Yo Simeón, lo he visto con mis ojos Hoy, Dios ha puesto al “niño” -Alberto y Marcos- en mis brazos

Hoy, Dios ha puesto al “niño”  -Alberto y Marcos- en mis brazos
Hoy, Dios ha puesto al “niño” -Alberto y Marcos- en mis brazos Jose Moreno Losada

Al terminar este día y su liturgia de luz, no puedo menos que orar  agradecido y poner en alto lo que el Señor me ha manifestado en el templo, con la vida de los pequeños y mis brazos, ya cansados, pero capaces de volver a abrazar la salvación que se nos da cuando menos lo imaginamos, pero sí la esperamos y la buscamos. Hoy quiero cantar las alabanzas al Dios que me ha tocado en la sencillez de dos niños, Alberto y Marcos.

Me identifico con Simeón: lo he tenido en mis brazos

luz

Llega la noche de un día de luz y de presentación en el templo. Hemos celebrado en el contexto dominical la fiesta de la purificación y la presentación de Jesús en el templo. Ha sido un día de experiencias variadas, en el ámbito rural y pequeño de la población de Guadajira que se autodenomina pueblo de la luz y la parroquia urbana de Guadalupe en la Granadilla. Dos lugares y dos celebraciones distintas, pero las dos con su sentido y su vivencia singular, para ellos y para mí como sacerdote.

El mañana me dirigía por la autovía hacia el pueblo, me da tiempo a ir rezando laudes y contemplando una luz intensa y un cielo azul que me alzaba al canto gozoso de Simeón, después llegando una niebla intensa, que no me importaba porque ya había visto el sol que no tiene ocaso. Llegué y el desayuno en el único bar que abre unas horas me sirvió de encuentro con la alegría que caracteriza a los mayores varones que se acercan a tomarse el café y su buena tostada y a charlar de cualquier cosa, la presencia del cura es novedad y trato de incorporarme a sus historias y anécdotas, aportando y alguna, que nos sirven para el humor y la broma de lo bueno y lo amable. Comienza a formar parte de lo dominical el estar allí un rato juntos.

El templo, Dios y el cura

templo

Después al templo parroquial, en un contexto que no es religioso, casi todos los que me van conociendo y saludando me confiesan que ellos no son de misa y de iglesia, aunque tienen sus creencias religiosas. El ambiente es de ausencia de religiosidad oficial, los niños y jóvenes no van al templo, pero tampoco van sus padres. Son fieles un grupo de mujeres y algún señor mayores y mediano, con cierta discontinuidad, rara vez algún joven o matrimonios nobeles. Se acercan los niños de catequesis que son cuatro, pero nunca todos y la catequista que suele acompañarlos. No se bautizan los niños, el año pasado solo hubo un bautismo, no se casan por la iglesia, sólo algunos hacen la comunión. En las defunciones si siguen usando la Iglesia para los ritos de despedida, este año ya hemos celebrado tres muertes, dos de mujeres mayores y otra de un hombre de cincuenta años. Ahí si se acerca el pueblo como tal. Yo estoy iniciándome en este pastoreo singular y en esta realidad concreta a la que poco a poco voy queriendo y amando, por lo que se me van abriendo retos fundamentales de evangelización y de encuentro con esa comunidad cristiana y el pueblo en general, cosa que me es difícil entre muchas cosas por no poder permanecer allí al no tener habitáculo para hospedarme algunos días.

El niño Alberto con sus padres y abuela

Alberto

Cada Domingo voy con la oración y la incertidumbre de esperar y celebrar con los que vayan. Hoy estaba en esa oración y contemplación del evangelio que correspondía, dentro del templo esperando. Sonó la puerta y apareció Julia, una abuela que suele venir, y traer a sus nietos cuando están aquí de vacaciones. Hoy venía acompañada de una chica , su hija, y un chico, jóvenes -Julia y Alberto- que portaban un carrito con un niño recién nacido por lo que vi después. Nació hace diecisiete días, ellos viven ahora en Lobón, pero ella vivió todo su proceso cristiano en Guadajira y les gustaría que su hijo Alberto también se bautizara en nuestra parroquia.

comunidad
comunidad Jose Moreno Losada

Les dije que venían en un día muy especial para presentar a su niño en la comunidad y mostrar su deseo de bautizarlo ante todos. Se sorprendieron, después yo creo que lo fueron entendiendo y yo con ellos. Dios me estaba hablando y animando en la tarea y tocando mis expectativas con hechos no con palabras. Me animó a cuidar más la liturgia y entroncar elementos que no tenía pensado antes, me ilusionó hacerlo. Después vino un grupo familiar y fiel, entre ellos Juan, viudo reciente, y Conrado, amigo de profesionales cristianos.

El mensaje de Marcos  y su ternura

Mensaje

Comenzamos la eucaristía en la puerta de la Iglesia con el cirio pascual y nuestras pequeñas velas para hacer una entrada sencilla pero interiorizada, recordando nuestro bautismo y su luz, adentrándonos en el templo con un canto alusivo y encendiendo con alegría la luces de este. Y ahí llegó, Marcos- unos ocho años- que se sumó a lo que estábamos haciendo. Hoy era el único niño de catequesis, no estaba ni la catequista, me saludó con alegría. Al ver que estaba solo le puse una silla junto a mí en el presbiterio y le dije que me iba ayudar que lo necesitaba como monaguillo. Todo orgulloso se vino conmigo y a llegar me dio unas páginas de cuaderno grande dobladas al medio, era un regalo que me había preparado para mí, me dijo. En la portada, a todo color y en grande, ponía “Pepe eres el “megor cura del mundo” y dentro me lanzaba el mensaje de su cariño radical y me escribía una carta diciéndome que yo le enseñaba muchas cosas y que por nada del mundo quería que yo me fuera de allí. La luz me inundó como pocas veces lo ha hecho, siempre me ilumino con las personas y disfruto con los pequeños, pero hoy era tan divino el mensaje que no podía no darme por aludido.

La señal de Dios en mis brazos

el mejor

Dos niños, uno recién nacido y el otro comenzando la iniciación catequética, es el último que se ha apuntado, allí estaba Dios para que yo lo “cogiera en mis brazos”, como hizo Simeón. Acoger la debilidad y la vulnerabilidad en los brazos, porque es ahí donde Dios trae la salvación a la humanidad y al mundo. Esa mística es la que necesito y no puedo tener otra para ser el cura de Guadajira y de su gente. Dios me estaba hablando a gritos y respondiendo a mi oración en la mañana, en la soledad de aquel templo grande y frío, a la vez que luminoso y bello en su sencillez.

En la ciudad, la luz y el libro

cirio

En la tarde me acerco a la parroquia de la ciudad, preparé todas las cosas, incluido el aire acondicionado, también el rito de la luz dando sentido a toda la celebración. La homilía la enlacé con lo ocurrido en la mañana y nos preguntamos juntos si estamos dispuesto a coger en brazos al niño-Dios que se nos da en el templo de la vida en los pequeños, los más débiles y vulnerables de nuestra historia. También me estuvo un buen chasco, pues les hablé del libro que había escrito sobre los evangelios -Trama humana, hilvanes divinos-, refiriendo la conexión Palabra-Vida para tener luz. Puse algunos de los ejemplares por si los querían tener, pero ellos entendieron que era un regalo y se los llevaron todos sin dejar nada, no les avisé que tenían que abonarlos para yo pagar a la editorial. Se ve que están acostumbrados a que hagamos esas cosas… gratuitas. Bueno algunos después se avisaron unos a otros y recuperé algo.  Pero queréis creer que, con el gozo del día, no me importó mucho. Al revés, pensé ojalá lo lean, lo reflexionen y esto sea ocasión de su crecimiento interior y robustecimiento como Jesús hizo en Nazaret. Dios sabe hacer bien sus cosas, como había hecho en la mañana conmigo que me regaló dos detalles de gracia y de luz inabarcable en dos niños, uno con pañales y el otro con la infancia más limpia y llena de ternura que yo pudiera imaginar.

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