La influencia y presión de estos prelados, junto al papel del Nuncio, claves en el intento de involución Sin voto, pero con voz, con mucha voz: el (triste) papel de (algunos) eméritos en el boicot al plan de Francisco para la Iglesia española

Cartela de 'Eméritos: un camino de fe' de TRECE
Cartela de 'Eméritos: un camino de fe' de TRECE TRECE

A la pasada Asamblea Plenaria asistieron 28 obispos, eméritos, 12 auxiliares y 63 titulares. Algunos de los prelados sin cargo oficial, con mucho peso en el episcopado, especialmente los cardenales Rouco y Blázquez, pero también otros prelados, como Fidel Herráez, que continúan participando, con fuerza, en los debates. Y lo hacen tirando agua hacia su propio molino

El papel de los obispos eméritos (más bien, de ALGUNOS obispos eméritos) está siendo muy cuestionado últimamente. Obispos que, lejos de acompañar a sus actuales pastores, se dedican a boicotear sus actuaciones y propuestas pastorales, más cercanas a las planteadas por el Papa Francisco. Y, curiosamente, o tal vez no tanto, cada vez más alejadas de las suyas

No tienen voto, pero sí voz. Mucha voz. Y, en verdad, que la utilizan. Más o menos ronca, pero potente, con altavoces, y con orejas abiertas para escucharles. A la pasada Asamblea Plenaria asistieron 28 obispos, eméritos, 12 auxiliares y 63 titulares. Algunos de los prelados sin cargo oficial, con mucho peso en el episcopado, especialmente los cardenales Rouco y Blázquez, pero también otros prelados, como Fidel Herráez, que continúan participando, con fuerza, en los debates. Y lo hacen tirando agua hacia su propio molino.

‘Informe RD’ con análisis y el Documento Final del Sínodo

"Hay más eméritos en 'activo' que obispos nuevos" se quejaba, amargamente, un prelado hace pocos días. Y es que el papel de los obispos eméritos (más bien, de ALGUNOS obispos eméritos) está siendo muy cuestionado últimamente. Obispos que, lejos de acompañar a sus actuales pastores, se dedican a boicotear sus actuaciones y propuestas pastorales, más cercanas a las planteadas por el Papa Francisco. Y, curiosamente, o tal vez no tanto, cada vez más alejadas de las suyas.

Argüello, junto a Cobo y Rouco, antes de arrancar la Plenaria
Argüello, junto a Cobo y Rouco, antes de arrancar la Plenaria

Representan una Iglesia antigua, que en nuestro país no lo es tanto. Soportada (mediática y económicamente) por sectores de Iglesia que, acostumbrados a hacer y deshacer a su antojo, no quieren perder la influencia (el poder) ejercido con mano de hierro en tiempos de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Unos obispos, los eméritos, que gozan de influencia sobre muchos de los actuales prelados titulares, que fueron ordenados por ellos, les sirvieron fielmente y, en algunos casos, les deben la mitra.

Unos obispos, los eméritos, que gozan de influencia sobre muchos de los actuales prelados titulares, que fueron ordenados por ellos, les sirvieron fielmente y, en algunos casos, les deben la mitra

La estrategia está perfectamente definida (hay que reconocerles la inteligencia, sin duda), y tiene éxito, por varias razones. La primera, por su impacto personal y presencial: su palabra fue ley hasta hace poco, y su capacidad para incorporar sus tesis al debate continúa siendo fuerte. La segunda, su capacidad de organización y penetración: porque muchas cosas no han cambiado en Añastro en los últimos treinta años, y cada mínima renovación cuesta, y mucho, y a los renovadores. La tercera, y sin duda una de las más relevantes, el apoyo sin fisuras por parte del inquilino del palacio de la Avenida de Pío XII 46.

El Nuncio Apostólico en el CEU
El Nuncio Apostólico en el CEU

Y es que el nuncio Auza (a quien hace tiempo se busca, sin éxito, relevo. La escuela diplomática es uno de los talones de Aquiles de la reforma bergogliana) no solo auspicia las tesis de los eméritos -apoyados por muchos obispos residenciales: no olvidemos que, por mucho que queramos vestirlo, el episcopado español sigue siendo uno de los más refractarios a Francisco de toda Europa-, sino que se dedica, con cierto éxito, a demorar la necesaria reforma en el nombramiento de obispos, enviando ternas que después tienen que ser devueltas desde la Congregación de Obispos, y negándose sistemáticamente a incluir en las mismas propuestas que siguen los criterios de cómo ha de ser un obispo de una Iglesia sinodal y abierta a los cambios. 

Los datos son tumbativos: en la actualidad, hay 15 arzobispos eméritos, 27 obispos eméritos y 2 obispos auxiliares eméritos, para un total de 44. En cambio, los nuevos obispos nombrados en los últimos dos años son 17.

En la rueda de prensa final de la Plenaria, el portavoz, César García Magán, anunció un estudio sobre el estatus de los obispos eméritos. De quienes se tiene que aprovechar, sin duda, su sabiduría, su experiencia y capacidad. Tienen hasta un programa en la televisión de los obispos (por cierto, alguien tendrá que explicarnos qué se contó sobre Ábside en la sesión reservada del jueves por la tarde). Pero a quienes se debería recordar que su trabajo ha de redundar en bien de la Iglesia, en lugar de dedicarse a colocar palos en las ruedas de quienes han de liderar la Iglesia de presente, y del futuro.  

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