¿Quién cargo la escopeta de su santidad? Pues Cañizares.

Hay quienes dicen y sugieren que el asunto ese tan turbio de las polémicas palabras del Papa es obra de Rouco Varela. Ganas tendría yo de lanzarme a la yugular del señor Cardenal de Madrid. Pero, mi intuición me dice que hay otra persona detrás con más acceso al Papa y necesitada de hacer bastante daño al propio Antonio María. Creo que la persona que cargó la escopeta de su Santidad fue el cardenal Antonio Cañizares.

El Papa no es experto en historia, aunque estoy seguro que sabe mucho. Tampoco va a ser quien mejor conozca la España de la segunda república. Estoy seguro que antes de hacer esos comentarios, alguien español tuvo que estar detrás. Es bien simple. ¿Rouco? Imposible, Rouco quiere llevarse bien con el gobierno del PSOE para proteger los intereses de la Iglesia y de paso los suyos propios, pues anhela acabar tranquilamente esta etapa para ser reelegido. El propio Martínez Sistach o tal vez Julián Barrios, no, imposible, no son malas personas, no hablan nunca mal de nadie y tampoco sonarían con cargar la escopeta de su santidad. Además, tampoco tiene una relación tan estrecha con Benedicto XVI. ¿El sector duro del episcopado? De momento son solo arzobispos y obispos secundarios que bailan la musica de Rouco esperando a la jubilación de este.

Solo Cañizares es capaz de esto, estoy seguro al 100 %. Cañizares está muy callado últimamente, como ya dije en su día, el cargo le va a obligar a no hacerle sombra al Papa. Cosa que no ocurría igual que cuando le hacía sombra a Rouco. Además, no es la primera vez que intenta dinamitar acuerdos entre gobierno e Iglesia para hacer daño a Rouco. El que fue en su día capaz de vender a sus amigos progresistas para medrar, no es de extrañar que hoy venda a sus amigos y antiguos compañeros del episcopado español. A Rouco ya le vendió hace mucho. Y Cañizares no es precisamente un hombre honesto cuando se aseguró en su día que recibió favores y es posible que dinero del propietario de la UCAM.

Ya sé que Cañizares no regresará a España. El camino a Roma no tiene retorno. Solo le queda aspirar a cargos de más importancia, reptar y vender. No será nunca como un Benedicto XVI que se desencanto con la línea más liberal de la Iglesia, será un tipejo que por ambiciones la vendió. En fin, como cambian por interés algunos, sobre todo de los pantalones cortos hasta las rodillas y la ropa de calle a los bordados y capas suntuosas. Esas imágenes parecían más una entronización que una misa.
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