"Conscientes de su posición de minorías, los sectores ultraconservadores se erigen como exégetas de alguien que no puede ya desmentirlos" Ganswein, Muller y los "Chichikovs" modernos: la tentación de las "almas muertas"
Los pasos tomados por el prefecto de la Casa Pontificia y el cardenal desde la muerte de Benedicto XVI recuerdan a la novela en la que Nikolai Gogol que muestra la versión "más cruda y detestable" del ser humano: la utilización de los muertos
Como quien ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio: ¿no será que el supuesto "círculo mágico" todopoderoso que, según denuncia Müller, tendría el Papa a su alrededor , solo existía dentro del Matter Ecclesiae para aislar a Benedicto?
Hernán Reyes Alcaide, corresponsal en el Vaticano
La historia, publicada por primera vez en 1842, relata cómo un pequeño terrateniente, Pável Ivánovich Chíchikov, se dedica a comprar campesinos muertos para registrarlos como vivos y conseguir así las tierras que se concedían a aquellos que poseyeran un cierto número de siervos. Su autor, un precursor de la literatura rusa moderna, consideró que la obra ofrecía la versión más cruda y detestable del ser humano: la utilización de los que ya no están para sacar un beneficio propio.
"Las almas muertas", ese es el titulo de la novela de Nikolái Gógol, muestra la universalidad de la buena literatura y, en pleno 2023, cobra una inusitada vigencia con la situación que empieza a verse en el Vaticano.
Casi dos siglos después, del país más grande del mundo al Estado más pequeño: un fantasma recorre el mundo. El de los "Chichikovs" modernos que quieren usar la imagen de los muertos para su beneficio personal.
Esa parece ser la dirección tomada por dos de los dos alemanes más importantes de la Curia: Georg Ganswein, el histórico secretario de Benedicto XVI, y el cardenal Gerhard Ludwig Müller, exprefecto del ahora Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Esa parece ser la dirección tomada por dos de los dos alemanes más importantes de la Curia: Georg Ganswein, el histórico secretario de Benedicto XVI, y el cardenal Gerhard Ludwig Müller, exprefecto del ahora Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Ganswein y Müller han caído en la previsible estrategia de buscar exacerbar un contraste entre el recientemente fallecido Benedicto XVI y el papa Francisco y que ellos, entre otros, se habían dedicado a cultivar y agrandar durante años.
Ganswein y Müller han caído en la previsible estrategia de buscar exacerbar un contraste entre el recientemente fallecido Benedicto XVI y el papa Francisco y que ellos, entre otros, se habían dedicado a cultivar y agrandar durante años
Conscientes de su posición de minorías, los sectores ultraconservadores se erigen como exégetas de alguien que no puede ya desmentirlos para plantear supuestas críticas que el Papa emérito habría hecho al pontífice en los últimos años.
La piedra fundamental de su visión es un teórico contraste entre la figura de un Benedicto XVI apegado a la -para ellos- verdadera doctrina frente a un Francisco -en su visión- desorganizado y casi que cercano a la herejía. Claro está que mientras Joseph Ratzinger estuvo en vida no se animaban a invocarlo para plantear estas visiones que solo tienden a lesionar la unidad de la Iglesia. O, si tímidamente lo hicieron, fue solo cuando ya se había montado un cerco alrededor de Benedicto XVI para aislarlo y volver casi imposible cualquier intento por ratificar o rectificar lo que sus ventrílocuos decían en su nombre.
Como quien ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio: ¿no será que el supuesto "círculo mágico" todopoderoso que, según denuncia Müller, tendría el Papa a su alrededor , solo existía dentro del Matter Ecclesiae para aislar a Benedicto?
Convertido en todo un ejemplo de "Chichikov" de la actualidad, Ganswein también se dedicó horas y horas a dar forma a un libro, que por contrato iba a ser publicado de manera inmediata tras la muerte de Benedicto XVI, a buscar oponer ala figura del emérito con el reinante. De hecho, los pasajes más relevantes de su concentrado de despecho son aquellos en los que cita palabras de Joseph Ratzinger o interpreta algunas de sus supuestas reacciones a actos de Francisco.
"Utilizar algo o a alguien como instrumento para conseguir un fin", define la Real Academia Española al verbo "instrumentalizar". "La versión más cruda y detestable del ser humano", sostenía en tanto Gogol cuando se hace esa instrumentalización de una persona muerta para el beneficio personal.
Esa es la oposición a la que se enfrenta Jorge Bergoglio hoy en día desde los sectores que, como definió con inteligencia el cardenal Porras en una entrevista reciente con José Lorenzo para RD, "buscan un nuevo Papa que eche para atrás la reforma de Francisco".
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