Extraido de "Trama divina, hilvanes humanos" Ed. PPC Dios facilitador. La alegría que nadie te puede quitar

Dios facilitador. La alegría que nadie te puede quitar
Dios facilitador. La alegría que nadie te puede quitar Jose Moreno Losada

EL TIEMPO ORDINARIO Y SU ALEGRÍA

LLegar a la alegría en lo sencillo de lo ordinario y poder celebrarlo juntos es algo que nadie nunca te podrá quitar. Así es en la vida, como decía Jesús, al darle gracias al Padre por aquellos que habían descubierto a Dios en lo diario, en lo pequeño, en lo realmente posible incluso en los mayores límites. No os perdáis este hecho de vida que a mí me encandiló y que lo traigo a colación cuando veo que Jesús en el evangelio no hace más que facilitar la vida, la bondad, la bendición, la paz... y hacerlo en aquellos que están a su lado en el silencio de lo más cotidiano y al borde de los caminos. 

Tiempo ordinario

II Domingo del tiempo ordinario

Dios facilitador

Podríamos haberle llamado así, aunque yo pienso que la misericordia y la compasión son el fondo del deseo divino de hacer fácil la vida a los que la tienen difícil. Dios se nos ha manifestado en la sencillez de la vida, hace lo más difícil con la mayor naturalidad. La grandeza de lo creado realizado por la palabra que se hace sin forzar ni violentar nada. No fue lucha la creación, sino palabra de vida amable que se cumplía por la fuerza del amor. Jesús tocado por el Espíritu del Padre pasa por la vida haciendo el bien, curando y sanando, liberando a los que lo pasan mal, a los que tienen angustia y preocupación, a los que le falta la alegría de vivir.

Lectura del santo Evangelio según san Juan 2, 1‑11

En aquel tiempo, había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.

Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice:

«No tienen vino».

Jesús le dice:

«Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».

Su madre dice a los sirvientes:

«Haced lo que él os diga».

Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.

Jesús les dice:

«Llenad las tinajas de agua».

Y las llenaron hasta arriba.

Entonces les dice:

«Sacad ahora y llevadlo al mayordomo».

Ellos se lo llevaron.

El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llama al esposo y le dice:

«Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».

Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.

Antonio, el cura de Berlanga, y su compañía

No hace mucho tiempo que mi compañero Antonio asumió la responsabilidad de la parroquia de Berlanga y Maguilla. Antes había estado en la zona de Alburquerque y la Codosera. Natural de Hornachos, uno de los motivos de su cambio fue de razón familiar para estar más cerca de su familia y poder atender las necesidades de padre que sufre dependencia total. Ya el año pasado coincidimos en este paraje tan idílico de la casa de oración del santuario de Regla y compartimos algunos momentos, el venía con otros compañeros que están cercanos al movimiento de los Focolares y su espiritualidad de comunión y unidad. Al ver las condiciones de esta casa y de esta playa, enseguida pensó que aquí podía venir con algunos miembros de su parroquia, de las personas más cercanas y que están impedidas.

Ahora está aquí acompañado con por José Manuel, que tiene que moverse con su silla de ruedas, su esposa Marivi, y otro parroquiano, José Manuel, que vive solo en el pueblo y al que le tiene una estima especial por su bondad humana, sus sufrimientos y disponibilidad desde la debilidad. Los cuatro forman un conjunto de estampa evangélica que no tiene precio. Yo no dejo de observarlos y de contemplar ese sentir evangélico que traspasa su realidad y que se hace testimonio y mensaje profético. Cuando se hace fácil lo que no parece posible.

El reino de los cielos se parece a este modo de relacionarse, de ayudarse, de gozar juntos del descanso. Un modo que es universal y sin límites que sabe hacer de la realidad de la cruz monte Tabor. Los veo gozar, reír, caminar juntos, ir a la playa que está muy bien acondicionada para las dificultades físicas, comerse las sardinas con las cervecitas, celebrar la eucaristía en el santuario, unirse a los demás residentes en conversaciones y cantos. Y yo me siento orgulloso de que un compañero mío sepa ser cura de esa manera, oler a oveja y estar con los suyos, compartir su tiempo de descanso con aquellos que de alguna manera prefiere y con los que comparte sus limitaciones.

Pienso en estos tiempos de penuria vocacional, de malos mensajes sobre los sacerdotes publicados y cacareados, en el cansancio de más de uno en el ministerio, y me ayuda a descansar y a orar en la alabanza de este hermano que está siendo ejemplo para mí y para los demás que estamos descansando por este lugar tan acogedor y sereno. Hoy salen de vuelta para su pueblo, Berlanga, han sido pocos días, y me sorprende la alegría y agradecimiento que llevan por dentro y que manifiestan a todos. Ellos han dejado en nosotros una huella de luz y de vida, les prometo que cuando pase por la carretera a Granja entraré para estar con ellos, tomar un café y volver a cantar juntos. Gracias, Antonio y compañía. En vuestra mesa y en vuestras vidas no falta el mejor vino, sabéis sacarlo del agua de la purificación y de los límites.

Llevar sosiego a la angustia y a la trepidación  

Acabo de leer y reflexionar con el libro de Margarita Saldaña, titulado “Palabras vitales”.  Una de sus palabras vitales es la del sosiego. Parte en su reflexión de un análisis de nuestra realidad agobiante que nos impide la alegría de lo cotidiano y de la fiesta: “Desde niños somos educados para la eficiencia. No basta con hacer las cosas bien, es decir, ser eficaces, sino que hay que hacerlas bien y en el menor tiempo posible, lo cual nos convierte en personas eficientes. Nos volcamos en un ritmo trepidante, en un “hacer” vertiginoso que deja poco espacio a lo gratuito de la vida, a los momentos y las actividades que nos aportan beneficios, al “ser”. Esta manera de construir la sociedad va dejando de lado a las personas que no logran subirse a este tren de alta velocidad, es decir, a todos aquellos que no incrementan la rentabilidad del sistema”. Entiendo la situación de aquellos novios en una preparación trepidante, llena de rapidación, y ahora se encuentran con el agobio y el dolor del fracaso en el momento del gozo y de la celebración compartida.  María se sitúa desde otra clave, el deseo de estar implicada y facilitar el descanso frente a ese agobio, la serenidad frente a esa angustia y acude a Jesús. Nos recuerda ese deseo del maestro nazareno: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados…” Es un momento para crear sosiego, facilitarlo y ahí está él, que no busca eficacia, ni notoriedad.

En este comienzo de la misión del Mesías ya se nos está ofreciendo una clave que estará presente en todo su ser y quehacer, como nos indica Margarita: es la asunción de lo cotidiano y de lo ordinario lo que nos capacita para tratar lo vulnerable de la historia. “Sólo cuando asumimos serenamente la vida cotidiana como lugar, al mismo tiempo de posibilidad y de límite comenzamos a sentirnos capacitados para vincularnos de manera auténtica con las personas más vulnerables, aquellas que quedan silenciosamente atropelladas en las autopistas de la rapidez sin entrañas”.

Curiosamente hoy no necesitamos tanto el milagro de la eficacia y el poder sino más bien, la sanación y multiplicación del sosiego, cómo vivir y hacer llegar la serenidad y la armonía a realidades que rompen en las prisas, los agobios, las ansiedades. Los milagros de lo diario y de los pequeños que se facilitan la vida y se encuentra en la alegría de lo más natural y de la mayor aceptación mutua. Crear espacios que faciliten la vida, que la hagan más fácil ha de ser un reto apasionante para los creyentes de lo diario, para la casa y la familia, la calle y la sociedad, la política y la economía, para la iglesia y el mundo.

Notas hilvanadas:Sagre en las venas

"Que aquí todo tiene sentido. Que aquí todo vale la pena.Que siempre que estamos unidos me corre la sangre en las venas" 

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