Directora de prensa de Ayuda a la Iglesia Necesitada Internacional (ACNI) María Lozano: "Nuestra tarea es hacer visible la fe heroica que emerge en el sufrimiento"
"Cuando estás en una situación difícil, es terapéutico saber que alguien piensa en ti. Muchas veces, los cristianos con quienes hablamos nos agradecen que los tengamos presentes y que les llamemos para saber cómo están"
"Como me dijo un misionero de Angola, cuando hay una guerra, solo quedan tres grupos de personas: los militares, los locos, y los misioneros. Por lo tanto, allá donde otros muchos abandonan por no correr peligro, la Iglesia se queda para estar cerca de la población"
| Jordi Pacheco
(Flama).- Entre los nueve mil periodistas que esta semana se han reunido a Roma para participar en el Jubileo del Mundo de la Comunicación, que incluye un encuentro con el Papa en Aula Pablo VI, se encuentra María Lozano, directora de prensa de Ayuda en la Iglesia Necesitada Internacional )ACNI).
Después de quince años sirviendo esta fundación pontificia dedicada a apoyar a la Iglesia católica en su tarea evangelizadora en las comunidades más necesitadas, discriminadas y perseguidas del mundo, esta periodista madrileña residente a Königstein im Taunus, Alemania (donde tiene la sede la entidad) ha querido aprovechar la estancia en la capital italiana para participar en el seminario para profesionales de la comunicación de la Universidad de la Santa Croce, donde ha compartido con otros profesionales cómo es su trabajo, que consiste, segun asegura, en “comunicar el bien, hacerlo bien e inspirar a otros a hacer el bien”.
¿Cómo describiría su trabajo en Ayuda en la Iglesia Necesitada?
Es una misión como comunicadora de presentar el bien sin obviar el sufrimiento, que no hay que ocultar. Estamos llamados a descubrir la tremenda riqueza que tenemos en la Iglesia, que a menudo sale porque es difícil de encontrarla en nuestro ámbito cotidiano. Para mí, es una obligación ser un canal que transmite estas historias heroicas de fe a mucha más gente. Y esta es nuestra tarea más allá de buscar fondos para intentar ayudar a la Iglesia a continuar haciendo su tarea esté donde esté. Observar cómo la gente vive su fe en medio del sufrimiento y la persecución es un mensaje evangelizador del cual podemos aprender mucho.
Ustedes son testigos de situaciones extremadamente duras para los cristianos en países como por ejemplo Irak, Nigeria o Ucrania. ¿Cómo transmitir la esperanza, precisamente en este año jubilar, en un contexto tan difícil?
Nosotros no podemos hacer desaparecer todo el mal que hay en el mundo, nadie lo puede hacer. Pero para llevar esperanza a aquellos que sufren lo primero es no olvidarlos. Cuando estás en una situación difícil, es terapéutico saber que alguien piensa en ti. Muchas veces, los cristianos con quienes hablamos nos agradecen que los tengamos presentes y que les llamemos para saber cómo están. También oramos por ellos, puesto que la oración nos permite acompañarlos en su sufrimiento. Si nos limitamos a ayudar a alguien materialmente sin saber cómo está, sin esta unión interior, nuestra misión no tiene sentido.
Y, por otro lado, también ayudamos a la Iglesia a llevar su mensaje de consuelo por todo el territorio posible. Y para ello, los curas, religiosos y religiosas necesitan estructuras y medios de transporte. Como me dijo un misionero de Angola, cuando hay una guerra, solo quedan tres grupos de personas: los militares, los locos, y los misioneros. Por lo tanto, allá donde otros muchos abandonan por no correr peligro, la Iglesia se queda para estar cerca de la población. Por eso tenemos el deber de ayudarla.
Se dice que el peor sufrimiento es el que se experimenta en soledad.
En efecto. Y a veces el sufrimiento es tan grande, que lo único que puedes hacer como acompañante es estar allí. Un obispo español en la República Centroafricana me decía que “cuando ya no hay esperanza, hay que esperar que vuelva”. La esperanza es un foco de luz, una virtud muy cristiana que nos invita a creer que el mal no tendrá la última palabra. Entonces, nosotros apoyamos para poder continuar alimentando esta esperanza, que quienes sufren viven mejor que nosotros, porque saben que este no es el final.
En Ayuda en la Iglesia Necesitada tenemos ejemplos maravillosos de mucha gente y muy pobre de diferentes países que dan lo que no tienen para ayudar a la Iglesia que sufre
Desde Ayuda en la Iglesia Necesitada se dice que la persecución y el sufrimiento son para los cristianos una prueba de fe, y para los que están en el otro lado, una prueba de amor.
Así es. Ellos viven el Evangelio mientras que nosotros los necesitamos con ellos para poder vivirlo. De hecho, yo podría decir que mi formación espiritual proviene de mi experiencia, que me ha permitido descubrir cómo viven la fe tantos y tantos cristianos inmersos en la adversidad: todo esto me ha ayudado a valorar la Biblia, a participar en la misa del domingo. Por otro lado, a veces creemos solo en una determinada visión romántica del amor, pero hay un amor que hace daño es aquel que te espolea a vencerte para hacer algo por los otros. En Ayuda en la Iglesia Necesitada tenemos ejemplos maravillosos de mucha gente y muy pobre de diferentes países que dan lo que no tienen para ayudar a la Iglesia que sufre.
¿Qué se está haciendo desde ACN en relación con Gaza, donde ha habido un cese del fuego, al menos temporalmente, y dónde durante los últimos quince meses una pequeña comunidad cristiana ha intentado sobrevivir al asedio militar a la Franja?
En Gaza continuaremos haciendo lo que hacíamos, porque incluso durante el periodo de la guerra hemos trabajado con mucho esfuerzo con la Iglesia de Jerusalén para enviar convoyes de ayuda humanitaria. Ahora nuestros compañeros ya están hablando con los socios de proyectos en la zona para ver cómo canalizar la ayuda en esta nueva tesitura. De momento tenemos un alto el fuego, veremos cómo evoluciona la situación. Tampoco podemos olvidar a los cristianos palestinos de Cisjordania, que han sufrido mucho a lo largo de este conflicto, puesto que han perdido su trabajo, bien por la drástica desaparición del turismo, bien por los impedimentos de entrar en territorio israelí a trabajar.