Tejiendo redes... Necesitados de Aviento
Acabamos de celebrar con perspectivas de universalidad cristiana y de humanidad fraterna “el tiempo de la creación” en el que el papa Francisco nos invitaba a preguntarnos y dejarnos interpelar en el deseo de construir una casa para todos, nos hemos sentido llamados una vez más a soñar y desear la renovación del Oikos –la casa- de Dios. La cumbre del cambio climático reciente nos ha dejado perplejos. Cáritas tocada por este sueño eclesial y evangélico, desde siempre, se abre ahora con fuerzas y con ganas para seguir trabajando en el compromiso de tejer redes de comunidad, para seguir avanzando en la construcción de una casa verdaderamente común.
| José Moreno Losada
Necesitados de Adviento, de esperanza.

El fundamento y la razón de nuestra esperanza: Alfa y Omega.
La Ecología Integral como horizonte.
En el pensamiento cristiano la relación cosmos, hombre y Dios viene transversalizada por la revelación divina como Dios creador, encarnado, crucificado y resucitado. Nuestro origen, nuestro alfa, está fundamentado en el amor de Dios, nuestro Dios creador se nos revela como Padre que todo lo que crea por puro amor, así lo confesaba el pueblo elegido y así lo confesamos nosotros. En el origen nos encontramos con el fundamento absoluto del amor que da razón de todo lo que existe, nuestro Dios creador es nuestro salvador, creación y salvación se interrelacionan y no son entendibles de otro modo para nosotros. Ese fundamento se nos manifiesta radicalmente cuando el creador, por el mismo amor, se hace criatura en la encarnación, en Jesús de Nazaret. Reconocemos la relación del absoluto con las criaturas en Cristo, sabiendo que nada de lo creado le es ajeno habiéndose él mismo hecho creatura en comunión de dependencia y de limitación, y así también de esperanza y de reino. Tocada la realidad en un amor divino hasta la muerte en cruz, sabemos que nada nos podrá separar del amor de Dios que se ha manifestado en Cristo, ni a nosotros ni a la creación. Y el crucificado resucitado nos abre el horizonte del verdadero sentido de una ecología integral que se dice de modo trascendente. Todo está llamado a la vida y a la plenitud, creemos en la resurrección de los muertos y en l vida del mundo futuro, por eso vivimos en continúo adviento, preñados de esperanza. Por eso nos abrimos de corazón a la preocupación y al mensaje evangelizador del deseo de una ecología verdaderamente integral, en la que nada nos es ajeno, y en la que proclamamos desde lo terreno, lo humano y lo divino que todo está interrelacionado y debe estar interconectado, nos abrimos a un horizonte de plenitud, esperamos la llegada de ese Reino de la armonía y el gozo completo. Con estos presupuestos teológicos necesitamos escuchar y acoger el grito de la tierra y el grito de lo humano como lugar de encuentro y de salvación. La cuestión y la urgencia de la ecología integral, es clave esencial del sentido del adviento, es una cuestión fundamental para nosotros hoy: “Dado que todo está íntimamente relacionado, y que los problemas actuales requieren una mirada que tenga en cuenta todos los factores de la crisis mundial, propongo que nos detengamos ahora a pensar en los distintos aspectos de una ecología integral, que incorpore claramente las dimensiones humanas y sociales.” LS 137
Ante la realidad se nos abre el corazón en oración y esperanza, el adviento de lo nuevo.
Nos aprietan, pero no nos aplastan… sentimos el peso cansado de una historia que a veces nos rompe en el camino, sentimos el dolor que dificulta la respiración de lo humano y de lo natural, pero nada puede acabar con nuestra esperanza. La esperanza ese valor fundamental para permanecer en la vida, la que viene con el Adviento de lo posible porque redescubrimos el amor y la fuerza de la justicia compasiva divina. Ahora es momento de sembrarnos en una historia que será nueva, venimos con la experiencia del dolor y de la dificultad, pero con la savia del amor descubierto que permanece más allá de lo que nos provoca la muerte.
Hoy más que nunca tenemos razones para la esperanza y sentimos la responsabilidad de sembrarla y celebrarla con la humanidad entera. Hoy nos abrimos a este tiempo y a esta palabra que no deja rendijas a la desesperación y al desánimo. Ahora es el tiempo en el que no anunciamos éxito, ni siquiera progreso, pero sí fraternidad y compasión universal. Paz y armonía de lo común, somos una familia y toda la tierra es nuestra casa y lo será gloriosa. Ven Señor, Jesús.