"La ceremonia de esta tarde dejó en claro el rumbo que busca Bergoglio para la Iglesia que vendrá" Francisco creó 21 nuevos cardenales y les pidió “unidad” y “humildad”

Francisco preside su décimo consistorio
Francisco preside su décimo consistorio RD/Captura

El Papa convocó a los nuevos purpurados a estar cerca de “los más frágiles” y evitar la tentación de la división

Los electores quedan ahora en 140, 110 de ellos creados por Jorge Bergoglio

El papa Francisco creó hoy 21 nuevos cardenales a los que les pidió que trabajen con “unidad” y que muestren “humildad” para un camino de servicio en el que los convocó a estar cerca de “los más frágiles”.

‘Informe RD’ con análisis y el Documento Final del Sínodo

En una ceremonia en la basílica de San Pedro con la que elevó a 253 el número de purpurados del Colegio Cardenalicio, Francisco volvió a imponer su sello en la elección de los nuevos cardenales, a la vez que se sigue configurando el mapa de quienes serán los encargados de elegir a su sucesor. De hecho, el único de los 21 nuevos cardenales que no tiene al día de hoy derecho a voto es el nuncio Angelo Acerbi, de 99 años, la creación cardenalicia de mayor edad realizada hasta ahora.

Los números de este consistorio son importantes, de 253 cardenales, partir de hoy, 140  tienen derecho a voto por ser menores de 80 años. Entre los que al momento podrían elegir al futuro sucesor de Pedro, 110 fueron creados por Jorge Bergoglio en sus once años de pontificado. Esto, claro está, no significa que vayan a votar de forma monolítica en un eventual cónclave, pero sí de idea de cuánto se ha renovado la composición del cuerpo.

El cardenal Spenglero, arzobispo de Sao Paulo, tras recibir el birrete y el anillo de manos del Papa
El cardenal Spenglero, arzobispo de Sao Paulo, tras recibir el birrete y el anillo de manos del Papa RD/Captura

Una vez más, el Papa ha incluido figuras muy jóvenes y con un enfoque ciertamente menos rígido y con sensibilidades siempre más novedosas, como el lituano Rolandas Mackrickas, de 52 años, el indio George Koovakad, de 51 años, Fabio Baggio, de 50 años, Mykola Bykhok, australiano y de 44 años; o Francis Leo, canadiense, de 53 años.

De cara hacia un 2025 en el que 14 cardenales electores de la denominada “vieja guardia” cumplirán 80 años, la ceremonia de esta tarde dejó en claro el rumbo que busca Bergoglio para la Iglesia que vendrá.

Francisco impone la birreta al cardenal Chomali, de Santiago de Chile
Francisco impone la birreta al cardenal Chomali, de Santiago de Chile RD/Captura

Así, en su mensaje, advirtió sobre peligros que pueden afrontar los purpurados: “Que nuestro corazón se pierda, dejándose deslumbrar por el encanto del prestigio, por la seducción del poder o por un entusiasmo demasiado humano por nuestro Señor”, por lo que “es importante mirar dentro de nosotros mismos, colocarnos con humildad ante Dios y con honestidad preguntarnos: ¿hacia dónde va mi corazón? ¿En qué dirección se mueve? ¿Quizás voy por el camino equivocado?”.

El riesgo de lo superfluo

El hilo conductor del mensaje fue el llamado a “seguir el camino de Jesús, en el que el Papa ubicó en primer lugar a evitar “el riesgo de concentrarnos en lo superfluo, olvidando lo esencial".

Con demasiada frecuencia las cosas secundarias toman el lugar de lo que es necesario, las exterioridades prevalecen sobre lo que realmente importa, nos sumergimos en actividades que consideramos urgentes, sin llegar al corazón. Y, en cambio, siempre necesitamos volver al centro, recuperar el fundamento, despojarnos de lo superfluo para revestirnos de Cristo”, sostuvo en una ceremonia que puso en evidencia que la procedencia de los purpurados certifica cada vez más la universalidad: Perú, Chile, Costa de Marfil, Japón, Brasil, Serbia, Ecuador, Argentina, Argelia, Irán, Filipinas, recibieron hoy un cardenal.

Imposicion del birrete al primado de Perú Carlos Castillo
Imposicion del birrete al primado de Perú Carlos Castillo RD/Captura

De Sudamérica, tres de los más cercanos al Pontífice: su compatriota Vicente Bocaklic, flamante primado al frente de la arquidiócesis de Santiago del Estero; el chileno Fernando Chomalí y el brasileño Jaime Spengler.

“Seguir el camino de Jesús significa también cultivar la pasión por el encuentro. Jesús nunca camina solo, su unión con el Padre no lo aísla de las vicisitudes y del dolor del mundo. Por el contrario, precisamente para curar las heridas del hombre y aligerar el peso de su corazón, para quitar el lastre del pecado y romper las cadenas de la esclavitud, precisamente para esto Él ha venido”, les dijo a los purpurados.

Imposición del birrete al cardenal Cabrera Herrera, arzobispo de Guayaquil.
Imposición del birrete al cardenal Cabrera Herrera, arzobispo de Guayaquil. RD/Captura

Tres de los cardenales, además, son miembros de la Curia: el padre Fabio Baggio, scalabriniano, subsecretario del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y también director general y persona de contacto directo del Papa para el Borgo Laudato Si' y el Centro de Educación Superior Laudato Si'. A continuación, el arzobispo monseñor Rolandas Makrickas, lituano, de 51 años, en 2021 nombrado comisario extraordinario para la basílica papal de Santa María la Mayor, y monseñor George Kovakaad, indio, figura conocida por el gran público como “Padre Giorgio” en su rol de organizador de viajes papales.

“Y así, por el camino, el Señor encuentra los rostros de las personas marcadas por el sufrimiento, se hace cercano a quienes han perdido la esperanza, levanta a los que han caído, cura al que está enfermo”, agregó Francisco, a días de cumplir 88 años y de emprender, el fin de semana próximo, un viaje de unas horas a Córcega para renovar la fuerza pastoral del mediterráneo.

El saludo entre el cardenal primado de Argentina, Bokalic, y el Papa argentino
El saludo entre el cardenal primado de Argentina, Bokalic, y el Papa argentino RD/Captura

“Lo que debe animar su servicio como cardenales es el riesgo del camino, la alegría del encuentro con los demás, el cuidado de los más frágiles”, agregó luego. Al mismo tiempo, el Papa planteó que “seguir el camino de Jesús significa, además, ser constructores de comunión y unidad. Mientras en el grupo de los discípulos la carcoma de la competencia destruye la unidad, el camino que Jesús recorre lo lleva al Calvario”. La unidad, además, fue uno de los ejes planteados por Acerbi en el saludo previo al discurso papal que incluyó una cita de San Pablo VI con un pedido a los nuevos cardenales a evitar la "tentación de dividirnos".

“Es como si dijera: vengan en pos de mí, sigan mi camino, y serán diferentes; serán un signo luminoso en una sociedad obsesionada con la apariencia y la búsqueda de los primeros lugares”, les recordó, antes de animarlos a amarse “los unos a los otros con amor fraterno” y que “sean siervos unos de otros, siervos del Evangelio”.

Los nuevos cardenales, algunos con el hábito blanco de los dominicos, como Radcliffe
Los nuevos cardenales, algunos con el hábito blanco de los dominicos, como Radcliffe RD/Captura

La homilía de Francisco 

Jesús sube a Jerusalén. La suya no es una subida a la gloria de este mundo, sino a la gloria de Dios, que implica el descenso al abismo de la muerte. En efecto, en la Ciudad Santa morirá en la cruz para darnos de nuevo la vida. Sin embargo, Santiago y Juan, que en cambio imaginan un destino diferente para su Maestro, presentan su petición y le piden dos lugares de honor: «Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria» (Mc 10,37).

El Evangelio subraya este contraste dramático: mientras Jesús recorre un camino agotador y cuesta arriba que lo llevará al Calvario, los discípulos piensan en el camino llano y cuesta abajo del Mesías victorioso. No debemos escandalizarnos por esto, sino darnos cuenta humildemente de que ―para decirlo con Manzoni― «tales son las contradicciones del corazón humano» (Los novios, cap. 10).

Esto también nos puede suceder a nosotros: que nuestro corazón se pierda, dejándose deslumbrar por el encanto del prestigio, por la seducción del poder o por un entusiasmo demasiado humano por nuestro Señor. Por eso es importante mirar dentro de nosotros mismos, colocarnos con humildad ante Dios y con honestidad preguntarnos: ¿hacia dónde va mi corazón? ¿En qué dirección se mueve? ¿Quizás voy por el camino equivocado? Así nos advierte san Agustín comentando este pasaje del Evangelio: «¿Qué es eso de ir por los caminos de la soledad y vida errante y vagabunda? Volved. ¿A dónde? Al Señor. Es pronto todavía. Vuelve primero a tu corazón [...]. Vuelve, vuelve al corazón [...] allí está la imagen de Dios. En el hombre interior habita Cristo, y en el hombre interior serás renovado según la imagen de Dios» (Comentario al Evangelio de Juan, 18, 10).

Volver al corazón para retomar el camino de Jesús, esto es lo que necesitamos. Y hoy, particularmente a ustedes, queridos hermanos que reciben el cardenalato, quisiera decirles: estén atentos a seguir el camino de Jesús. ¿Qué significa esto?

Seguir el camino de Jesús significa ante todo volver a Él y ponerlo de nuevo en el centro de todo. En la vida espiritual como en la pastoral, a veces corremos el riesgo de concentrarnos en lo superfluo, olvidando lo esencial. Con demasiada frecuencia las cosas secundarias toman el lugar de lo que es necesario, las exterioridades prevalecen sobre lo que realmente importa, nos sumergimos en actividades que consideramos urgentes, sin llegar al corazón. Y, en cambio, siempre necesitamos volver al centro, recuperar el fundamento, despojarnos de lo superfluo para revestirnos de Cristo (cf. Rm 13,14). También la palabra “cardinal” nos recuerda esto, indicando el perno en el que se inserta la puerta. Es un punto firme de apoyo, de sostén. Así es, queridos hermanos, Jesús es el punto de apoyo fundamental, el centro de gravedad de nuestro servicio, el “punto cardinal” que orienta toda nuestra vida.

Seguir el camino de Jesús significa también cultivar la pasión por el encuentro. Jesús nunca camina solo, su unión con el Padre no lo aísla de las vicisitudes y del dolor del mundo. Por el contrario, precisamente para curar las heridas del hombre y aligerar el peso de su corazón, para quitar el lastre del pecado y romper las cadenas de la esclavitud, precisamente para esto Él ha venido. Y así, por el camino, el Señor encuentra los rostros de las personas marcadas por el sufrimiento, se hace cercano a quienes han perdido la esperanza, levanta a los que han caído, cura al que está enfermo. Los caminos de Jesús están llenos de rostros e historias y, mientras pasa, enjuga las lágrimas de los que lloran, «sana a los que están afligidos y les venda las heridas» (Sal 147,3).

Lo que debe animar su servicio como cardenales es el riesgo del camino, la alegría del encuentro con los demás, el cuidado de los más frágiles. Decía don Primo Mazzolari que “en el camino comenzó la Iglesia; en los caminos del mundo la Iglesia continúa. Para entrar en ella no es necesario tocar a la puerta, ni estar en sala de espera. Caminen y la encontrarán; caminen y estará junto a ustedes; caminen y estarán en la Iglesia” (cf. Tempo di credere, Bolonia 2010, 80-81).

Seguir el camino de Jesús significa, además, ser constructores de comunión y unidad. Mientras en el grupo de los discípulos la carcoma de la competencia destruye la unidad, el camino que Jesús recorre lo lleva al Calvario. Y en la cruz Él cumple la misión que le fue confiada: que no se pierda ninguno (cf. Jn 6,39), que sea derribado finalmente el muro de la enemistad (cf. Ef 2,14) y que todos podamos reconocernos hijos del mismo Padre y hermanos entre nosotros. Por eso, al fijar su mirada en ustedes, que proceden de historias y culturas diferentes y representan la catolicidad de la Iglesia, el Señor los llama a ser testigos de fraternidad, artesanos de comunión y constructores de unidad.

San Pablo VI, precisamente hablando a un grupo de nuevos cardenales, dijo que nosotros, como los discípulos, a veces cedemos a la tentación de dividirnos; en cambio, “es en la pasión puesta en la búsqueda de la unidad que se reconocen los verdaderos discípulos de Cristo”. Y añadía: “Deseamos que todos se sientan a gusto en la familia eclesial, sin exclusiones o aislamientos perjudiciales para la unidad en la caridad, y que no se busque el predominio de algunos a detrimento de otros. [...] Debemos trabajar, rezar, sufrir, luchar para dar testimonio de Cristo Resucitado” (cf. Discurso con motivo del Consistorio, 27 junio 1977).

Animados por este espíritu, queridos hermanos, ustedes harán la diferencia; según las palabras de Jesús que, hablando de la competencia corrosiva de este mundo, dice a los discípulos: «Entre ustedes no debe suceder así» (Mc 10,43). Es como si dijera: vengan en pos de mí, sigan mi camino, y serán diferentes; serán un signo luminoso en una sociedad obsesionada con la apariencia y la búsqueda de los primeros lugares. “Entre ustedes no debe suceder así”, repite Jesús: ámense los unos a los otros con amor fraterno y sean siervos unos de otros, siervos del Evangelio.

En el camino de Jesús, caminemos juntos. Con humildad, con asombro, con alegría.

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