"Yo soy la resurrección y la vida" Octavario por la Unidad ¿Crees esto...? El credo de una profesional cristiana
¿Crees esto?... ha sido el interrogante transversal de este octavario en el que celebrábamos los 1700 años del credo niceno. En la celebración diocesana realizada en Badajoz, oramos y celebramos en una vigilia en la que pudimos contemplar cómo el credo es una cuestión de vida. Contamos con la palabra y testimonios de cristianos diversos, de iglesias distintas y situaciones plurales que nos hablaron de la vida de su credo, o si queréis del credo de su vida. Hoy os traigo el testimonio confesante de esta mujer profesional, madre, esposa, catequista, cirujana, del movimiento de profesionales cristiano. Para que oremos a la luz de su credo que es el credo de los cristianos.
| Maria José Toledo Serrano
MI CREDO
Creo en Dios, en un Dios compasivo, misericordioso, lleno de ternura, que nos tiene un amor infinito.
Creo en un Dios que nos ha creado y nos envía al mundo para que venga aquí y ahora, su Reino.
Este Dios que nos ama hasta el infinito, lo siento en mi vida. Yo siento que Dios está conmigo, que me quiere tal y como soy, con todos mis defectos y mis talentos. Me siento enviada por él al medio del mundo, enviada a transformarlo para que venga su Reino para todos.
Creo en Jesucristo, su único hijo. Dice Jn 1, 14: “Y la Palabra se hizo carne y puso su Morada entre nosotros.” Jesús vino y se hizo uno de nosotros y se mezcló con el pueblo. Salió a los caminos, se encontró con la gente y se enfrentó al orden político para defender el proyecto de Dios. Yo creo en ese Jesús revolucionario, que no calló, que se rodeó de amigos para que caminaran con Él. Yo creo en ese Jesús que tuvo miedo, pero que lo superó con una confianza ciega en su Padre.Este Jesús mueve mi ser profesional.
Credo y profesión
Creo en el profesional cristiano que cada día trabaja cuidando a los que sirve. Esta semana acudí a atender a un paciente, que había estado ingresado en nuestro servicio más de un mes, hacía ya unos seis meses; ahora estaba ingresado en la Unidad de Cuidados Paliativos y llevaba una sonda que había dejado de funcionar. Al revisar la historia clínica recordé que paciente era y que el tratamiento que pudimos hacer fue paliativo, pero no curativo para su enfermedad. Cuando llego a la habitación me recibe el paciente y su hija, quien me dice: Hola María José, ¿te acuerdas de nosotros? Y se disculpó por hablarme de tu. Pero a mí me invadió una gran alegría, porque esa forma de dirigirse a mí era de cercanía, como cuando vemos a un amigo que hace tiempo con el que no tenemos contacto; en ese mismo momento dije, este paciente y su familiar se sintieron acogidos por nosotros, se sintieron cuidados,hemos sido testigos del Reino. Hablo en plural porque lo cuidamos entre todo el equipo, otro punto importante: hacer equipo. Jesús se rodeó de gente de su entorno para que le ayudaran a transmitir el mensaje de Dios, Mc 3,13-14 “Subió al monte y llamó a los que él quiso. Cuando estuvieron junto a él, creó un grupo de Docepara que estuvieran con él y para enviarlos a predicar.” Creo en el profesional que trabaja en equipo con enfermeras, enfermeros, auxiliares, celadores, celadoras, personal de limpieza, administrativos y médicos. Desde mis inicios he valorado el trabajo que cada profesional realiza, cada uno en su categoría es imprescindible para prestar un buen servicio y todos los días trabajo para hacer equipo. ¡Cuántos pacientes se van de nuestra planta agradecidos por el trato recibido de todo el personal, aun cuando el desenlace no haya sido el deseado! Esto ocurrió con Manuel, tras una cirugía importante hizo muchas complicaciones que no fue capaz de superar, pero su mujer se fue dando las gracias a todos por lo que habíamos hecho y por el trato recibido. ¡Como no dar gracias a Dios por unos profesionales que trabajan con delicadeza, cariño, entrega…!
Creo en el profesional que pone su saber al servicio de quien lo necesita. Esto lo descubrí en mis años de estudiante, estudiar no para tener un estatus, no para vanagloriarme de lo que sé, sino que todo lo que aprendo es para servir más y mejor. Mt 20, 26-28 “…pues el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor…; de la misma manera que el Hijo del hombre, que no ha venido a ser servido, sino a servir…”
Credo y cuidados
Ahora ando profundizando en cómo ser una profesional que cuida, arropada por el Movimiento de Profesionales Cristianos, donde llevamos tres años trabajando sobre la “cuidadanía”. Por el hecho de ser médico no se puede dar por sentado que cuidamos. En la facultad nos enseñan a tratar enfermedades, pero no a cuidar personas, que son quienes tienen esas enfermedades. He descubierto muchas cosas en los tres años que llevamos con este tema y creo que el ponerlas en práctica, cosa no siempre fácil, me hace mejor médica, mejor profesional, mejor testigo del Reino.
Creo en el profesional médico que cuida a las personas que tienen enfermedades, la forma de redactar la frase no es baladí, hace unos años habría dicho que quiero ser una médico que trate muy bien a sus pacientes, o enfermos; pero no, no quiero ser una médico que trata muy bien la enfermedad sin tener en cuenta todas las dimensiones del enfermo, sin tener en cuenta a la persona que tiene la enfermedad. Cada vez la ciencia va buscando tratamientos más individualizado para tratar mejor la enfermedad, pero centrado solo en la enfermedad. Nos falta camino por recorrer para unir los avances de la ciencia con el cuidado de la persona que va a recibir los tratamientos. Sería deseable tener tiempo para dialogar con ellos abiertamente sobre como se sienten cuando se les diagnostica una enfermedad grave, que miedos les paralizan, descubrir con ellos cuales son sus fortalezas para afrontar la nueva realidad, qué necesitan. Este deseo mío, lo voy poniendo en práctica como puedo y cuando puedo, porque para esto se necesita tiempo y no siempre disponemos de él por la presión asistencial.
Creo en el Espíritu Santo, que me da la fuerza necesaria para poder ejercer la medicina siendo testigo del Reino. Me ayuda a no flaquear, me sostiene en mis momentos de debilidad.
Creo en y desde la Iglesia
Creo en la Iglesia, doy gracias a Dios por todas las personas de fe que esta iglesia ha puesto en mi camino, que me han enseñado un rostro de Dios misericordioso, compasivo, tierno.
Creo en una Iglesia, abierta a todos, que evoluciona con la sociedad, donde todo el mundo tiene cabida. Quiero una Iglesia que escuche a sus laicos y a los jóvenes, deseo una iglesia que vuelva a enganchar a los jóvenes. Creo en una Iglesia que esté al lado de los más desfavorecidos. Creo en una Iglesia que forma y acompaña a sus laicos para que salgan a transformar el mundo, una Iglesia en salida, como dice el Papa Francisco.
Siendo yo mujer, no puedo dejar de creer en una Iglesia que ponga a la mujer en el lugar que se merece, en esto la sociedad nos lleva ventaja. Creo y deseo una Iglesia que incorpore mujeres en los órganos donde se toman decisiones importantes y vitales. He de decir, en honor a la verdad, que yo siempre me he sentido escuchada, he tenido y tengo libertad para decir y defender lo que siento y pienso dentro de la Iglesia, he dialogado sin tapujos con sacerdotes y obispos, diálogos no siempre fáciles.
Creo en una Iglesia que apueste por los Movimientos de Acción Católica Especializada, para mi han sido fundamentales en mi crecimiento personal, profesional, de fe…
Creo en los grupos de revisión de vida, doy gracias a Dios por todos los que he tenido a lo largos de los años y en especial a mi grupo de revisión de vida actual, porque Dios se manifiesta a través de las personas que forman parte de él, acompañándome en mi vivir diario.
Anhelo una Iglesia de comunidades
Anhelo una Iglesia como las primeras comunidades cristianas, Hch 2,42-45 “Se mantenían constantes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones…Todos los creyentes estaban de acuerdo y tenían todo en común; vendían sus posesiones y sus bienes y repartían el importe de las ventas entre todos, según la necesidad de cada uno.”
Espero que, en un día no muy lejano, todos los bautizados seamos capaces de caminar juntos para construir el Reino de Dios, aquí y ahora.
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