El teletrabajo y la "educación de excelencia" ¿Qué hubiera pensado Jesus de Nazaret sobre internet o sobre las videoconferencias?
"Debemos aprovechar el llamado teletrabajo, o más ampliamente, el trabajo a distancia, para transformar nuestro sistema educativo privado y concertado en algo más, o sea, en una educación de excelencia”
"La idea de futuro no es, pues, que nadie vaya al cole, sino que sea el profesor quien pueda impartir la clase desde su casa o desde el lugar elegido en el acuerdo firmado con la empresa"
"Queremos poner de manifiesto y dar un toque de atención para que las empresas educativas no dejen pasar esta oportunidad para conseguir ese plus de calidad en la enseñanza que las distinga por excelencia"
"Queremos poner de manifiesto y dar un toque de atención para que las empresas educativas no dejen pasar esta oportunidad para conseguir ese plus de calidad en la enseñanza que las distinga por excelencia"
| Salvador Vivas Puig, Sánchez Cánovas Abogados
A raíz de la reciente publicación del Real Decreto-Ley 28/2020, de 22 de septiembre, que regula el trabajo a distancia, --una de cuyas modalidades, el teletrabajo, ha estado en los últimos meses de plena actualidad--, se han planteado diversos temas prácticos en relación con su implantación en las empresas y sus nuevos requisitos. Que si la protección de datos; que si la voluntariedad; que si el 30 % mínimo de jornada; que si la protección de la intimidad, …
Sin embargo, a este humilde amanuense que suscribe le ha dado por plantearse qué hubiera pensado Jesus de Nazaret sobre internet o sobre las videoconferencias y la comunicación inmediata de las ideas, principios, conocimientos y valores cuando dijo: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio”: ¡Hubiera sido un gran usuario de internet, sin duda ninguna! Hubiera manejado y fomentado su uso, pensando en el beneficio social que supone el aprovechamiento positivo de la tecnología que el ser humano ha inventado (ya sé, no todo lo que hace el hombre tiene que ser bueno, pero en este caso sí lo es).
Dentro de este marco conceptual y pensando que nuestros colegios concertados tienden, siempre y por principio, a la excelencia de la educación y formación de los alumnos, se me antoja que debemos aprovechar el llamado teletrabajo, o más ampliamente, el trabajo a distancia, para transformar nuestro sistema educativo privado y concertado en algo más, o sea, en una “educación de excelencia”. Y para esto, el teletrabajo puede convertirse en un auténtico catalizador de esa revolución.
El objetivo es, pues, construir un modelo de aprendizaje diferente basado en las nuevas tecnologías que permita encontrar un equilibrio entre la presencialidad del profesor en el aula y la figura del “profesor desde casa”, creando una nueva cultura de educación informática que se base en la preparación y formación de los docentes.
Superar la 'tecnofobia'
Lo primero que tendremos que conseguir es superar esas tradicionales reticencias o resistencias al cambio de las estrategias educativas por parte de algunos gremios de docentes que, por motivos puramente ideológicos, todavía mantienen una cierta “tecnofobia”, de muy difícil comprensión actualmente.
Igualmente, deberemos superar ese miedo que existe en algunas empresas educativas a que las nuevas tecnologías impidan mantener y transmitir los valores sociales, éticos o religiosos, porque las máquinas—pese a lo que se cree—pueden “tener moral”, en la medida en que son manejadas por seres humanos.
En dicho contexto, los colegios e instituciones educativas deberán arbitrar soluciones prácticas y materiales para superar algunos obstáculos como pueden ser los siguientes:
i.- Todavía, muchos de los edificios escolares no están provistos de la infraestructura necesaria para poder instalar en las aulas los equipos informáticos (p. ej., terminaciones eléctricas, telefónicas, etc.),
ii.- Escasa preparación de los docentes, por lo que se necesitaría un reciclaje muy especializado para poder atender con solvencia las futuras necesidades del trabajo a distancia. En este sentido, el artículo 9 del Real Decreto- Ley 28/20, de 22 de septiembre, hace hincapié en que “las empresas deberán adoptar las medidas necesarias para garantizar la participación efectiva en las acciones formativas de las personas que trabajan a distancia”, y en que “la empresa deberá garantizar a las personas que trabajan a distancia la formación necesaria para el adecuado desarrollo de su actividad”.
iii.- En general, hay escasez de recursos humanos, y, sobre todo, de los relacionados con las nuevas tecnologías, por lo que la educación a distancia entiendo que sería positiva para el crecimiento del empleo.
iv.- El alto coste económico que supone dotar de medios eficaces y de alta velocidad a las aulas y a los docentes
A mi juicio, ese esfuerzo económico al que tendremos que hacer frente es absolutamente recomendable para conseguir ese objetivo de la educación de excelencia en el contexto de las nuevas tecnologías, porque, si no, la tele-enseñanza no sería eficaz.
Pero más allá de estos engorros prácticos, se encuentra la pregunta del millón, la que tiene más carga de profundidad:
¿Se desnaturaliza la escuela, --como tal y en su concepto tradicional--, si los maestros no acuden a ella; o los niños no van a estar junto a sus compañeros; o ambos, alumnos y profesores, ¿no se encuentran en el aula? ¿Para qué queremos unos edificios que no van a ser usados?
Evidentemente, es una exageración lo que acabo de decir, puesto que la teleeducación siempre tiene que desarrollarse de forma equilibrada con la presencialidad. Los alumnos tienen que ver al profesor y viceversa; estar juntos e ir de excursión o a los museos, puesto que, a pesar de las ventajas que ya hemos expuesto, la computadora no podrá nunca desbancar totalmente a la persona que transmite, a dos metros de distancia o caminando entre los pupitres, sus conocimientos y valores. En este sentido, por ejemplo, la nueva regulación del trabajo a distancia (R.D.-Ley 28/20) lo define como el que supone más de un 30 % de jornada en un periodo de referencia de tres meses.
La escuela del futuro
La idea de futuro no es, pues, que nadie vaya al cole, sino que sea el profesor quien pueda impartir la clase desde su casa o desde el lugar elegido en el acuerdo firmado con la empresa. Incluso que sean también los alumnos quienes sigan la impartición de la clase desde sus propias casas cuando haya obstáculos materiales importantes que impidan su presencia en el colegio: pensemos en lo que ha pasado con la COVID-19, sin ir más lejos. El teletrabajo forzoso que se tuvo que practicar hizo aparecer el fantasma de la posible transformación de la clase presencial por la clase telemática; y este miedo, precisamente, es el que este artículo pretende disipar. Antes, al contrario, debemos aprovechar la aparición súbita de la teleformación para regularla debidamente y aprovecharnos de sus indudables ventajas y beneficios.
La impartición de la clase a distancia tendría que hacerse de forma bidireccional en lo que respecta al video y al audio, es decir, que el profesor vea y hable a los alumnos y éstos vean y hablen con el profesor, posibilitando la simultaneidad de la comunicación, y para ello, existen ya varios sistemas informáticos. Existe también una técnica para posibilitar el control remoto de las cámaras para que puedan ser orientadas y enfocadas según los requerimientos del docente, de forma tal que se pueda controlar también la actitud de los alumnos en clase, o sus distracciones o malos comportamientos.
Sin duda, la distancia virtual permite la relajación de las buenas actitudes de los alumnos, por lo que no estaría de más, “de lege ferenda”, o en el seno de la empresa, crear una categoría laboral de “auxiliar de gestión de aula”, que, dentro de ésta, vigilara el comportamiento de los alumnos, y atendiera las posibles necesidades del docente.
En definitiva, queremos poner de manifiesto y dar un toque de atención para que las empresas educativas no dejen pasar esta oportunidad para conseguir ese plus de calidad en la enseñanza que las distinga por excelencia. Hay que adelantarse al futuro y la nueva regulación expresa del teletrabajo nos permite ir introduciendo pequeñas mejoras en la organización de la empresa, en la medida de nuestras posibilidades, que nos permita a medio/largo plazo abordar el nuevo sistema educativo que, sin duda, existirá de aquí a unos años.
La recomendación nuestra sería, antes de instalar todo el conglomerado tecnológico, que se implementen en los centros de trabajo Protocolos de Trabajo a Distancia, donde se contemple el teletrabajo y todos los requerimientos legales en cuanto a protección de datos, formación de los docentes, respeto al derecho a la intimidad, dotación de las herramientas informáticas, horarios y jornadas de trabajo, gastos a sufragar por la empresa, lugar de trabajo, sistema de control del teletrabajo, riesgos laborales, etc. Igualmente, proceder ya, sin demora, a implantar en la empresa los necesarios modelos de acuerdos voluntarios de trabajo a distancia o teletrabajo, e introducir en los Planes de prevención de riesgos todas las instrucciones y prevenciones oportunas en este tema, así como retocar los Planes de igualdad o los Protocolos de Acoso de las empresas para introducir los aspectos relativos al teletrabajo y a la luz de los últimos Reales Decretos- Leyes 902/2020, de 13 de octubre, de igualdad retributiva entre hombres y mujeres y 901/2020, de 13 de octubre, por el que se regulan los Planes de Igualdad.