"Hay que 'cultivar el propio jardín'… basta con usar la razón" Valencia: hora de despertar del espejismo de la inocente ingenuidad del optimismo
"El 'Poema sobre la catástrofe de Lisboa', de François Marie Arouet de Voltaire (1694-1778), no es un poema científico, sino un texto histórico y filosófico sobre los derechos humanos y las relaciones entre el hombre, la religión y la naturaleza"
"La tesis expuesta es sencilla: el mal en el mundo no puede ser obra de Dios, pues entonces no sería un Dios bueno y justo, ni puede ser obra de otros, pues entonces no sería un Dios todopoderoso"
"Propongo releer el mencionado texto y el hecho -el terremoto de 1755- porque ya entonces, en el Siglo de las Luces, muchos cuestionaban las certezas afirmadas por filósofos y religiosos: la necesidad y conveniencia del dominio siempre del hombre sobre la Naturaleza"
"Propongo releer el mencionado texto y el hecho -el terremoto de 1755- porque ya entonces, en el Siglo de las Luces, muchos cuestionaban las certezas afirmadas por filósofos y religiosos: la necesidad y conveniencia del dominio siempre del hombre sobre la Naturaleza"
Mientras el hombre, con sus guerras esparcidas por el mundo y actos terroristas, persevera en su destrucción y la de otras especies y el medio ambiente, señalo un poema sobre un fenómeno natural, el terremoto de Lisboa de 1755, creyendo que la inestabilidad del planeta ya requiere suficiente esfuerzo y energía como para no malgastarla en guerras y guerrillas de diversa índole.
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«¡Pobres humanos! ¡Y nuestra pobre tierra! ¡Terrible mezcolanza de desastres! ¡Consoladores siempre de penas inútiles! Filósofos que osáis gritar que todo está bien, venid a contemplar estas horribles ruinas: muros hechos jirones, carne despedazada y cenizas. Mujeres y niños amontonados unos sobre otros bajo pedazos de piedras, miembros esparcidos; cien mil heridos que la tierra devora, desgarrados y ensangrentados pero aún palpitantes, sepultados por sus techos, perdiendo sus miserables vidas sin ayuda, entre atroces tormentos».
Así comienza el «Poema sobre la catástrofe de Lisboa» -de lectura aconsejada y recomendada- de François Marie Arouet de Voltaire (1694-1778), no un poema científico, sino un texto histórico y filosófico sobre los derechos humanos y las relaciones entre el hombre, la religión y la naturaleza.
La tesis expuesta por Voltaire es sencilla: el mal en el mundo no puede ser obra de Dios, pues entonces no sería un Dios bueno y justo, ni puede ser obra de otros, pues entonces no sería un Dios todopoderoso. Sin embargo, el mal existe y tenemos que enfrentarnos a él. Pero que el mal aparezca como tal para los humanos y que, en cambio, forme parte del bien universal, tesis recurrente en ciertas teodiceas y núcleo del pensamiento leibniziano, es una distorsión de la realidad en la medida en que niega el sufrimiento y es un insulto a esos hombres, mujeres, ancianos y niños -que, sin culpa alguna, fueron aplastados en Lisboa por los muros de sus propias casas o han sido, en general, víctimas de las leyes de la naturaleza.
"Propongo releer el mencionado texto de Voltaire y el hecho -el terremoto de 1755- porque ya entonces, en el Siglo de las Luces, muchos cuestionaban las certezas afirmadas por filósofos y religiosos: la necesidad y conveniencia del dominio siempre del hombre sobre la Naturaleza"
Y si el mencionado Poema aún terminaba con una palabra de esperanza, Voltaire escribiría poco después Cándido, la obra considerada como su obra maestra literaria, en la que su pesimismo se haría total. El mal está representado en todas sus manifestaciones posibles a lo largo de la aventura humana de Cándido, de modo que representa la denuncia más eficaz del todo está bien leibniziano, esa «filosofía cruel bajo un nombre consolador», como escribió en una carta del 18 de febrero de 1756.
Propongo releer el mencionado texto de Voltaire y el hecho -el terremoto de 1755- porque ya entonces, en el Siglo de las Luces, muchos cuestionaban las certezas afirmadas por filósofos y religiosos: la necesidad y conveniencia del dominio siempre del hombre sobre la Naturaleza. La explotación extrema de los recursos naturales sin una necesidad real, a menudo con guerras de por medio, ha implicado desde entonces hasta nuestros días también a las fuentes fósiles de energía y la liberación de contaminantes en el medio ambiente.
La quizá posible elección del nuevo presidente de los Estados Unidos de América, el Sr. Donald Trump, y su visión extremista y negacionista de los problemas medioambientales y del cambio climático en curso, muestran lo lejos que nos queda aún a los ‘homo sapiens’ el camino hacia un «desarrollo sostenible» que respete las necesidades de las generaciones futuras y el papel actual de la Naturaleza y de nuestra inestable corteza terrestre.
En cuanto a los terremotos, en unos pocos casos (Japón, California) las políticas han sido previsoras y se han orientado a la prevención de estos catastróficos acontecimientos, con la construcción de edificios adecuados para soportar los temblores. Ojalá que así ocurra, mutatis mutandis, en España con respecto a las catástrofes/desastres naturales -Danas o no Danas- , o menos naturales, que puedan ocurrir en el futuro.
El Poema de Voltaire se inspiró en uno de los terremotos más catastróficos de los últimos siglos. La magnitud se estimó retrospectivamente entre 8,5 y 8,7 en la escala de Richter. En aquella época, la escala de Richter, basada en la energía liberada por el temblor sísmico, aún no se había ideado: el geofísico estadounidense Charles Richter la desarrolló en 1935. La escala Mercalli-Cancani-Sieberg, basada únicamente en los daños causados por los terremotos y, por tanto, empírica, también es posterior: 1883, con modificaciones en 1902.El terremoto de Lisboa de 1755 causó al menos 60.000 muertos, hasta 90.000 según otras fuentes.
"La quizá posible elección del nuevo presidente de los Estados Unidos de América, el Sr. Donald Trump, y su visión extremista y negacionista de los problemas medioambientales y del cambio climático en curso, muestran lo lejos que nos queda aún a los ‘homo sapiens’ el camino hacia un 'desarrollo sostenible'"
En Wikipedia hay una descripción precisa de la catástrofe que asoló la capital portuguesa, escrita por el famoso geólogo escocés Charles Lyell (1797-1875), que también tuvo una gran influencia en Charles Darwin y en la publicación de «El origen de las especies»: «Primero se oyó un estruendo como un trueno procedente de las entrañas de la tierra, y poco después un violento temblor sacudió gran parte de la ciudad. Durante seis aterradores minutos murieron 60.000 personas. El mar primero retrocedió, dejando secos el muelle y la orilla, con todos los barcos y botes allí amarrados, y luego volvió a rugir, elevándose quince metros por encima de su nivel habitual…».
Por lo que se refiere a “Cándido o el optimismo” (cuya lectura y estudio es también siempre recomendada) es un ejemplo de relato filosófico escrito entre 1757 y 1758 por Voltaire, que lleva este tipo de novela a su máxima perfección. El libro escenifica, a través de personajes y situaciones, las ideas que el autor quería combatir o defender. Cándido es también una novela de formación: la historia es la de un adolescente que crece intelectual, psicológica y afectivamente.
Cándido no es un ser humano real, sino un medio utilizado por el autor para demostrar algunas de sus ideas y algunas consideraciones irónicas sobre el hombre real vistas con mucho humor. El objetivo de Voltaire son las ideas optimistas del filósofo Leibniz, que quería demostrar que el mundo en que vivimos es el mejor de los mundos posibles. El libro deja claro que, en cambio, el mundo está lleno de tanta maldad que uno duda de que exista una providencia divina.
Esto no significa que Voltaire no fuera creyente; era deísta y pensaba que Dios creó el mundo con un propósito, pero el hombre no sabe cuál es y debe limitarse y contentarse con vivir sin hacerse demasiadas preguntas. Este es también el mensaje final del libro: hay que «cultivar el propio jardín», una moraleja práctica que se aplica a todo el mundo, basta con usar la razón.
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