el Padre, calzados los pies con sus viejos zapatos ortopédicos pero revestido de Cristo y de su triunfo pascual, finalmente descansa en los brazos del Padre.
Etiquetas