Las 'conversiones' de la Iglesia en esta Cuaresma (I): en busca de la diversidad Hacia una Iglesia de colores diversos en la que de verdad podamos caminar juntos

"Creo, sinceramente, que sí es necesaria esta conversión de la Iglesia en muchos ámbitos, y muy especialmente en materia LGTBIQ+. Porque el TODOS, TODOS, TODOS, de la Iglesia que ansía Francisco y el TODOS, TODOS, TODOS que algunos mitrados verbalizan con pomposidad no es aún, ni de lejos, una realidad"
"Una Iglesia que se empeña en señalarnos como pecadores, en cuestionar que podamos amar “de verdad” y formar una familia, en arrinconarnos y, en los casos más extremos, una Iglesia que aún cree que la homosexualidad es una enfermedad de la que nos pueden curar sometiéndonos a vergonzantes, indignas (e ilegales) terapias de conversión"
"Esas personas, sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos han de ser, ya son, la levadura en la masa LGTBIfóbica de la Iglesia. Esa levadura que haga fermentar, desde dentro, un cambio real y efectivo de la Iglesia hacia nuestro colectivo"
"Esas personas, sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos han de ser, ya son, la levadura en la masa LGTBIfóbica de la Iglesia. Esa levadura que haga fermentar, desde dentro, un cambio real y efectivo de la Iglesia hacia nuestro colectivo"
| Rubén García de Andrés, alcalde de Torrecaballeros
“En esta cuaresma, enriquecida por la gracia del Año jubilar, deseo ofrecerles algunas reflexiones sobre lo que significa caminar juntos en la esperanza y descubrir las llamadas a la conversión que la misericordia de Dios nos dirige a todos, de manera personal y comunitaria”. Este fragmento de “Caminemos juntos en la esperanza”, el bello mensaje que ha compartido con nosotros Francisco para esta Cuaresma, es la mejor forma de iniciar esta reflexión sobre la necesidad de CONVERSIÓN de la Iglesia en materia LGTBIQ+.
Francisco nos invita a una CONVERSIÓN COMUNITARIA; una conversión de nuestras pequeñas comunidades cristianas locales, pero ¿también de la gran comunidad de hermanas y hermanos que es (o debiera ser) la Iglesia Universal?
Creo, sinceramente, que sí es necesaria esta conversión de la Iglesia en muchos ámbitos, y muy especialmente en materia LGTBIQ+. Porque el TODOS, TODOS, TODOS, de la Iglesia que ansía Francisco y el TODOS, TODOS, TODOS que algunos mitrados verbalizan con pomposidad no es aún, ni de lejos, una realidad.

Sigamos reflexionando con Francisco: “Caminar juntos significa ser artesanos de unidad, partiendo de la dignidad común de hijos de Dios”. ¿De verdad en la Iglesia se nos trata con la dignidad que nos merecemos todos, también las personas LGTBIQ+, como hijos de Dios que somos? . Parece evidente que no siempre… porque si se nos tratara, de verdad, con dignidad, no sería necesario que Francisco nos recordara en ese mismo mensaje cuaresmal, la necesidad de caminar “sin dejar que nadie se quede atrás o se sienta excluido”.
Y somos muchos quienes nos sentimos excluidos, quienes no experimentamos con la fuerza que anhelamos el abrazo misericordioso de una Iglesia que no siempre actúa como madre, ni como padre. Una Iglesia que se empeña en señalarnos como pecadores, en cuestionar que podamos amar “de verdad” y formar una familia, en arrinconarnos y, en los casos más extremos, una Iglesia que aún cree que la homosexualidad es una enfermedad de la que nos pueden curar sometiéndonos a vergonzantes, indignas (e ilegales) terapias de conversión.
Claro, que siempre nos queda la opción de negarnos a nosotros mismos; de reprimir nuestros sentimientos; de ocultar nuestro verdadero yo; de volver a la oscuridad y el frío de los armarios; y entonces, con suerte, cual sepulcros blanqueados, se nos tolera.

“Caminar codo a codo, sin pisotear o dominar al otro, sin albergar envidia o hipocresía…”, señala Francisco. ¡Ay, la hipocresía!
¿No es hipocresía apartar de los sacramentos y de la participación activa de nuestra comunidad cristiana de referencia a quienes no ocultamos cómo somos y a quién amamos, pero “aceptarnos” sin demasiados problemas en el caso de vivir ocultos y escondidos? ¿No es hipocresía que se nos hable de afectos desordenados que generan “escándalo” en nuestra comunidad, mientras se mira hacia otro lado cuando esos afectos desordenados son practicados de puertas adentro de sacristías, seminarios, conventos o casas parroquiales?
¡Cuánto camino nos queda por recorrer! Y mucho me temo que será largo, tortuoso y que en él encontraremos quienes, auto ungidos de una supuesta superioridad moral, pondrán todas las trabas posibles para que no avancemos. Pero, desde la esperanza a la que nos invita Francisco, alzo la mirada y oteo, al final de ese duro camino, un horizonte más acogedor, menos excluyente, más digno, menos hipócrita, más salvífico, menos inquisitorial…
Un horizonte que ya está prefigurado en personas y comunidades concretas que ya han realizado ese proceso de conversión que la Iglesia Universal no ha llevado a cabo todavía. Y esas personas, sacerdotes, religiosas, religiosos y laicos han de ser, ya son, la levadura en la masa LGTBIfóbica de la Iglesia. Esa levadura que haga fermentar, desde dentro, un cambio real y efectivo de la Iglesia hacia nuestro colectivo.

La levadura existe, con nombres y apellidos. Ellas y ellos, desde su vocación concreta, son pequeñas lámparas que, contra y viento y marea, permanecen encendidas. Y su luz, aunque parezca tenue y vacilante, no se apaga. Y su luz, aunque parezca tenue y vacilante es un rayo de esperanza para quienes anhelamos sentirnos acogidos y no rechazados, comprendidos y no juzgados.
Y su luz, aunque parezca tenue y vacilante, alumbra desde dentro y deja en evidencia las vergüenzas de una Iglesia necesitada de conversión.
¡Por favor, seguid trabajando por dejar atrás una Iglesia en blanco y negro, porque es mucho más bonita una Iglesia de colores diversos en la que podamos compartir el camino que nos lleve al encuentro definitivo con quien sabemos nos ama!
¡Gracias por ser levadura y ser lámpara! ¡Por favor, no dejéis de serlo! ¡Por favor, seguid sembrando a tiempo y a destiempo para que la Iglesia rectifique, avance, abra de verdad sus brazos, sea de verdaderamente Universal y se ensanche para que en ella quepamos TODOS, TODOS, TODOS, amemos a quien amemos!.
¡Por favor, seguid impulsando la conversión que la Iglesia necesita! ¡Por favor, seguid ayudándonos para que no caigamos en la tentación de alejarnos para siempre de un hogar común al que pertenecemos con la dignidad de hijos de Dios, con la unción bautismal que nos abrió las puertas de este hogar en el que algunos no quieren vernos! ¡Por favor, seguid trabajando por dejar atrás una Iglesia en blanco y negro, porque es mucho más bonita una Iglesia de colores diversos en la que podamos compartir el camino que nos lleve al encuentro definitivo con quien sabemos nos ama!
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