Niños de la guerra, de las pateras, de los abusos... siempre inocentes No le hagas daño al niño (Génesis 22, 12)
A lo largo de la historia de la humanidad, ésta no es la única matanza de inocentes, ya sea por su muerte sangrienta o por haber sufrido diversas formas de violencia y maltrato físico y psicológico
También existen hoy las «masacres de inocentes», ya sea porque los niños pierden la vida o porque resultan heridos en el cuerpo y en el alma, ¡y sigue existiendo «el desgarro de las madres»!
«Se oyó un clamor en Ramá, un gran llanto y lamentos; Raquel lloraba por sus hijos y no quería ser consolada, porque ya no estaban» (Mateo 2,18).
Así recita un versículo del Evangelio de Mateo, que recuerda una profecía pronunciada por Jeremías, para describir el tormento y el gran dolor por la matanza de los niños de Belén menores de dos años; es la conocida «matanza de los inocentes», perpetrada por Herodes por envidia y cólera contra el «Rey de los judíos recién nacido», es decir, Jesús, como le llamaban los Magos. Imaginemos el tormento y la «inconsolabilidad» de las madres de estos pequeños inocentes ante semejante atrocidad que les había arrebatado, en un momento y de golpe, el fruto de sus entrañas...
A lo largo de la historia de la humanidad, ésta no es la única matanza de inocentes, ya sea por su muerte sangrienta o por haber sufrido diversas formas de violencia y maltrato físico y psicológico: piénsese, por ejemplo, en los numerosos niños exterminados en los campos de concentración nazis, donde la llamada «inocencia» típica de aquella época quedó irremediablemente devastada y aniquilada.
¿Y sigue habiendo «masacres de inocentes» hoy en día? Sí, por supuesto... también las hay allí donde hay guerras, también las hay de niños ucranianos asesinados por bombas y misiles que «llueven» sobre sus casas o que viven en sótanos, presas de miedos y pesadillas, que expresan en sus dibujos. Son, estas masacres, las de los niños palestinos; son también las de los niños judíos masacrados en la matanza del 07 de octubre de 2023. Todos víctimas de una absurda guerra de odio que tiene sus raíces en la incomprensión y el abuso mutuos entre los dos pueblos, palestino e israelí.
Víctimas, aunque no de muerte, sino sobre todo a nivel psicológico/conductual, son los niños que sufren abusos sexuales, cuyo fenómeno se denomina pedofilia; o los que sufren algún tipo de abuso por parte de adultos, tal vez en el entorno familiar, que debería ser un refugio seguro y protector.
Víctimas son los niños explotados en el llamado «trabajo infantil», un fenómeno que se da en ciertas partes del mundo; víctimas son los «niños soldado», como ocurre en ciertos conflictos olvidados... Infancia negada, infancia quemada: pueden parecer frases retóricas, pero son cruda realidad, ¡por desgracia!
Víctimas son también los niños y niñas migrantes que desembarcan en las costas de Occidente en particular desde sus embarcaciones, siempre que no se ahoguen antes en el mar tempestuoso. La de los migrantes es una infancia que desembarca con los ojos llenos de miedo, perdida hacia un futuro lleno de incógnitas; significativa también de la soledad que sienten es la imagen de los niños.
Sí, también existen hoy las «masacres de inocentes», ya sea porque los niños pierden la vida o porque resultan heridos en el cuerpo y en el alma, ¡y sigue existiendo «el desgarro de las madres»
Volviendo al Evangelio, recordando cómo Jesús tenía una especial predilección por los niños -«Dejad que los niños vengan a mí»-, recordemos también su dura advertencia y condena a quienes hacen daño, irreparable o no, a los niños: «Quien escandalice a uno de estos pequeños creyentes, más le valdría que le pusieran al cuello una piedra de molino y lo arrojaran al mar» (Marcos 9,42).
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